JM
AIZPURUA
La ISLA (Haití
& R. Dominicana) llora desolada ante una situación desgarradora: llevan
ayuda humanitaria donde no la quieren y no la llevan a donde la necesidad es
extrema.
Los amos de Haití
son gringos, ellos diseñan su futuro y controlan su destino. Y sus calles están
en llamas, con la vida interrumpida, sin poder comprar ante el cierre de
comercios: hay hambre y miseria y ya siete muertos en las calles. Y ven que
acumulan ayudas en la frontera colombiana y a ellos los ignoran. ¿Qué podrán
pensar?
Los Lobbys pelean
por las comisiones de esta ISLA, y la impunidad y desvergüenza de las comisiones
de Petrocaribe que manchan a los presidentes de Haiti y a su partido Tet Kale,
son el origen de este alboroto callejero que tiene a la población sumida en la
desesperación. Se quede o se marche Jovenel (JoJo) el pueblo ya sabe que su
destino seguirá siendo la miseria y la emigración clandestina. ¿Es ese el
destino merecido de la nación que venció a Napoleón y formó el primer Estado de
los negros liberados de la esclavitud?
No es natural pasar
de ser la Perla de las Antillas, la colonia más floreciente del Caribe, a ser
la nación más pobre de América. Su color de piel y su ejemplo liberador
violento tienen mucho que ver en su actual destino. El KKK los tuvo siempre en
su punto de mira.
A su presidente que
derrotó a los dictadores progringos, lo secuestró el Imperio y lo devolvió
tiempo después a la Isla, pero ya no era el mismo. Hoy en plena convulsión
callejera que antaño lideraba; ya no dice nada. El candidato electoral al que
venció JoJo, Moïse Jean Charles, subido en una moto protagoniza ahora las
algaradas.
Es muy difícil
opinar de esta crisis o de cualquiera de Ayiti (su nombre en creole idioma
nacional) pues su resolución y planteamiento se hace en las lejanas oficinas
del Imperio y sujeto a equilibrios en los que se mezclan intereses legales e
ilegales donde se cruzan los caminos del contrabando y la droga. Diez millones
de haitianos no tienen la culpa de lo que sucede, pero viven con menos de 2 $
diarios y desde hace generaciones no tienen posibilidad alguna de progreso. Su
tradicional modo de vida post-esclavista quebró con la explosión demográfica y
hoy con mas de diez millones hacinados en ciudades, no tienen soporte sostenible
para actividad alguna rentable en el mundo moderno.
Haití no tiene
presente y menos futuro.
Pero los haitianos
en cuanto van a otros países son trabajadores cotizados, son gentes humildes,
pero con principios sólidos, cumplidores y con un gran sentido de la
creatividad. Sus mujeres son un milagro de productividad y administración
familiar y cuando la segregación o el machismo las permite ocupar un cargo
destacado asombran por su perfecto desempeño. La dignidad haitiana, en su
miseria, es algo admirable para nuestro mundo europeo ahogado en sus
consumismos y boatos.
Yo hace mucho que
dejé de tener esperanzas en Ayiti, desde el terremoto que no me cogió por unos
días, y volví para ver como todo lo que la prensa decía era mentira y las
ayudas nunca llegaron. Vi la tragedia de los ancianos deambulando por las
calles, de los niños ricos que de pronto quedaron huérfanos abandonados por las
calles donde ellos no sabían sobrevivir, y vi la cara oculta de las ONG donde
pederastas hacían de las suyas. Para mi la vida ya no fue la misma, yo que pasé
por las celdas del franquismo sin secuelas, aquel drama haitiano nunca pude
superarlo.
Si alguna justicia
queda en el mundo: Haiti se la merece.
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