HIMNO AUTÁRQUICO
Eduardo Sanguinetti, filósofo, poeta y performer.
“¿Por qué habría de creer que todo va a
cambiar de pronto?... Simple, nada va a cambiar, excepto yo mismo.” (Fragmento
de mi novela Morbi Dei, Ed. Corregidor)
Relatos de vida o autobiografías están arraigados en la experiencia humana, representan una fuente para reconstruir la praxis y vida a veces lograda en actos concretos de haber sido... No son el actuar en sí mismo, sino una versión que el autor sugiere de su acción en el pasado, de a ratos proyectado hacia un futuro indefinido.
Escribir en prosa me ha sido de gran
utilidad a lo largo de mi vida… Y aprovechando el instante de inmediatez que me
otorga un medio escrito, les comento que hoy, sólo les presentaré la
precariedad y dudosa moral de las convenciones y ritos de la civilización donde
ha tenido lugar mi llegada a este mundo y su actitud discordante con las del
ciudadano común que obstinadamente pone al descubierto la hipocresía y las
mentiras, los errores y las injusticias que conlleva la vida en relación y los
sexos de la diferencia, mutados en operaciones pornográficas a repetición que
se exhiben en una Babilonia de tercer milenio, con pasión libidinal ausente…
Todos expuestos a permanecer en el
espectáculo prostibulario planetario, cual símbolo de pertenencia de la
mercantilización en Bolsa de carnaza siliconada a los mejores postores, nada
debajo del éxtasis y ´tajos humeantes´, con la punta de los nervios al aire. Y
del mismo modo pone en evidencia aquella mutilación y tremendas represiones en
términos freudianos de la soberanía individual, de aquellos instintos y deseos
que exige la existencia gregaria, mediocre y cobarde que elimina la posibilidad
y el milagro de simplemente ser.
Nada me es indiferente, pero a veces es
necesario que todo me sea indiferente, de otro modo la “cosa” no puede
continuar... Sin embargo, estoy expuesto a ser amado o detestado, provocando
adhesión o rechazo inmediato, llegado el instante preciso que lanzo mi palabra,
preñada de verdades irrefutables, que provocan ánimos criminales en los
denostadores de la vida experimentada con naturalidad y espontaneidad sumas, no
ignoren que nada puede ser reemplazado, a pesar de la homogeneidad en que está
instalada la masa amorfa orgánica de humanidad que se cocina un porvenir sin
huellas... Esto molesta y mucho a los que practican ukelele, en búsqueda del
paraíso perdido… Por ende, las emociones básicas de la otredad me someten a las
arbitrariedades del digito amor/odio, sin olvidar el aditamento de la envidia.
Creo no ignorarán que me provocan
repugnancia, los documentales biográficos de los denominados por el sistema
apócrifo como ´famosos mercadeados´ que proliferan en las plataformas porque la
mayoría son hechos por encargo de auspiciante con ansias de sumar activos y
mayor gloria del protagonista, una mascota al servicio de intereses mafiosos.
El equivalente a las biografías autorizadas de mala calidad, que diluyen el
sentido de la historia de la cultura y del arte, del pensamiento y la belleza
de un pasado que se elimina día a día, en nombre de una eutanasia novelada, en
acto de eliminar la existencia de formidables seres que han pisado esta tierra.
He aprendido según transcurrieron en el
descuento de los años de mi vida, creo así la denominamos, los magros
presupuestos con que la comunidad cuenta, para dar el empujón al abismo del
«nunca jamás», a todos los delegados de la farsa y el espectáculo mediático
pestilente, donde caerían por ley de gravedad y levedad, sin remedio, de manera
higiénica y clara… Se puede soportar el hedor de la simulación persistente que
nos regala la virtualidad en servicio streaming, convocando a desprevenidos
usuarios para conformar un espectáculo pleno de vacuidad y de basura
psico-biodegradable.
Me resulta simpático comentarles, un
tanto al margen de lo manifestado en párrafos anteriores, que tengo demasiadas,
pocas costumbres y rutinas y que no me agrada autodefinirme, ni como filósofo,
poeta, performer, ni como blanco móvil de asesinos de la de la vida,
simplemente soy un hombre goza y sufre y mi fuerza radica en resistir, en hacer
lo que deseo... Trae consecuencias, no lo duden, nunca ha sido de otro modo.
En cuanto al hecho de considerarme como
filósofo, poeta o performer, se hicieron responsables talentosos teóricos,
intelectuales y críticos de la cultura, que me han definido como tal: Jean
Baudrillard, Umberto Eco, Adolfo Bioy Casares, Silvia
Hopenhayn, Peter Golding, Pierre Restany, Lawrence
Durrell, Eduardo Gudiño Kieffer, Robert Jones, Carlos
Espartaco, Alvino Diegues Videla, entre otros.
El arte de la performance, asimilada a
mi vida a cada instante, me remite tautológicamente a la performance del arte
como situación en su totalidad alternativa, partiendo de elementos primarios,
mínimos, anteriores a cualquier sublimación sobre objetos y conceptos puestos
en acto, en un metafórico museo negro, desde donde, como irónica parábola,
acaricio la sombra del teatro.
Cómo hombre de la cultura de este
tiempo, hice una puesta a la apuesta, intentando definir, redefinir, organizar,
reorganizar mi espacio escénico.
Enervado por violencias cotidianas,
asediado por insultos, objetivamente debilitado en la economía interna de
espectáculo que he puesto en escena, en este ajedrez que se humedecía, se
derrumbaba, se desmoronaba, se disipaba, lentamente la idea comenzaba a
sustituir a la imagen, provocando la reacción exacerbada de los admiradores y
detractores de mi persona, a los que no les habría desagradado llevar una
propuesta creativa hasta el límite, como lo hice, asimilándome a la idea
nietzscheana del artista-héroe… ¿O los nadies “Galeano dixit” nos quieren
convencer que los artistas-poetas existen sólo para entretener a los parásitos
del stablishment, bailando en la pista de los sueños rotos?
No ignoro los riesgos que corría en semejante
apuesta, ajena a todo tipo de especulación, como tampoco ignoraba lo incómodo
del espacio en que me tocaba operar, donde me tildaban de anarquista
revolucionario, luego de silenciarme y atentar contra mi vida.
Honrando la memoria y obra de un eminente
intelectual argentino, deseo responderles a los inquisidores medievales
tardíos, con las palabras que el recordado escritor argentino Bernardo
Ezequiel Koremblit me ha dedicado, (En vida, director de cultura de la
Sociedad Hebraica Argentina (SHA) durante 31 años y de la Biblioteca Nacional,
Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y de la Academia
Nacional de Periodismo, a la que perteneció, Vicepresidente de la Academia
Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación), desde Radio Nacional de
Argentina, en su programa de excelencia, expresó acerca de mi ensayo “Alter
Ego” (Ed. Corregidor, 1984): ”Sanguinetti es exactamente, puntualmente,
estrictamente lo contrario de un superficial… Un hombre con las características
que distinguían a los del Renacimiento: un humanista, un iconoclasta, un
pensador de lo porvenir”… Dicho lo que corresponde manifestar en tiempos de
genocidios y guerras a repetición, donde las venus de la contracepción
continúan ofreciéndose en tienda de accesorios, ha llegado la hora de
experimentar en los límites, sin olvidar que el arte es la reivindicación de
muy pocos, en antípodas de quienes se encuentran detrás del arte, quienes se
llevan el dinero a otra parte… El arte tiene sus mandarines y mandaderos,
persista la memoria del presente.
Ante la situación difusa por la que
atraviesa la denominada cultura de hoy, el artista se mueve de simulación en
simulación, intentando recuperar no sé qué tradiciones y mitos, deviniendo por
ende la pérdida del “aura” de la obra.
Los profetas sociológicos, o teóricos de
la cultura, como deseen llamarlos, nunca me hicieron creer que vaya a creer en
lo que el poder mercantil de fundaciones y demás centros de fuga de capitales,
instalan como los talentos de este tiempo de decadencia palpable en ideas,
ideales, a esclavos de tendencias que hunden a las comunidades en profundos
pozos de ignorancia, carentes de creación en estado puro, que asimilo más a la
cotidianeidad de un lenguaje sospechoso, que sugiere que entremos en la
pertenencia de la incertidumbre.
El demonismo, como metáfora de la
realidad de hoy, no está ausente. En mi libro “El Pedestal Vacío” me extiendo
sobre este tema en particular. A la posmodernidad, nacida bajo presión, bajo la
sombra de finales del siglo XX la considero la acción más perfecta de la
apología. Tras la máscara, la retórica desgastada del relato deja paso como
dice Deleuze, a un pliegue de espectáculo, a un embaucamiento.
A nosotros corresponde aventurarnos, con
un entusiasmo que no puede ser fingido, en una tarea que se sabe imposible.
Sabiendo además que si se intenta, se pierde la vida en el empeño, y si no se
intenta, la vida está perdida de antemano, antes de vivirla.
Con todo, donde todo parece querer
decirnos que algo concluye, yo intuyo que algo comienza. Y donde todo parece
querer decirnos que algo comienza, sé que algo continúa. Tiempo al tiempo y
espacio al espacio.
La muerte de Dios o de la idea de Dios
es además la muerte simbólica del “autor” por excelencia. No es casual que la
preocupación de la búsqueda de un autor para el mundo se produjera a un paisaje
relativamente natural, anónimo. Y si todo autor se define por su
responsabilidad respecto a lo hecho ¿sobre quién recaerá la responsabilidad de
la muerte del responsable por excelencia? ¿Muerte natural? ¿Homicidio
colectivo? ¿Suicidio, o tal vez eutanasia?…Sabemos ya que todas las
posibilidades forman parte de esa negatividad ultra-armadora del dios. Y en
cualquiera de los casos, es posible intuir que si la responsabilidad del delito
debe al autor, serán el ocultamiento de la responsabilidad, la inocencia, o
simplemente la irresponsabilidad, quienes definirán a su asesino.
Sabemos que la historia de la libertad
de expresión avanza a pasos minúsculos. El máximo ejemplo se da en el campo del
espíritu. Siento mucho si lo que acabo de decir suena amargamente optimista. El
espíritu del artista, del guerrero y del héroe, en tanto tengan entidad y
autenticidad, gana su condición de ser. Es imposible determinar la
indeterminación, es una apelación al vacío. El héroe en su concepción clásico
moderna ha muerto y sucede que la certeza de su fallecimiento deja vacante un
lugar que no puede permanecer vacío y que cada uno de ustedes, lectores, no
pueden ocupar sin dejar de serlo. La “textualidad” promueve un nuevo héroe, que
no es simplemente anónimo, sino un sofisticado e ilustre Don Nadie, Don Todos y
Don Ninguno.
No quiero hablar de la historia del
espíritu, ni de las aproximaciones fisiológicas, psicológicas, sino de final…
Ni de las realidades perturbadoras de genio e idiotez, de jerarquías y de
amarguras…no deseo hablar de futuro, ni de religiones, de parlamentos, ni de
academias, ni simpatías… ¿Sería necesario que hablara de todo? Es imposible.
Por lo tanto sólo puedo decir todo aquello de lo que yo puedo hablar, lo que
concierne a la filosofía, a la poesía… No puedo dejar de hacer mención de la
ignorancia y la vergüenza…quizás les pueda agradar que no hable aquí realmente
de nada, pero no quiero dejar de mencionar el poder de los estúpidos, la avidez
burguesa, la hipocresía de los políticos, la inflexión de los intelectuales…
Tampoco puedo dejar de mencionar a Séneca, Shakespeare, Hölderlin, Novalis, Rousseau, Nietzsche, Dostoyevski, Kierkegaard, Mahler, Benjamin, Camus, Doeblin, Joyce, Onetti, Bioy
Casares, Arlt, Benedettí, Vian, Kerouac, Foucault, Derrida…
¡Qué horror! Una humanidad que no sospecha nada, hombres con cierta simplicidad
y la bajeza y pobreza de sus necesidades… Los estados, los gobiernos, los
pueblos son estructuras condenadas sin cesar a la infamia, a la calumnia,
construyendo un mundo para pocos, ante la mirada pasiva de pueblos enteros en
estado de congelamiento, sin nada que decir, sin nada que responder a la
vergüenza el oprobio y el espanto…
La vida es desesperación en que se
apoyan las filosofías, las que son prometidas a la demencia, al diseño y a la
publicidad… Instrumentos de la decadencia, criaturas de la agonía, todo es
claro, nada comprendemos. ¿Pero entonces que queda?, se preguntarán…es evidente
que la pregunta es completamente idiota… Y lo que acabo de enunciar, ¿No es más
trampa que una salida? Afortunadamente no. Voluntariamente no.
Pasarán los años. Los límites se
borrarán y el ángulo recto perderá su frescura. En una inversión de causalidad,
para el mundo espero que el deseo, la pureza, el placer, el pájaro, el árbol,
el poema, los veranos dorados, los inviernos soñados, la nostalgia, los sueños,
la amistad, las playas eternas no se pierdan en la acción. Que los dioses de
batallas económicas, hoy principio y fin de todas las cosas, los que reptan
hacia la cima, los que juegan anestesiados por el poder, que es malo, es feo,
es pobre, estéril, monótono y está muerto, se consuman en el fuego eterno.
El mundo pues ya no es el mejor lugar
para esconderse. Ya no necesitamos dioses ni gurúes. No esperemos nada, excepto
de nosotros mismos.
(*) Filósofo, poeta, performer, ecologista, artista y
periodista argentino. Pionero en el arte performativo. Precursor del
minimalismo en América Latina y del Land Art según Jean Baudrillard. Autor del
"Manifiesto de los Indignados contra el Neoliberalismo'' año 2011.
Miembro-asesor de The World Literary Academy (Cambridge, Inglaterra),
"Biography of the year Award" Historical Preservation of America
(1986), "Man of the Year" IBC Cambridge 2004, Miembro activo de la
Sociedad Argentina de Escritores (SADE).
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