LA HORA DE LA VERDAD
JAVIER PÉREZ ROYO
El nacionalismo
catalán tiene el suficiente tamaño como para que el sistema político español no
pueda operar establemente sin su concurso. Hay legislaturas en las que uno de
los dos partidos estatales que han sido partidos de gobierno llegaban a tener
una mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados y en las que parecía, en
consecuencia, que se podía prescindir del concurso del nacionalismo catalán
para la dirección del Estado. Pero las legislaturas con mayoría absoluta de un
partido no han sido la norma en el pasado (aunque tanto PSOE como PP han
dispuesto de dos mayorías de ese tipo) y, sobre todo, han dejado de serlo y de
manera indefinida para el futuro respecto del que es posible hacer
predicciones. En ausencia de mayoría absoluta España no puede ser gobernada
democráticamente sin la participación de los nacionalismos catalán y vasco.
Estos son una parte políticamente muy significativa de la Constitución material
de España, sin cuyo concurso la Constitución formal o escrita de 1978 no puede
operar.
Al mismo tiempo,
los nacionalismos catalán y vasco no tienen tamaño y fuerza suficiente como
para poder constituir a Catalunya y País Vasco en Estados independientes del
Estado español. El nacionalismo vasco amagó a comienzos del siglo con el
conocido como ‘Plan Ibarretxe’, que no pretendía la constitución del País Vasco
como Estado independiente, pero sí definir unilateralmente su forma de
integración en España como Estado Libre Asociado. Tuvo un recorrido muy breve.
El nacionalismo catalán lo ha intentado con más intensidad en dos legislaturas
consecutivas, 2012-2014 y 2015-2017, tras el naufragio de la reforma del
Estatuto de Autonomía ante el Tribunal Constitucional con la Sentencia del
Tribunal Constitucional (STC) 31/2010, sin haber conseguido la independencia a
pesar de haber convocado dos consultas o referéndums en 2014 y 2017.
Tras la resaca del
Plan Ibarretxe, el nacionalismo vasco ha sido capaz de participar con cierta
normalidad en el funcionamiento del sistema político español. Su concurso ha
sido importante tanto con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno como
ahora, con Pedro Sánchez. Ya veremos qué nos depara el futuro cuando avance el
proyecto de reforma del Estatuto de Autonomía que se está estudiando en el
Parlamento Vasco. Pero en el inmediato futuro es un elemento de estabilidad.
Mucho menos clara
es la posición del nacionalismo catalán, frente al que las derechas españolas
han intentado imponer un ‘cordón sanitario’ de verdad, con la finalidad de
excluirlo como un partido ‘legítimo’ dentro del sistema político español.
Gracias a la ruptura de dicho ‘cordón sanitario’ pudo ser aprobada la moción de
censura, dejar atrás la época Rajoy y sacar al sistema político de la situación
de parálisis en que se encontraba, aunque sin recuperar la normalidad anterior
a 2015. Pero, por lo menos, se intenta hacer política y no dejarlo todo en
manos del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo. El nacionalismo
catalán volvió a poner de manifiesto que sin su concurso no se puede salir de
círculos que se convierten en viciosos.
Ahora bien, si las
izquierdas españolas, PSOE y Podemos con IU y las ‘confluencias’ han sido
capaces de levantar el ‘cordón sanitario’, no parece que el nacionalismo
catalán esté satisfecho con la forma en que dicho cordón se ha levantado. El
nacionalismo catalán considera que solamente se ha levantado de una manera muy
parcial y que todavía se tienen que dar pasos para que esté dispuesto a
incorporarse plenamente al funcionamiento del sistema político español. Pienso
que tiene motivos sobrados para pensar de esa manera. Pero el calendario impone
que tiene que tomar una decisión ya, sin poder esperar a ver qué depara el
futuro. Esas son las condiciones en que nos encontramos.
De cómo se resuelva
esta incógnita en el próximo mes en el trámite de presentación y votación de
enmiendas a la totalidad al Proyecto de Ley de Presupuestos y en la tramitación
de los mismos en los meses posteriores, dependerá la duración de la legislatura
y la delimitación del terreno de juego para la campaña de las próximas
elecciones generales.
A estas alturas de
2019 todos los partidos han presentado sus cartas. Únicamente el nacionalismo
catalán no lo ha hecho. De ello depende que haya o no haya Presupuestos y que
se pueda mantener viva o no la legislatura, con las consecuencias que una u
otra alternativa podría acabar teniendo para la democracia española, catalana
incluida.
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