LA MIRABA...
DUNIA SÁNCHEZ
La Miraba y la miraba. Y , la verdad, no
dejaba de mirarla. Una estatua blanca, con los restos de la polución sobre
donde su volumen daba la sombra en medio de un parque. La lluvia potente
también la miraba, la mojaba, la bañaba en el sudor de la noche de la noche que
venía. La miraba y la miraba. Y , la verdad, no dejaba de mirarla. Me traía
algún recuerdo mientras mi ropa empapada me hacía tiritar en medio de las
farolas. Parecía que tuviera vida, algún movimiento invisible a los ojos de
todos. Pero, la verdad, no dejaba de mirarla. Intentaba buscar en mí en lo
hondo de mi reconditez de quien se trataba pero la memoria fallaba, no
alcanzaba a ver que escondía bajo su rostro intacto, bello. Y, la verdad, no dejaba de mirarla. Me
sostenía sobre una cuerda de altura infinita asaltándome el vértigo cuando mi
mano se poso sobre su hombro frío…muy frío. Me transmitía aquella estatua un
cierto temblor de algún amor pasajero. De un amor que tal vez inexistente en el
ritual de la vida. La miraba y la miraba. Y ella me miró. Sí, me miro en medio
de aquel chubasco embrutecido, en medio de una noche solitaria. Y un poema me vino a luz, un poema que en la
oscuridad e intensa lluvia me hizo retorcerme en mis entrañas
Te miro
Ausencia precipitada en el brío del silencio.
Me silencias.
Remotos astros que vagan en soledad.
Tu soledad.
Mi soledad.
Almas ancladas bajo cipreses.
Tu muerte.
Mi muerte.
Y, la verdad, no dejaba de mirarla. Me miraba
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