"GOLPE MAESTRO" DE EE.UU.
CONTRA VENEZUELA
STELLA CALLONI
El plan
estadounidense insta a “apelar a aliados domésticos como a otras personas
insertadas en el escenario nacional con el objetivo de generar protestas,
disturbios e inseguridad, pillaje, saqueos, robos, asaltos y secuestros de
buques y otros medios de transporte, con la intención de desabastecer el
país".
Estados Unidos y
sus socios preparan en silencio el brutal plan “para acabar con la ‘dictadura’
de Venezuela: el golpe maestro”, que está ya en marcha y cuya primera parte
comenzaría antes de las próximas elecciones venezolanas; y si no tienen éxito
en derrocar al presidente Nicolás Maduro con la nueva ofensiva, donde
utilizarán todo el aparato propagandístico y mediático, y más acciones violentas
en “defensa de la democracia”, accionarán el Plan B, que abarcará a varios
países imponiendo una “fuerza multilateral” para intervenir militarmente.
Panamá, Colombia,
Brasil y Guyana son puntos claves del movimiento militar, con el apoyo de Argentina
y otros “amigos”, bajo control del Pentágono. Ya tienen preparadas las bases
que ocuparán, los países de apoyo directo (fronterizos), y hasta hospitales y
centros de acopio de víveres para sus soldados.
El documento
analiza la situación actual ratificando la guerra contrainsurgente que se libra
contra Venezuela, pero también el perverso esquema de la guerra psicológica que
permite entender la persecución, el acoso, el desprestigio, la mentira criminal
que se utiliza para acabar no sólo con las dirigencias populares, sino contra
los pueblos de la región.
Esto surge de un
documento que lleva la firma USN K W TIDD, es decir, Kurt Walter Tidd,
almirante de la Armada de Estados Unidos, actual comandante del Comando Sur, y
que no ha sido aún divulgado.
Al referirse a la
situación actual de Venezuela, el informe menciona que tambalea la “dictadura
venezolana chavista como resultado de sus problemas internos, la gran escasez
de alimentos, el agotamiento de ingreso de fuentes de dinero externo y una
corrupción desenfrenada, que ha mermado el apoyo internacional, ganado con
petro-dólares, y que el poder adquisitivo de la moneda nacional está en
constante picada”.
Suponen que este
escenario, que admiten que ellos mismos han creado, con una impunidad que
aterra, no cambiará. En este caso, justifican sus acciones advirtiendo que el
gobierno venezolano acudirá a nuevas medidas “populistas” para preservarse.
Asombra en qué lugar colocan a la oposición que ellos manejan, asesoran y
pagan, al entender que “el corrupto régimen de Maduro colapsará, pero
lamentablemente las fuerzas opositoras, defensoras de la democracia y del
bienestar de su pueblo, no tienen poder suficiente para poner fin a la
pesadilla de Venezuela” por las disputas internas e incluso “la corrupción similar
a la de sus rivales, así como la escasez de raíces” (NdR: es decir, de
patriotismo), que no les permite sacar “el máximo provecho de esta situación y
dar el paso necesario para sobrevolar el estado de penuria y la precariedad en
la que el grupo de presión que ejerce la dictadura de izquierda ha sumergido al
país”.
Lo que resulta
aterrador es que mientras consideran que se está ante “una acción criminal sin
precedentes en América Latina”, refiriéndose al gobierno de Venezuela, que
nunca ha actuado contra ninguno de sus vecinos y que ha mostrado una intensa
solidaridad regional y mundial, el plan sostiene que la “democracia se extiende
en América, continente en el cual el populismo radical estaba destinado a tomar
el control”.
“Argentina, Ecuador
y Brasil son ejemplo de ello. Este renacimiento de la democracia -así le
llaman- está soportado sobre las determinaciones más valiosas y las condiciones
de la región, las cuales corren a su favor. Este es el momento en que los
Estados Unidos prueben, con acciones concretas, que ellos están implicados en
ese proceso en el que derrocar a la dictadura venezolana seguramente
representará un punto de inflexión continental”.
Por otra parte,
alientan al presidente estadunidense Donad Trump a actuar, considerando que “esta
es la primera oportunidad de la Administración Trump para demostrar y llevar
adelante su visión sobre democracia y seguridad”. Buscan convencerlo de que “su
participación activa es crucial, no sólo para la Administración sino para el
continente y el mundo; que el momento ha llegado”.
Esto significa
“intensificar el derrocamiento definitivo del chavismo y la expulsión de su
representante, socavar el apoyo popular” al gobierno y “alentar la
insatisfacción popular, aumentando el proceso de desestabilización y el
desabastecimiento para “asegurar el deterioro irreversible de su actual
dictador”.
Si uno quiere
avanzar en el arte de la perversión contrainsurgente, basta leer este párrafo:
“Sitiarlo (a Maduro), ridiculizarlo y mostrarlo como un símbolo de torpeza e
incompetencia, exponerlo como una marioneta de Cuba”. También sugieren
“exacerbar la división entre los miembros del grupo de gobierno, revelando las
diferencias de sus condiciones de vida y la de sus seguidores y al mismo tiempo
incitándolos a mantener en aumento esas divergencias”.
El plan está
destinado a ejecutarse en forma rápida y furiosa, como las medidas tomadas por
los mayordomos de Washington, Mauricio Macri y Michel Temer, con una
escandalosa historia de corrupción, transformados por el Imperio en “líderes de
la transparencia” que tomaron medidas en horas para la destrucción de los
Estados nacionales con la certeza del disparo de un misil.
Demanda el plan de
Estados Unidos hacer insostenible el gobierno de Maduro forzándolo a claudicar,
negociar o escapar. El plan para acabar en plazos muy cortos con la llamada
“dictadura” de Venezuela llama a ”incrementar la inestabilidad interna a
niveles críticos, intensificando la descapitalización del país, la fuga de
capital extranjero y el deterioro de la moneda nacional, mediante la aplicación
de nuevas medidas inflacionarias que incrementen ese deterioro”.
Otro objetivo es
“obstruir todas las importaciones y al mismo tiempo desmotivar a los posibles
inversores foráneos” para –y vean ustedes la bondad capitalista– “contribuir a
hacer más crítica la situación de la población”.
También abarca el
plan, en sus once páginas, “apelar a aliados domésticos como a otras personas
insertadas en el escenario nacional con el objetivo de generar protestas,
disturbios e inseguridad, pillaje, saqueos, robos, asaltos y secuestros de
buques y otros medios de transporte, con la intención de desabastecer el país,
a través de todas las fronteras y otras posibles maneras, poniendo en peligro
la seguridad nacional de sus vecinos”.
Consideran
importante “causar víctimas” para señalar como responsables de esos hechos a
los gobernantes “magnificando, frente al mundo la crisis humanitaria, a la que
está sometida el país”, usando la mentira de una corrupción generalizada de los
gobernantes y ligar al gobierno al narcotráfico para desacreditar su imagen
frente al mundo y sus seguidores domésticos”, además promover “la fatiga entre
los miembros del PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela) incitando a
la inconformidad entre ellos mismos, para que rompan ruidosamente las
relaciones con el gobierno y para que rechacen las medidas y restricciones que
también los afectan” y hacerlos tan débiles como es la oposición, “creando
fricciones entre el PSUV y Somos Venezuela”.
La propuesta va
subiendo de tono, como cuando llama a “estructurar un plan para lograr la
deserción de los profesionales más calificados del país, para dejarlos sin
profesionales en absoluto, lo que agravará más la situación interna y en este
sentido culpar al gobierno”.
La mano militar
Como en una novela
de suspenso, el documento llama a “utilizar a los oficiales del ejército como
una alternativa de solución definitiva” y “continuar endureciendo la condición
dentro de las Fuerzas Armadas para llevar a cabo un golpe de Estado, antes de
que concluya el 2018, si esta crisis no hace que la dictadura colapse o el
dictador no se decida a hacerse a un lado”.
Entendiendo que
todo lo anterior puede fallar y con evidente desprecio por la oposición, llama
a “continuar el fuego continuo en la frontera con Colombia, multiplicar el
tráfico de combustible y otros bienes, el movimiento de los paramilitares,
incursiones armadas y tráfico de drogas, provocando incidentes armados con las
fuerzas de seguridad de la frontera venezolana y además “reclutar paramilitares
mayormente de los campos de refugiados en Cúcuta, la Guajira y del norte de
Santander, áreas largamente pobladas por ciudadanos colombianos que emigraron a
Venezuela y ahora retornaron, huyendo del régimen que intensificó la
desestabilización entre las fronteras entre dos países, usando el espacio vacío
que dejó la FARC, la beligerancia del ELN y las actividades en el área cártel
del Golfo (paramilitares)”.
Aquí viene el
armado del golpe final cuando se planea “preparar el involucramiento de fuerzas
aliadas en apoyo a los oficiales de la Armada venezolana o para controlar la
crisis interna en caso de que se demore mucho la iniciativa […] establecer en
una línea de tiempo rápido que prevenga que el dictador continúe ganando el
control del escenario interno. Si fuera necesario actuar antes de las
elecciones estipuladas para el próximo mes de abril”, en realidad serán el 20
de mayo y desde ya no las reconocen.
El nudo de la
cuestión es “obtener el apoyo de cooperación de las autoridades aliadas de
países amigos (Brasil, Argentina, Colombia, Panamá y Guyana). Organizar las
provisiones, de las tropas, apoyo logístico y médico desde Panamá. Hacer buen
uso de las facilidades de la vigilancia electrónica y las señales inteligentes;
de hospitales y dotaciones desplegadas en Darién (selva panameña), el
equipamiento de drones del Plan Colombia, como también las tierras de las
antiguas bases militares de Howard y Albroock (Panamá), así como las
pertenecientes a Río Hato. Además, en el Centro Regional Humanitario de
Naciones Unidas, diseñado para situaciones de catástrofe y emergencia
humanitaria, que cuenta con un campo de aterrizaje aéreo y sus propios almacenes”
Ya estamos hablando
de un escenario de intervención donde se propone “avanzar en la basificación
(estacionarse) de aviones de combate y helicópteros, vehículos blindados,
posiciones de inteligencia y unidades militares de logística especiales (policías,
oficiales militares y prisiones) […] Desarrollar la operación militar bajo
bandera internacional, patrocinada por la Conferencia de los Ejércitos
Latinoamericanos, bajo la protección de la OEA y la supervisión, en el contexto
legal y mediático, del secretario general Luis Almagro”.
“Declarando la
necesidad de que el Comando Continental fortalezca la acción, usando del
instrumento del capítulo democrático interamericano, con el objetivo de evitar
la ruptura democrática”.
Y más aún, “uniendo
a Brasil, Argentina, Colombia y Panamá para contribuir al mejor número de
tropas, hacer uso de su proximidad geográfica y experiencia en operaciones en
regiones boscosas o selváticas. Fortaleciendo su condición internacional con la
presencia de unidades de combate de los Estados Unidos y de las naciones
mencionadas; bajo el comando general del Estado Mayor Conjunto liderado por
Estados Unidos”.
Asombra la
impunidad con que todo se está preparando a espalda de los pueblos, en la
ilegalidad absoluta, y esto hace comprensible las últimas maniobras militares
de Estados Unidos en esta región en la frontera de Brasil con Venezuela
(Brasil, Perú, Colombia), en el Atlántico Sur (Estados Unidos, Chile, Gran
Bretaña, Argentina), en el caso argentino, sin autorización del Congreso en
octubre-noviembre pasado.
“Usando las
facilidades del territorio panameño para la retaguardia y las capacidades de
Argentina para la seguridad de sus puertos y de las posiciones marítimas […]
Proponer a Brasil y Guyana para hacer uso de la situación migratoria a la cual
tenemos intención de alentar en la frontera con Guyana. Coordinar el apoyo a
Colombia, Brasil, Guyana, Aruba, Curazao, Trinidad y Tobago y otros Estados
frente al flujo de migrantes venezolanos debido a los eventos de la crisis”.
Pero además
“promover la participación internacional en este esfuerzo como parte de la
operación multilateral con contribución de Estados, organismos no estatales y
cuerpos internacionales, y abastecer de adecuada logística, inteligencia,
apoyos, anticipando especialmente los puntos más valiosos en Aruba, Puerto
Carreño, Inirida, Maicao, Barranquilla y Sincelejo, en Colombia, y Roraima, Manaos
y Boavista en Brasil”. Increíble mapa de una guerra de intervención anunciada.
Información
estratégica
Es asombroso el
plan de silenciar “el simbolismo de la presencia de la representatividad de
Chávez y el apoyo popular” y mantener el acoso “al dictador como único
responsable de la crisis en la cual él ha sumergido a la nación” y sus más
cercanos seguidores, a los que se acusará de la crisis y la imposibilidad de
salir de esta.
En otro párrafo se
llama a “intensificar el descontento contra el régimen de Maduro y señalar la
incompetencia de los mecanismos de integración creados por los regímenes de
Cuba y Venezuela, especialmente el ALBA (Alianza Bolivariana de los Pueblos de
Nuestra América) y Petrocaribe”.
En cuanto al tema
mediático, el plan diseñado por Estados Unidos llama a aumentar dentro del país
a través de los medios de comunicación locales y extranjeros la diseminación de
mensajes diseñados y basados en testimonios y publicaciones originados en el
país, haciendo uso de todas las capacidades posibles, incluidas las redes
sociales, y por otra parte “llamar a través de los medios de comunicación a la
necesidad de poner fin a esa situación porque es en esencia insostenible”.
En uno de sus
últimos párrafos se trata de “asegurar” o mostrar el uso de medios violentos
por parte de la dictadura para obtener el apoyo internacional, utilizando
“todas las capacidades de la guerra psicológica de la Armada de Estados
Unidos”. Es decir, repitiendo los mismos escenarios de mentiras, armado de
noticias, fotografías y videos falsos, y todo lo usado en las guerras
coloniales del siglo XXI.
“Estados Unidos
deberá apoyar internamente a los Estados americanos que lo apoyan”, levantar la
imagen de estos y del “orden multilateral de instituciones del sistema interamericano,
como instrumentos para la solución de los problemas regionales. Promover la
necesidad de envío de la Fuerza Militar de la ONU para la imposición de la paz,
una vez que la dictadura corrupta de Nicolás Maduro sea derrocada”.
Fuente: http://www.diariocontexto.com.ar/2018/05/09/stella-calloni-para-contexto-el-golpe-maestro-de-estados-unidos-contra-venezuela/
No hay comentarios:
Publicar un comentario