POZO DE LA MEMORIA...2
DUNIA SÁNCHEZ
Dejo la urbe atrás, un paisaje desolador y
entrado en infertilidad me acoge. No hay
muchos autos en esta carretera donde me muevo ahora. Incluso la atmósfera que
me envuelve ha variado. Una calima densa y pesada…muy pesada, me hace cerrar la
ventanilla y poner el aire acondicionado.
La radio sigue dando su información rutinaria, monótona, con la visión
adulterada de quien habla. Es
ensordecedor, la ruina de una
civilización alcanzada por la voracidad de la violencia, de la maldad. Nos
nutrimos de nosotros mismo, nos alimentamos de almas inocente.
Esto me agota y pienso en esa notificación. Ojalá fuera verdad. Pongo un poco de música, me es terrorífico, de alto contenido monstruoso la sangre derramada en esos mares. Ahora pienso en aquella foto de aquel niño en la orilla de la playa. Aún soy incrédula. Aún soy ciega. Aún soy sorda. Aún soy la nada que ronda en la crueldad de humana. Solo, una imagen. Y lloro, no sé por qué me viene ahora a mí cabeza. Pero la fuerza me llama y me ayuda a continuar, a dejarla apartada en un rincón del silencio. Sí, un rincón que visito de vez en cuando estoy la insonoridad. Se tiene que sanar este mundo de tanta y tanta maldad. El testigo de la gasolina marca el límite del fin, parare en la próxima gasolinera y nutriré esta chatarra para que me lleve a mi destino. De paso tomaré algo, un descanso siempre viene bien en largos recorridos, un descanso que desentumezca estas piernas cuasi estáticas. Hay que soñar. Sí, me digo…hay que soñar en las bonancibles oportunidades de un mañana, un mañana acurrucado junto un sol donde el arco de colores sea puente a un jardín de igualdad, de justicia, de imperios terminados en cloacas. Aquí en la terraza de la cafetería de la gasolinera me siento bien, un café para despertar mis neuronas y espabilar este cuerpo adormecido de tanto kilómetro. Y porqué no un cigarro, me sienta bien. Saco la notificación del bolso y vuelvo a leerla. Ya casi me había olvidado de que la encontraría. Pero será cierto hallarla. Me sobreviene cierto temblor y en mi ronda unos versos “ viento norte…viento norte/ devuélveme al olvido/ devuélveme los ojos rotos/ revuéleme el olor de la libertad/ devuélveme la escalera de la paz/ viento norte…viento norte/ me entrego al coraje de la verdad/ me entrego al sudario mal hiriente/ me entrego a las huellas de las palabras/ viento norte...viento norte..”. Sí, el viento norte, sirocos bañando esta espera que ya termina. Derramaré, si es cierto, flores sobre sus huesos. Derramaré, si es cierto, alguna emoción en lágrimas de alegría. Me la llevaré y proclamaré a los vientos, al viento norte, su nombre. Ya he terminado este café, me hallo repuesta para continuar mí largo viaje.
Esto me agota y pienso en esa notificación. Ojalá fuera verdad. Pongo un poco de música, me es terrorífico, de alto contenido monstruoso la sangre derramada en esos mares. Ahora pienso en aquella foto de aquel niño en la orilla de la playa. Aún soy incrédula. Aún soy ciega. Aún soy sorda. Aún soy la nada que ronda en la crueldad de humana. Solo, una imagen. Y lloro, no sé por qué me viene ahora a mí cabeza. Pero la fuerza me llama y me ayuda a continuar, a dejarla apartada en un rincón del silencio. Sí, un rincón que visito de vez en cuando estoy la insonoridad. Se tiene que sanar este mundo de tanta y tanta maldad. El testigo de la gasolina marca el límite del fin, parare en la próxima gasolinera y nutriré esta chatarra para que me lleve a mi destino. De paso tomaré algo, un descanso siempre viene bien en largos recorridos, un descanso que desentumezca estas piernas cuasi estáticas. Hay que soñar. Sí, me digo…hay que soñar en las bonancibles oportunidades de un mañana, un mañana acurrucado junto un sol donde el arco de colores sea puente a un jardín de igualdad, de justicia, de imperios terminados en cloacas. Aquí en la terraza de la cafetería de la gasolinera me siento bien, un café para despertar mis neuronas y espabilar este cuerpo adormecido de tanto kilómetro. Y porqué no un cigarro, me sienta bien. Saco la notificación del bolso y vuelvo a leerla. Ya casi me había olvidado de que la encontraría. Pero será cierto hallarla. Me sobreviene cierto temblor y en mi ronda unos versos “ viento norte…viento norte/ devuélveme al olvido/ devuélveme los ojos rotos/ revuéleme el olor de la libertad/ devuélveme la escalera de la paz/ viento norte…viento norte/ me entrego al coraje de la verdad/ me entrego al sudario mal hiriente/ me entrego a las huellas de las palabras/ viento norte...viento norte..”. Sí, el viento norte, sirocos bañando esta espera que ya termina. Derramaré, si es cierto, flores sobre sus huesos. Derramaré, si es cierto, alguna emoción en lágrimas de alegría. Me la llevaré y proclamaré a los vientos, al viento norte, su nombre. Ya he terminado este café, me hallo repuesta para continuar mí largo viaje.
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