TENGO LA CABEZA LLENA DE JUECES…
Y DE VILLAREJO
POR DOMINGO SANZ
Durante el
paréntesis que abrí tras la primera entrega de este discurso no he dejado de
buscar la respuesta a la gran contradicción que ha convertido en sospechoso el
comportamiento, juezas y jueces, de vuestros más altos tribunales, y que está
pringando de esa misma desconfianza toda la estructura del tercer poder del
Estado.
Resulta que estáis
persiguiendo una corrupción de escándalo, sobre todo en el PP y, al mismo
tiempo, estáis haciendo lo que os piden los líderes de ese y otros partidos. A
pesar de que se presentan a las elecciones para hacer política, incumplen su
compromiso principal porque no les da la gana negociar y llegar a acuerdos para
resolver los problemas políticos. Bien al contrario, os los trasladan en forma
de demandas y querellas para que los arregléis vosotros.
Y vosotros os
prestáis sin rechistar, en vez de archivar sus pretensiones y recordarles sus
obligaciones. Con vuestra respuesta, tan entreguista, estáis degradando y
corrompiendo la Justicia.
Lo hacéis cada vez
que admitís a trámite muchas de las demandas de los que se escandalizan con el
ejercicio, incluso humorístico, de libertades básicas como la de expresión.
Muchas de esas denuncias se quedan en nada, pero al admitirlas se provoca un
efecto miedo que irresponsablemente ayudáis a propagar. Y, si terminan en
condena, sabéis que las posibilidades de que sean anuladas por Europa son muy
altas, lo cual no anula el lastre de susto con el que infectáis toda la
sociedad. Además, al aceptar las querellas de un determinado grupo no os queda
más remedio que repetir comportamiento con las del grupo contrario. ¿Con que
argumentos vais a rechazar ahora actuar contra el chiste macabro sobre Pedro
Sánchez? Buena oportunidad perdida por el PSOE para querellarse contra el PP
por no proteger al niño de la carta a los reyes. Y por nada más que eso.
Y también lo
hicisteis, por ejemplo, cuando no le montasteis una crisis institucional de las
de órdago a un gobierno que alejaba la tutela judicial, a la que toda persona
tiene derecho, al conceder a la policía unas facultades sancionadoras
ejecutivas con aquella Ley Mordaza que ni siquiera un cambio de gobierno ha
conseguido revertir.
Una pregunta,
juezas y jueces, ¿cuántas sanciones diarias hacen falta en España para que
ustedes propongan un cambio de denominación legal y los flamantes “Cuerpos y
fuerzas de seguridad del Estado” pasen a llamarse “Fuerzas represivas”? ¿Os
parecen bien 50? Pues vamos por 52. Os lo digo porque esa ley es la más
parecida a una que aprobó el franquismo en 1971, con la que ponían multas
desorbitadas a quienes no eran “apolíticamente correctos”. Sanciones que, si no
pagabas, te encerraban de uno a tres meses en la cárcel.
Aquello lo hicieron
porque algunos jueces ya no conciliaban tanto con el franquismo. Ahora,
insinúan el valor de la Ley Mordaza para no cargar de trabajo a los juzgados,
pero, los muy ladinos, la han inventado también porque ahora el dinero de las
multas lo embargan de la cuenta corriente y muchas de esas 52 víctimas diarias
no tienen dinero para contratar abogados. Si, 52 multas diarias son una pasta.
Y también os digo
lo de llamar a las cosas por su nombre porque durante la mayoría absoluta de
Rajoy os arrastrasteis como lombrices cuando aceptasteis la sustitución del
“imputado” de toda la vida, palabra específica y evidente, por el “investigado”
que confunde mezclando como la que más, metiendo en el mismo saco verbal a
justos y esforzados que investigan contra el cáncer, por ejemplo, con políticos
delincuentes de los que blindáis con vuestras decisiones. ¿Cómo el posible que
la RAE no haya premiado al gobierno de Rajoy por su innovación lingüística? Y
también a vosotros, como colaboradores necesarios.
Y cambiasteis la
historia de España a fatal para siempre en el segundo quinquenio de este siglo.
Fue mucho antes de que Lesmes le regalara ese mérito, por escrito, al juez del
13 de Barcelona dos días antes de morir. Destruisteis el futuro cuando
decidisteis sentenciar sobre un Estatuto de Autonomía que había realizado todo
su recorrido legal y democrático de manera impecable.
Pero un PP
derrotado en las urnas por su propia y cruel mentira sobre casi doscientos
muertos decidió agitar en el resto de España el odio hacia los catalanes para,
movilizando los peores instintos de sus votantes, intentar convertirlos en
votos. Y vosotros, como si fuerais marcianos, cerrando los ojos a tanta
evidencia para implicaros en un conflicto político sobre los matices del encaje
de Catalunya en España.
Mucho después, con
todo el mal ya hecho, recuerdo a Esperanza Aguirre con esa verborrea que se
adueña de muchas de las personas que ven como se acerca su final. Fue cuando
dijo aquello de que “quizás nos equivocamos impugnando el Estatut”.
Y yo me pregunto,
¿qué habría ocurrido si hubierais archivado aquella demanda del PP? Porque, a
fin de cuentas, el PP es una “organización criminal”, de la que se puede pensar
perfectamente que asume la molestia de gobernar para que algunos de sus
miembros puedan enriquecerse. No sería la primera vez. Pero vosotros, jueces,
vivís a sueldo y vais a cobrar lo mismo. ¿Qué más podéis pretender que os
quede, tras dictar vuestras sentencias, que no sea una decencia medianamente
presentable?
¿Y cómo es posible
que entre los doce que componéis el TC nadie viera venir lo que iba a
significar la destrucción de una solución que conseguía mantener tranquilo al
independentismo catalán durante otro montón de años, porque habían llegado a un
acuerdo con Zapatero?
Ustedes, que tanto
hablan del valor de la Constitución del 78, ¿no se dieron cuenta de que el
Estatut compartía la máxima virtud de ese texto, que era la de actualizar una
ley con el máximo consenso posible?
¿Es que acaso a
ustedes doce ningún profesor les había enseñado nunca lo de que los catalanes
son un poco peculiares?
¿O acaso albergaban
la inconfesable esperanza de que, junto con los cientos de miles de crímenes
provocados desde el golpe de estado del 18 de julio de 1936, se hubiera
asesinado también, casi, el catalanismo existente, y con lo de sentenciar
contra el nuevo Estatut en 2010 se conseguiría darle el tiro de gracia?
Ya que esto también
va de denominaciones, ¿cómo prefieren que les llamemos, ignorantes de libro o
franquistas malditos?
Por segunda vez
debo abrir un paréntesis. Es necesario más tiempo para averiguar porque los
jueces hacéis estas cosas, y muchas más tan desquiciantes. Y proponeros
soluciones, por muy difíciles que parezcan. De momento, celebraremos que el
Tribunal Supremo no ha tenido más remedio que admitir a trámite el recurso de
nulidad por cuestiones de forma sustanciales presentado por el Ayuntamientos de
Rivas Vaciamadrid contra la sentencia del monumental fiasco de las hipotecas.
Continuará…
Villarejo es una
bendición, un testigo excepcional de la historia de España sin el cual
llegaríamos al futuro medio sordos. Con la puntualidad de un reloj ha regresado
a nuestras vidas en cuanto los Reyes de Oriente han dejado de cegar nuestras
miradas con su magia navideña. Nuevamente, todo son preguntas, como con los
jueces.
¿Os imagináis que
se hubiera llevado a la tumba sus terabytes de grabaciones?
¿Cuántas y qué
personas sabían en el BBVA que Villarejo estaba siendo contratado para espiar
los movimientos de capital en la entidad y atosigar a posibles nuevos socios
que podrían traer dinero fresco y bueno?
¿Porqué Francisco
González era el único grande que no acudía a las convocatorias de super vips
que organizaba el gobierno de Zapatero?
¿Cuántos de
vuestros teléfonos móviles, jueces a quienes os puede tocar Villarejo, figuran
en los terabytes de Villarejo?
¿A qué medios de
comunicación se refería José María Irujo, especialista de El País en Villarejo,
cuando de “motu proprio” le dijo a Ángels Barceló, en La SER, que habían
rechazado las grabaciones que les ofreció Villarejo, y que ahora canaliza a
través de Moncloa.com y El Confidencial?
Pensando en
Villarejo, sabemos que existen los chantajistas y los chantajeados. De los
primeros, el valor de su amenaza depende de la verdad que contenga. La de Villarejo
es de gran calidad, pues ninguna de las voces grabadas se ha atrevido a negarse
a sí misma. Y en pelota picada, que es como Villarejo nos las está mostrando
todas.
Esto también
continuará… con los chantajeados.
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