UCRANIA Y PALESTINA, EL DOBLE
RASERO EUROPEO
TERESA ARANGUREN
Josep
Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y
Política de Seguridad, pronuncia un discurso durante la conferencia de
Embajadores de la UE.- EUROPA PRESS
"Rusia será aniquilada si decide usar armamento nuclear en esta guerra", dijo Josep Borrell hace unos días; la frase está pidiendo una coletilla que hasta al más tonto se le ocurre: "Y nosotros también". Nosotros también seremos aniquilados si la advertencia-amenaza de Borrell llega a cumplirse. Cuando el jefe de la diplomacia europea, cuya tarea se supone que debe ser facilitar el diálogo y las soluciones negociadas, utiliza este lenguaje de matón de barrio, en este caso el barrio es Europa y quizás el mundo, hay razones para pensar que lo peor se está fraguando paso a paso sin que nadie, nadie de quienes tienen poder para hacerlo, lo evite ni quiera evitarlo. Así que ahí vamos, alegres y confiados, hacia la catástrofe de una tercera gran guerra europea que como las anteriores se llamará mundial.
Como ya me parece
escuchar la vocecita indignada que grita, "pero el culpable es
Putin", me apresuro a decir que por supuesto Putin es el primer culpable
ya que fue él quien lanzó a su ejército a invadir Ucrania, pero que hay también
otros culpables y no todos están en Rusia. Cuando la escalada verbal de paso a
la escalada bélica y nos veamos inmersos en una guerra de destrucción mutua- ¿o
habrá que decir aniquilación al estilo Borrell? - no creo que entonces importe
mucho quien dio el primer paso o quien es el mayor culpable. La pregunta
entonces será ¿Por qué quienes podían evitarlo, no lo evitaron? Tan adormecidos estamos que no vemos a dónde
conduce tanta retórica belicista, tanto derroche (¿habría que decir negocio?)
armamentístico, tanto ardor guerrero y tanta unanimidad que no admite dudas,
discrepancias ni por supuesto otro discurso que no sea el de "nada que
negociar hay que vencer".
Es significativo
que en esta Europa de las libertades el
hecho de que, a raíz de la invasión y la guerra en Ucrania, se haya prohibido
la difusión de los medios de comunicación rusos, la participación de deportistas rusos en
competiciones europeas o que un teatro de una ciudad de provincias elimine de
su programación una obra de Chejov porque ¡vaya por dios! resulta que es ruso
como Putin, no parece incomodar
demasiado a quienes quizás en otras circunstancias hubieran puesto el grito en
el cielo pero ahora aplauden con entusiasmo o simplemente callan. Tampoco parece incomodar demasiado
que un periodista español es decir ciudadano de la UE lleve más de nueve meses
encarcelado en Polonia, país miembro de la OTAN y de la UE, a la espera de
juicio y en régimen de inhumano aislamiento. Por cierto, para quienes no lo
sepan que me temo pueden ser muchos, el periodista encarcelado en Polonia se
llama Pablo González, es nieto de un "niño de la guerra", aquellos
hijos de republicanos españoles que fueron enviados a la Unión Soviética para
ponerlos a salvo de la guerra de España, por eso Pablo González nació en Moscú
y habla ruso correctamente, razones que al parecer en Polonia son suficientes
para acusar a un periodista español de espiar a favor de Rusia. Conviene
recordarlo porque hay una estrategia de silenciamiento de todo aquello que
pueda suscitar dudas o no cuadre con la versión oficial de las fuerzas del bien
luchando contra las fuerzas del mal con la que se presenta esta guerra. Cuando Amnistía Internacional, haciendo gala
de su habitual objetividad, presentó un informe que daba cuenta no sólo de
atrocidades cometidas por el ejército ruso sino también las del ejército
ucraniano, tuvo que retirarlo casi de inmediato, de no hacerlo se hubiera visto
forzada a cerrar, al perder la financiación de Estados Unidos y los países de
la OTAN. Ocultar información no es una
manera muy fiable de contar lo que está ocurriendo, pero es la manera en la que
se está contando lo que ocurre en esta guerra. También lo que ocurrió antes y
lo que ocurrirá después si lo que dice el jefe de la diplomacia europea llega a
cumplirse.
Uno de los
argumentos que se esgrime con más ardor tanto en el ámbito político como en los
medios de comunicación para justificar la negativa a toda posible cesión en una
hipotética mesa de negociación, es el de que Europa está obligada a defender el
derecho internacional porque ese es el modo civilizado de gestionar las
relaciones entre naciones. Pero el
derecho internacional en versión europea tiene una aplicación muy selectiva, puede llevarnos a la guerra total con Rusia
pero no interfiere para nada en nuestras excelentes relaciones con Israel, país
que viola sistemáticamente las resoluciones de la ONU, ha invadido en más de
una ocasión el vecino Líbano, emplea en sus incursiones armas como las bombas
de fósforo blanco y de fragmentación
cuyo uso en zonas densamente pobladas está prohibido por la legislación
internacional y sobre todo mantiene desde hace décadas una atroz ocupación
militar del territorio palestino en el que, según acuerdos firmados con el aval
de la ONU, EEUU y Europa, debería levantarse el futuro estado palestino.
Mientras escribo estas líneas me llega un wasap de una amiga de Ramala, me
cuenta que un médico de 42 años que estaba atendiendo a una niña en el hospital
de Yenín, ha muerto de un disparo en el cabeza realizado por un francotirador
del ejército israelí, el método es similar al del asesinato de la periodista
Shireen Abu Akleh hace unos meses también en Yenín. En este mismo día y en esta
misma ciudad del norte de Cisjordania, otros tres jóvenes palestinos han muerto
por disparos del ejército de ocupación israelí... he dudado al escribir
"ejército de ocupación" porque sé que eso suena a lenguaje de
activistas, no de periodistas. La realidad es que el ejército israelí en Gaza,
en Cisjordania y en Jerusalén oriental es una fuerza de ocupación, pero llamar
a las cosas por su nombre en el caso de Palestina ha dejado de ser
"lenguaje periodístico". No es
nada excepcional, nada de lo que ha ocurrido mientras escribo estas líneas, un
doctor y tres jóvenes palestinos muertos, es excepcional, ocurre a diario en
los territorios palestinos bajo ocupación militar israelí. Y no pasa nada. No
hay mandatarios europeos clamando por algún tipo de acción de castigo, más bien
al contrario la Unión Europea mantiene relaciones comerciales preferentes con
Israel, sus dirigentes intercambian visitas amistosas y en el festival de
Eurovisión Israel participa, y hasta gana, sin problemas aunque en esos mismos
días su ejército esté bombardeando una vez más la franja de Gaza.
El derecho
internacional que Israel viola a diario en Palestina parece importar un comino
a los dirigentes de la UE que sin embargo lo utilizan como excusa para
justificar la escalada belicista en la que nos han embarcado.
Esto no va de
derecho sino de hegemonía, la que Estados Unidos estaba perdiendo y ha
recuperado tan fácilmente. Y de dependencia, la que Europa ha aceptado de
manera tan dócil como insensata. No se trata de defender a la población
ucraniana sino de utilizar Ucrania para aplastar a Rusia.
Y habrá muchos
muertos, ucranianos, rusos y si nadie lo para habrá muchos muertos en toda
Europa.
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