CAZA AL RELATOR
ANÍBAL MALVAR
A mí, cuando me
hablan de El relator, es como si me entrara un sudor termométrico, un temor, un
miedo, un pánico, una congoja, un sinvivir y un ay. Si no fuera porque somos
muy castellanoparlantes, y muy de Vox, y muy de España, y muy de don Pelayo, al relator le llamaríamos
The Relator (léase relaeitor y póngasele un ojo de titanio líquido y cara de
Josu Ternera). “Aceptar un mediador en este conflicto es un insulto a la
democracia constitucional”, nos dice El Mundo en su editorial del viernes.
Llama el periódico de la bola a “una reacción política y civil” contra ese
señor tan afamado, y uno se imagina a media España machete en mano persiguiendo
por los caminos a un burócrata con viserilla y tintero, y, por qué no decirlo,
da la imagen un poco de risa. Sobre todo conociendo nuestras costumbres
culturales, pues lo más probable es que el relator acabe siendo arrojado cual
cabra desde un campanario en las fiestas patronales de los pueblos.
Para La Razón, que
dice en su editorial que “hay que manifestarse más que nunca”, los “mecanismos
de diálogo con los separatistas degradan nuestro marco constitucional”. O sea,
que eso del diálogo es poco constitucional, y lo de Catalunya se arregla a
hostias, con prisiones perpetuas preventivas y quitando lacitos amarillos de
las aceras. Bien vamos.
ABC lleva en su
portada de hoy una gran bandera española con los nombres en rojo de Pablo
Casado y Albert Rivera. Me he comprado 25 ejemplares y los he colgado de las
balconeras, pero como llueve mucho en la costa de esta muerte gallega se me ha
estropeado el patriotismo enseguida. Ni siquiera han tenido tiempo mis vecinos
de partirse de risa. “Pedro Sánchez ha incendiado el PSOE y la opinión pública
con la propuesta del relator”, nos dice el torcuatiano diario en su editorial.
Con lo que al burócrata de viserilla y tintero hay que añadirle una antorcha
flameante. Pobre hombre. No va a haber suficientes campanarios en España para
arrojar tanta cabra. “Pedro Sánchez carece de la dignidad política necesaria
para ostentar la presidencia del Gobierno de España”, sonetiza el ABC. Y uno se
pregunta: ¿en qué consiste la dignidad política? ¿Quién la otorga, además de
Bieito Rubido? Como sigamos así y Donald Trump aprenda en el interín a leer
periódicos, cualquier día nos invaden los americanos para preservar nuestra
democracia.
El País no deja de
sorprenderme desde que asumió la dirección Soledad Gallego-Díaz. A veces parece
que sus editoriales los escribe algún poeta idealista, lo que me reconcilia con
el periodismo. A saber: “La manifestación [del domingo] coloca a esa fuerza
[Vox] en posicción siempre ganadora y hará del PP y Ciudadanos sus víctimas
electorales, antes de llevar a la totalidad del país hasta el callejón sin
salida donde las intransigencias simétricas acaban mirándose frente a frente”.
A la frase solo le falta una pequeña dosis de “núcleo irradiador” para
merecerse un premio nacional de narrativa. Pero son malos tiempos para la
lírica. Tan malos que ya ni se encarcelan poetas, solo raperos. Y después se
enfatiza mucho en el diario de Prisa “la independencia [judicial] garantizada
por la Constitución”. El cuento de hadas sobre nuestra justicia independiente.
Con los pacifistas catalanes más de un año encerrados en preventiva. Con tuiteros encarcelados por chistes.
El otro día, el
pequeño Nicolás se ofreció como relator en el conflicto catalán, y viendo como
está el país a mí me parece la persona más adecuada. Aunque no descartaría a
María Patiño o a Kiko Matamoros. Todo sería televisado. Y el programa se
llamaría Sálvame España de Luxe. Que se entere el mundo de que a dar voces no
nos gana ni dios. Pobre relator, convertido antes de existir en gamusino.
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