VENEZUELA COMO SÍNTOMA DE LA
HIPOCRESÍA OCCIDENTAL
ARANTXA
TIRADO
Comprobar el
silencio abrumador de la mayoría de esos cantantes, y de otros tantos
intelectuales, políticos o periodistas, con la crisis humanitaria en Gaza, y
contrastarlo con sus posicionamientos con la supuesta crisis humanitaria en
Venezuela es revelador
Hubo un tiempo en que nuestros telediarios, periódicos y programas radiofónicos alarmaban a diario sobre la grave situación de crisis humanitaria en la que, según afirmaban, se encontraba Venezuela. Presentaban una realidad cuasi apocalíptica, con ciudadanos que no tenían acceso a comida ni a hospitales, por lo cual era preciso que la comunidad internacional abriera un corredor humanitario.
Así, en febrero de
2019, a fin de hacer llegar la ayuda humanitaria y presionar a las autoridades
venezolanas, el multimillonario Richard Branson organizó en Cúcuta, Colombia,
un concierto delante de dos pasos fronterizos, el Venezuela Aid Live.
Participaron otros tantos millonarios, de profesión cantantes, mundialmente
conocidos por formar parte del escuadrón de la defensa del mundo libre dictado
desde Miami. Para dejar claro que el acto humanitario era altamente político, a
Cúcuta llegaron también varios presidentes sudamericanos para acompañar al que,
nos decían, era el presidente legítimo de Venezuela, Juan Guaidó. Como
posteriormente se demostró, todo fue una gran farsa, incluyendo el gobierno
virtual de Guaidó, que nunca existió fuera de la realidad paralela creada por
EEUU y difundida por la prensa occidental internacional. El concierto no sirvió
para enviar ninguna ayuda humanitaria y gran parte de lo recaudado se
desvaneció por arte de magia en las manos de los amigos del falso presidente.
Es imposible no
pensar en este episodio cuando estos días los medios nos mostraban la
kilométrica fila de ayuda humanitaria esperando a cruzar en el paso fronterizo
entre Egipto y la franja de Gaza. Los cientos de camiones parados por la
negativa de las autoridades israelíes a permitir su entrada, que llevó al
propio secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, a plantarse
solo y hacer un desesperado llamado para desbloquear la situación y aliviar la,
ésta sí, gravísima crisis humanitaria de la población gazatí, provocada por
años de ocupación y semanas de bombardeos y cortes de suministros de agua y
electricidad por parte de Israel.
¿Qué estarán
pensando esos cantantes al ver las imágenes de la destrucción que está dejando
Israel en Gaza? ¿Qué opinarán de los cortes de agua y electricidad, así como de
los bombardeos indiscriminados a la población civil palestina por parte del
Ejército israelí? ¿Tienen alguna palabra, aunque sea un escueto tuit, que
dedicar a los más de 3500 niños y los más de 5000 adultos asesinados hasta la
fecha en Gaza? ¿Qué opinan de que más de la mitad de los hospitales gazatíes
estén ya fuera de servicio por ausencia de electricidad? ¿Cómo valoran que
Israel haya bloqueado la entrada de ayuda humanitaria durante días a una
población sin nada, literalmente? ¿Será suficiente esta crisis humanitaria para
que estos filántropos millonarios se movilicen y vayan a convocar un concierto
en la frontera gazatí para presionar a Israel y conminarlo a dejar pasar más
camiones de ayuda?
¿Será suficiente
esta crisis humanitaria para que estos filántropos millonarios se movilicen y
vayan a convocar un concierto en la frontera gazatí para presionar a Israel y
conminarlo a dejar pasar más camiones de ayuda?
Comprobar el
silencio abrumador de la mayoría de esos cantantes, y de otros tantos
intelectuales, políticos o periodistas, con la crisis humanitaria en Gaza, y
contrastarlo con sus posicionamientos con la supuesta crisis humanitaria en
Venezuela es revelador. Podemos deducir que a ninguno de estos defensores de
ocasión de causas de moda, esas que colocan a las personas en el “lado correcto
de la historia”, según la realidad del mundo contada por los poderosos, le
importaron nunca los derechos de las personas. Sólo les importó que fueran
venezolanos en tanto en cuanto podían utilizar su condición de víctimas de una
crisis humanitaria para atacar a un gobierno no alineado con los intereses de
EEUU en América Latina. Una actitud que hemos visto, más recientemente, en el
caso de la guerra en Ucrania. La defensa enardecida en tertulias y artículos de
opinión de los ucranianos se explica, en buena medida, porque quienes están del
otro lado de la contienda son los rusos, enemigos también para los EEUU y,
según la lógica estadounidense, una amenaza para los valores occidentales y
para el orden internacional basado en normas.
Que las normas que
EEUU reclama correspondan a un diseño de la arquitectura internacional
obsoleto, o que sus valores occidentales se hayan impuesto por la fuerza en la
mayoría de países del Sur Global, es un pequeño detalle que se intenta camuflar
bajo toneladas de propaganda. La dictadura frente a la democracia, las
democracias iliberales frente a las democracias liberales, o el mundo de
tinieblas frente al mundo de luz, sustituyen al antiguo mundo libre frente al
comunismo, pero expresan una misma lógica: la lucha de los buenos frente a los
malos. Sin embargo, el uso de dicotomías simplistas para justificar guerras en
nombre de la democracia y los derechos humanos no logra ocultar los intereses
económicos y los choques geopolíticos detrás de sus motivaciones.
La mayoría de los
periodistas, pseudo-periodistas y supuestos analistas de nivel, igual que
aquellos que ejercen la empatía selectiva, repiten lo que los mandatarios del
mundo occidental establecen como marco de análisis. Una realidad en la que los
muertos y heridos en las guerras, el hambre que padecen millones de seres
humanos en el mundo, o las dificultades para acceder a servicios públicos de
salud, pueden convertir a las poblaciones en víctimas merecedoras de solidaridad,
si sus responsables son enemigos de Occidente, o en “daños colaterales”
—inherentes a todas las guerras y la guerra de clases del capitalismo también—
si los culpables de su situación son amigos de Occidente u Occidente mismo. No
hay ningún descubrimiento en estas afirmaciones, pero, ante cada nuevo
conflicto internacional y su instrumentalización mediática y política, conviene
recordarlo. Hay víctimas dignas de tal nombre, aunque no lo sean, y víctimas a
las que se niega su propia condición porque se les presupone responsabilidad en
su situación, como sucede hoy con los palestinos. Pero lo que hay, sobre todo,
es una hipocresía insoportable y una falta de escrúpulos absoluta, compatible
con ir dando lecciones de ética por platós de televisión y tertulias
radiofónicas.
A nadie le preocupó
nunca Venezuela, ni el origen real de los problemas económicos que pudiera
tener su población, ni si su migración se enmarca en una realidad regional
compartida, ni la supuesta crisis humanitaria. Como en tiempos de la Guerra
Fría, había que atacar a Venezuela por su “mal ejemplo”, por atreverse a
plantear un nuevo reparto económico-social y desafiar los intereses
estadounidenses con su visión geopolítica contrahegemónica. Pero Venezuela
también fue, y sigue siendo, un instrumento para hacer política interna contra
la izquierda en España y en el resto de países del mundo, la encarnación del
mal usada para la guerra sucia contra los enemigos internos del sistema, como
sabe de sobra la gente de Podemos.
Después de tantas
mentiras y del fracaso del experimento Guaidó, se ha impuesto la verdad cruda
de la geopolítica. Los intereses económicos puros y duros que la guían
determinan que, en un contexto de escasez energética agudizado por la guerra en
Ucrania, el petróleo de Venezuela puede ser determinante para EEUU, llevando a
este país a negociar con el Gobierno venezolano, antes ilegítimo y usurpador,
según decían, para recuperar espacio en su industria petrolera. Todos los
gobiernos del mundo occidental y sus voceros mediáticos vuelven a alinearse con
la línea discursiva de EEUU. Por eso nadie se acuerda ya de la crisis
humanitaria en Venezuela. Como mañana nadie se acordará de los ucranianos que
representaban la defensa de Occidente frente a Rusia. Pero algunos sí tenemos
memoria y estamos aquí para confrontarlos con sus mentiras, sus dobles raseros
y su falsa solidaridad.
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