EL DESARROLLO DEL SUBDESARROLLO
CAROLINA VÁSQUEZ ARAYA
Mientras el mundo desarrollado se hunde en un pantano de enfrentamientos provocados por la ambición y la búsqueda de hegemonía, los países menos menos privilegiados deben arreglárselas solos para sobrevivir. Las instancias de alcance global, creadas para garantizar un cierto equilibrio entre naciones -entre ellas la ONU y sus agencias- no solo han perdido espacio; también el poco respeto que todavía conservaban de cara a la opinión pública. Hoy, el desprestigio les ha alcanzado de lleno por su pasividad ante los abusos de las potencias.
Aun cuando la
mayoría de seres humanos carece de medios para comprender la magnitud del
descalabro mundial, el hecho es que todo el sistema bajo el cual se rige el
mundo está colapsando de modo acelerado. La economía, basada en la explotación
y el uso irracional de los recursos naturales, ha cavado un enorme foso
acabando con el precario equilibrio del planeta y lanzándonos hacia una
devastación nunca antes vista.
La inconcebible ola
de saqueo de las riquezas de los países en desarrollo y los efectos acelerados
del cambio climático, marcan un proceso destructivo y genocida sin parangón en
la historia de la Humanidad. Todo ello, acompañado de políticas ambiciosas que
utilizan la extorsión contra gobiernos débiles. Estas naciones, progresivamente
dependientes de la ayuda de organismos financieros internacionales -cuyo
objetivo es aumentar la debilidad del tercer mundo- van cayendo en una
situación que les impide tener acceso a un desarrollo pleno y sostenible.
La teoría del
“desarrollo del subdesarrollo”, elaborada por André Gunder Frank hace ya más de
50 años, explica que “la mayoría de los estudios del desarrollo y del subdesarrollo
adolecen de no tomar en cuenta las relaciones económicas y otras entre las
metrópolis y sus colonias económicas a lo largo de la historia de la expansión
mundial y del desarrollo del sistema mercantilista y capitalista. Por
consiguiente, la mayoría de nuestras teorías fracasan en explicar la estructura
y desarrollo del sistema capitalista como un todo y en tener en cuenta su
generación simultánea de subdesarrollo en algunos lugares y desarrollo
económico en otros.”
Es decir, se supone
una similitud entre el pasado de los países desarrollados y la actual situación
de los no desarrollados, como si solo fuera cuestión de tiempo alcanzar los
mismos niveles. Esa visión, en el estado actual de las relaciones entre unos y
otros, lleva a una perspectiva peligrosamente engañosa. En la actualidad,
frente a una situación de enorme tensión entre las máximas potencias y naciones
aliadas, toda teoría del desarrollo cae ante una realidad que tiene al mundo al
borde del abismo, arrastrando consigo a nuestros países dependientes y
vulnerables.
En este frente
cargado de violencia y ambición geopolítica, el costo cae, de hecho, sobre los
pueblos abandonados a su suerte; sobre los incesantes desfiles de migrantes
cuya precariedad es obra de la voracidad e indiferencia de los países
desarrollados; sobre los desplazados de su territorio por la ambición de la
industria extractiva y sobre grandes conglomerados privados de agua y alimento.
El inconcebible repunte del nazismo en Europa constituye, de modo directo, un
signo de estos nuevos tiempos en donde la vida humana es un mero obstáculo,
capaz de entorpecer sus planes de crear un mundo distópico, blanco, unificado,
obediente.
La situación
mundial nos compete a todos al condicionar nuestra vida, sin excepción.
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