COLEGIO ELÍAS AHUJA: CUADROS DE MANDO CAYETANOS
El
catolicismo reaccionario español ya fue en los años treinta el principal
suministrador de alimento ideológico del fascismo español
PABLO IGLESIAS
Fotograma del vídeo en el que los
colegiales del
Elías Ahuja hacen el saludo nazi.
A cuenta de
prometer / El reino de los cielos / Algunos vivillos / Lo que están haciendo /
Es su propio cielo / Particular en la Tierra / ¡Compre un pedazo de cielo /
Pagando la cuota mensual! ¡Salve, Regina! / Mater Misericordia / Mater
Misericordia / Hay que estar majareto / Para hablar de amor de Dios / Y al
mismo tiempo / En sus escuelas / Preparar los cuadros de mando / De la
represión fascista / ¡Cómo se puede ser tan fariseo!
Evaristo Páramos
Un buen documental
sobre el momento de España debería arrancar con el vídeo del colegio mayor
Elías Ahuja de Madrid. El grito –“¡Putas, salid de vuestra madriguera...!”–, y
las ventanas que se iluminan, con decenas de siluetas masculinas a contraluz.
Una secuencia impactante. A pelo. Así arrancarían Federico Fellini, Nanni
Moretti y Paolo Sorrentino, maestros del retrato de época. Así arrancaría Pedro
Almódovar.
Enric
Juliana
En un mundo
paralelo, Evaristo Páramos podría ser director adjunto de La Vanguardia y Enric
Juliana el punki más brillante del hemisferio occidental. Como demuestran las
citas con las que he querido abrir este artículo, a ambos les sobra talento
para ello. Me imagino al primero hablándole a cámara, dando saltitos, mientras
reflexiona sobre el Midcat en una biblioteca con una bola del mundo; y al
segundo le veo sin camiseta cantando a gritos “El séptimo de Michigan”: Reunión
de cerdos todas las mañanas / Vendemos países y compramos almas /¿Va mal el
negocio? Mándala a caballería / No hay revolución ¿Eh guarros? Todo controlado
/ Mi petróleo nunca podréis nacionalizar. En fin…
El espectáculo de
las juventudes cayetanas del Colegio Mayor Elías Ahuja la semana pasada es,
como lúcidamente dice Juliana, un retrato de época; una época de normalización
mediática de la ultraderecha, de guerra cultural contra el feminismo y de
masculinidades tóxicas machacadas por el empuje del feminismo que, con un buen
cóctel de testosterona y alcohol, explota como un inconsciente por fin desatado
y liberado: “Putas, salid de vuestras madrigueras como conejas, sois unas putas
ninfómanas, os prometo que vais a follar todas en la capea”. Esa explosión del
inconsciente en público, organizando todo un espectáculo de luces y gritos
animales en sede universitaria, no se explicaría sin la normalización mediática
de la ultraderecha y de sus discursos y ataques contra el feminismo. El
antifeminismo está de moda entre la chavalada cayetana y eso es gracias a la
derecha mediática. Hablamos de los mismos jóvenes a los que hemos visto en su
democrático y católico colegio haciendo el saludo romano y gritando consignas
nazis. Cómo habrá sido la cosa que hasta la embajadora de Alemania (allí
todavía están mal vistos los nazis) tuvo que manifestar su estupor. Por eso
resultan de una hipocresía nauseabunda las lágrimas de cocodrilo de los
periodistas que abren todos sus espacios informativos a la penetración de los
discursos de ultraderecha (póngase una alarma, señora, no sea que mientras va a
comprar el pan le vayan a entrar en casa los okupas) y que hoy condenan a sus
juventudes. Más auténtica ha resultado Ayuso, la desacomplejada líder de la
ultraderecha cultural y de la sección femenina del Colegio Santa Mónica, y su
fiel escudero Toni Cantó. Ultraderechistas sin complejos, sin vergüenza y sin
carnet de Vox mientras estos últimos presumían el fin de semana de tener amigos
fascistas en todo el mundo, con Donald Trump a la cabeza.
Pero hay algo aún
más preocupante. Como se encargaron de recordarle desde el Colegio Elías Ahuja
a una despistada familia minera que buscaba hace años alojamiento para su hijo:
allí se encargan de formar élites. Y tanto. La Iglesia y sus organizaciones
civiles más ultraconservadoras han tenido siempre claro que hay que dominar la
educación y formar cuadros de mando. El Opus Dei ocupó la dirección política y
económica de la dictadura cuando Franco sustituyó a sus zotes falangistas por
los famosos tecnócratas, con López Rodó a la cabeza. El catolicismo
reaccionario español ya fue en los años treinta el principal suministrador de
alimento ideológico del fascismo español, para que cumpliera su misión
histórica de mantener la estructura de privilegios del bloque de poder, y nunca
han dejado de formar cuadros que encontramos en la judicatura, en la
universidad, en el ejército, en la empresa y por supuesto en los medios y entre
los altos funcionarios imprescindibles para gobernar. Del colegio de
energúmenos que se ha hecho famoso en toda España por el vídeo de marras
salieron Pablo Casado (cuyos escritos de la época son reveladores de los valores
que allí se estilan), el exministro Rafael Catalá, el diputado de Vox José
María Figaredo y nada menos que el director de El Mundo Joaquín Manso. Ya ven
que los 1.200 pavos mensuales que pagan los papás de los cayetanos para que
vayan a este cole no son una mala inversión. Y todos visten policrón, juegan
bridge, toman martini-dry / Y los niños son rubiecitos y con otros rubiecitos
van juntitos al colegio high. Lo cantaba Víctor Jara al que, por supuesto,
asesinaron los perros de los cayetanos chilenos.
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