EL FASCISMO QUE VIENE
LIDIA FALCÓN
Cuando Hindemburg,
presidente de la República de Weimar, nombró canciller a Adolf Hitler la
socialdemocracia alemana, el partido de izquierdas más grande de Europa
occidental, aconsejó a sus militantes, “ahora a esperar”. Ya sabemos lo que
sucedió después.
El fascismo avanza
cuando la izquierda no sabe darle respuestas ni soluciones a los sectores más
desprotegidos de la sociedad. En toda Europa. Incluyendo la poderosa Alemania,
el descontento de los trabajadores se refleja en el aumento de los partidos
filofascistas, mientras la socialdemocracia, muy herida después de la caída del
Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética y el bloque comunista,
pierde peso, afiliados y votantes.
Esta situación, de
extrema incertidumbre, comienza a instalarse en España con el resultado de las
elecciones andaluzas sin que se haya visto una reacción adecuada por parte de
la izquierda que salió perdedora. La convocatoria de elecciones generales para
el 28 de abril no parece que vaya a ser el remedio. Puede temerse,
fundadamente, que ni la campaña electoral en plenas vacaciones de Semana Santa,
ni la precipitación con que deben celebrarse los comicios vaya a beneficiar a
las formaciones de izquierda, que siguen instaladas en su convicción de que las
estrategias seguidas hasta ahora son las correctas.
Y el Movimiento
Feminista sigue ensimismado en sus acciones de siempre. Con su instalación en
la negativa a participar en política, considerando que la única pureza es declararse
apolíticas y apartidistas, las participantes están dedicadas a organizar las
manifestaciones del 8 de marzo, tarea que al parecer les ocupa todo el año, a
pesar de que tanto los manifiestos como las pancartas y los recorridos son
repetitivos desde hace veinte.
Me recuerda el
título de la novela de Juan Marsé, Encerrados con un solo juguete. La
manifestación del 8 de marzo se ha convertido en el mayor objetivo del MF,
dedicado durante interminables meses e interminables horas a discutir los
términos de los manifiestos que se leen, los recorridos y las pancartas de
cabecera, sobre todo para rivalizar en protagonismos y visibilidad mediática.
Convertida en una
Epifanía, las manifestaciones son el momento más álgido que visibiliza la
fuerza del MF. Pero duran cuatro horas en un año. ¿Y después, qué? Pues a
volver a reunirse para organizar la del siguiente.
Estos dos últimos
años 2018 y 2019, se ha añadido a las movilizaciones la convocatoria de huelga,
con falta de seriedad y conocimiento de lo que es una huelga. La huelga es el
arma más poderosa que tienen los trabajadores y las trabajadoras asalariados, y
ha costado doscientos años de luchas y numerosas víctimas que el poder la
permita, precisamente por ello hay que utilizarla con racionalidad y sensatez,
ya que su seguimiento acarrea numerosos conflictos, sanciones, marginación de
las empleadas e incluso el despido, como saben muy bien sindicatos y
trabajadores. Eso en el empleo asalariado, si hablamos de las tareas de
cuidados y trabajo doméstico es absolutamente irreal plantearle a las mujeres
que se encuentran aisladas en el domicilio y tantas veces, desgraciadamente,
sometidas a más represión por parte del hombre que domina la pareja que la que
se sufre en la empresa.
Una huelga de 24
horas para el trabajo asalariado sólo puede tener alguna expectativa de éxito
si la convocan todos los sindicatos, en ninguna medida puede salir adelante en
las mujeres que trabajan en el domicilio y los cuidados, ya que ni los niños ni
los ancianos y enfermos pueden estar desasistidos 24 horas. Y el llamamiento a
los hombres para que las sustituyan tendrá un seguimiento minúsculo, no solo
porque muchos de ellos estarán en desacuerdo con la huelga, sino porque la
mayoría trabaja en empresas que no consentirían la ausencia del trabajo. Ello,
en realidad supondría pretender una HUELGA GENERAL, lo que es impensable en
estos momentos, dada la situación del mercado laboral. Imposibilidad que bien
conocen los sindicatos.
Con estas
perspectivas, se ha añadido a las disensiones en el seno del MF la actuación
del lobby proxeneta en las Comisiones del 8 de marzo, camuflado de
organizaciones feministas, que han condicionado durante años las declaraciones
de los Manifiestos impidiendo que se reclamara la abolición de la prostitución,
incluso tratándolo de trabajo sexual. Hoy además se evita también pedir la prohibición de los vientres de alquiler.
Ha sido una
dejación del MF permitir estos últimos años que los prostituidores y sus
cómplices se hicieran con la dirección de las Comisiones 8 de marzo, consintiendo que en las
manifestaciones incluso acudieran grupos con pancartas pidiendo la
legalización. Hora es ya de que el abolicionismo tenga el protagonismo que
precisa y se avance en una legislación que ponga coto al infame negocio de la
prostitución y frene el imperio de la mafia de la prostitución que ha
convertido España en el prostíbulo de Europa.
Mientras tanto, y
desde hace años, numerosos grupos feministas, organizan exposiciones de
fotografías de mujeres luchadoras, de artistas, concursos de relatos
feministas, festivales de cine de directoras, jornadas sobre literatura,
presentaciones de libros de escritoras. Dedican a ello, como es evidente, miles
de horas, de esfuerzos y de dinero, para, en algunos casos, seguir recordando
las consignas misóginas de autores medievales.
Mientras, la
derecha lleva meses en plena campaña electoral.
Este alejamiento
del MF de la implicación política, esta negativa sistemática a apoyar una
opción electoral, aparta a miles de mujeres de participar en los comicios con
una opción de izquierda. Las de derechas no están influidas por el feminismo.
No supimos que el MF hubiera dado consigna de voto antes de las elecciones
andaluzas. Ni siquiera podemos estar seguras de que hubieran votado todas las
que salieron a manifestarse después del 2 de diciembre.
Con la
determinación de que todas las acciones han de circunscribirse a manifestarse
en la calle con una pancarta apolítica, el MF está permitiendo que muchas de
sus participantes se abstengan en las elecciones, y es incapaz de apoyar un
partido feminista que las represente.
Después del 28 de
abril y del 26 de mayo volveremos a vernos en la calle protestando por la
pérdida de derechos y posibilidades que el triunfo de la derecha traerá
consigo. Pero entonces ya será tarde.
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