martes, 8 de enero de 2019

DOS TUMBAS


DOS TUMBAS
JM AIZPURUA
Una está donde no debe estar y la otra no sabemos dónde está; es la eterna historia maldita de una sociedad desestructurada que una y otra vez intenta vivir sin justicia, unos sobre otros y eternamente fracasada.
Francisco y Federico son los dos iconos del siglo pasado que nos perseguirán mientras no seamos capaces de enterrarlos donde se merecen.
Ambos son personajes banderizos, que enfrentan a sus seguidores y que despiertan aún difuntos las más enconadas pasiones entre sus fieles, y estos impiden pasar la hoja de la Historia poniendo a cada uno en su lugar.
Federico es la expresión del nuevo siglo, del abandono de la inercia conservadora y la entrega al nuevo mundo republicano desde una militancia literaria, poética, valiente y gay, que esperaba un futuro progresista y tolerante.
Francisco es la rémora histórica que persigue a los españolitos. Militar represor ayudado por los moros mercenarios para acabar con los revolucionarios asturianos del 34, se adueña del golpe de estado del 36 y lo conduce a una guerra fratricida y a 40 años de dictadura y represión.
A uno lo fusilaron en la carretera y lo enterraron en una cuneta. Al otro lo enterraron en un valle monumental. De uno quedan sus versos, del otro sus víctimas y represaliados.
Aunque uno quiera mirar para adelante, no es posible con estos dos sucesos mortuorios sin reparar. Es cuestión de justicia.
Estado social y democrático de derecho; y un jamón.
Este Estado ha llegado a tal grado de descomposición que ni es capaz de enterrar en su sitio a uno, ni encontrar el cadáver del otro. ¡Vaya categoría de Estado!
La ineptitud del Estado es preocupante, su negligencia en la gestión de unos y otros es flagrante, desde la transición no ha sido capaz de poner unas bases razonables de convivencia y honorabilidad para que sus milenials se sientan integrados en una sociedad europea razonable. Los cadáveres les siguen saliendo por los rescoldos de la Historia.
El Poder del Estado debe ser incuestionable. Ni la familia del dictador ni la del poeta deben tener nada que decir contra un “Estado” en el que deben estar representadas todas las familias y por sentido democrático sus derechos serán preferentes. El Estado tiene recursos e instrumentos para acallar a las familias díscolas, para cesar al falangista camuflado, para limpiar el Valle y sacar a los vividores de su gruta, para enterrar adecuadamente a los difuntos, y para sacar de las cunetas a los que murieron por defender al Estado.
Francisco y Federico, cadáveres, ya deberían estar ubicados en sus tumbas, que nunca serán “familiares” si no populares, es decir al acceso de sus visitantes pues sus vidas los hicieron acreedores a ello.
El rey del franquismo decidió inadecuadamente el lugar de la tumba de Francisco, pero hoy ya en democracia es al Estado al que le corresponde la tarea de enterrar al dictador y enterrar la dictadura.
¿Por qué este Estado 78 no es capaz de realizar ni las más claras de sus obligaciones?

No hay comentarios:

Publicar un comentario