lunes, 17 de octubre de 2022

CARTILLA DE DEMÓCRATA

 

CARTILLA DE DEMÓCRATA

Los viejos atavismos persisten en nuestros tiempos, en una especie de reserva o burbuja del tiempo. Por 1.300 euros al mes, los padres bien pueden mandar a sus cachorros y cachorras a estos reductos resistentes del pasado

— La respuesta de un instituto de Ronda a los cánticos machistas del Elías Ahuja: “¡La violencia no es tradición!”

JAVIER AROCA

Fachada del Colegio Mayor Elías Ahuja de Madrid.

Cuando era chico, en mi colegio, entre la cartilla de notas, había una asignatura peculiar: la de Urbanidad. No puntuaba, no valía para ciertos cómputos, pero nuestros padres la miraban con particular interés; nuestros padres no podían esperar que nos inculcasen valores democráticos en los colegios, pero sí querían que sus hijos se comportasen con educación, respeto y buenas maneras.

Sabíamos que con los niños bien era otra cosa. Sus padres les pagaban colegios caros, donde apenas exigían estas cosas y, en todo caso, también sabíamos que cuando repetían mucho o se salían más allá de lo tolerable, incluso para ellos, los mandaban internos a colegios especiales. Se los quitaban de encima.

 

Colegios mayores como los conocidos en Madrid se asemejan mucho a aquellos tiempos sórdidos de los niños bien. Hoy, como ayer, también sabemos que, tuvieran los méritos que tuvieran, están destinados a ocupar los mejores puestos. Afortunadamente, gracias a la democracia, en cuyo advenimiento tuvieron poco que ver los padres de los niños bien, los hijos de los más desfavorecidos pudieron, con gran incomodo de los exclusivistas, acceder a puestos dirigentes. Le debemos mucho a nuestros padres, a la educación, la urbanidad y el ejemplo que nos dieron.

 

Lo ocurrido en Madrid no es ni raro ni aislado, los niños bien, otrosí digo, cayetanos, hace tiempo que se han ido del sistema. No les interesa la democracia y, sin embargo, en democracia es donde van a encontrar los mejores desempeños

 

Aquellos viejos atavismos persisten en nuestros tiempos, en una especie de reserva o burbuja del tiempo. Por 1.300 euros al mes, los padres bien pueden mandar a sus cachorros y cachorras a estos reductos resistentes del pasado. Se puede segregar por sexos o incluso peor, como hemos visto (los niños con los niños y las niñas con las niñas); a las niñas, además de segregadas, se les reserva un papel subordinado, reproductor de las desigualdades de género, que ellas aceptan como hermanas o novias de sus opresores, o sea y fenomenal, con la santificación y permiso de las empresas, muchas religiosas, que se dedican a esto de los colegios y con la permisividad social que nos envuelve.

 

Los hechos ocurridos en el colegio Elias Ahúja no solo son inaceptables, son muy preocupantes. Recuerdan mucho a Queipo de Llano y sus soflamas. Además, se trata de centros de inspiración religiosa que hunden en la basura el catecismo y el recuerdo de un filántropo y humanista como el andaluz Elias Ahúja.

 

Es verdad que la masculinidad tóxica que anida en los centros universitarios no es ninguna novedad. Mucha de esa toxicidad nos ha llegado a través del cine, recreada en los colleges estadounidenses. A un juez estadounidense le costó su puesto, removido por sus electores, después de una condena leve a un miembro de esas fraternidades machistas acusado de violación. Seguramente aquel juez estudió en el mismo college, pero no quedó impune; el pueblo que lo eligió lo destituyó (se puede en los EEUU). Otro mundo. Como lo es la Europa democrática. Por eso la reacción de la embajadora de Alemania en España, que ha condenado lo que ocurre en este centro incubadora. Los cánticos nazis y exaltaciones fascistas son incompatibles con la experiencia vital y el sufrimiento de los demócratas alemanes y europeos en general.

 

Lo ocurrido en Madrid no es ni raro ni aislado, los niños bien, otrosí digo, cayetanos, hace tiempo que se han ido del sistema. No les interesa la democracia y, sin embargo, en democracia es donde van a encontrar los mejores desempeños; cada día más escorados a la ultraderecha, aliados de la actitud antisistema de las élites más privilegiadas europeas y latinas. Estos centros, que solo los más agraciados se pueden permitir, son auténticas incubadoras de las élites posfranquistas.

 

Hace años me comentó Tierno Galván que en España habíamos tenido muy mala suerte porque los cachorros de los fascistas habían salido más fascistas que sus padres. Irreductibles ante la evolución

 

Hace años me comentó Tierno Galván que en España habíamos tenido muy mala suerte porque los cachorros de los fascistas habían salido más fascistas que sus padres. Irreductibles ante la evolución.

 

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El PP, tibio cuando no apologeta con lo incurrido, no comparte la misma tradición democrática de sus homólogos europeos; no parece que se dé mucho por aludido, quizá porque en un futuro muy inmediato, como ya ha hecho en el pasado, se nutrirá de muchos de los egresados de estos colegios. No es de extrañar, igualmente, que lejos de esa tradición europea democrática, el PP haya combatido con uñas y dientes, hasta última hora, que la Ley de la Memoria Democrática anulase las condecoraciones y reconocimientos franquistas al fascismo y nazismo y a sus mejores representantes, entre otros, a Hitler y Mussolini y a la nobleza franquista.

 

Lo que ha ocurrido en Madrid no se despacha con calificativos de niñatos y niñatas, descerebrados y descerebradas; con sostener que son gamberradas de pijos salidos de todo y de tono. Independientemente de lo que diga la justicia, que suele decir poco de sus confraternos, como conté arriba en el caso de EEUU, la  educación de estos cachorros de un nuevo y persistente nacionalcatolicismo es una seria amenaza para los valores democráticos y para la urbanidad  de cualquier país o ciudad, pongamos que España o Madrid.

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