FULGOR ROMÁNTICO
Novela
Obra: NC..08
(a.18)
José Rivero Vivas
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José Rivero Vivas
FULGOR ROMÁNTICO – NC.08 (a.18) – Novela-
Ilustración de la cubierta: Mujeres en la calle
Óleo sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
(ISBN: 978-84-17764-20-3)
D.L. TF 9 - 2019
Ediciones IDEA, Islas Canarias. Año 2019
www.edicionesidea.com
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SAN ANDRÉS - JM AIZPURUA – (Fragmento)
En esta
cautividad indecente, tu Fulgor
romántico (**) me sirvió de consuelo y reviví con añoranza las andanzas de
Silvestre por esos paisajes parisinos que me son tan entrañables. En vez de
salir al balcón a hacer monerías ¡qué despropósito! me sumergí en el universo
literario de D. José Rivero Vivas, sólo para disfrutar, pues
a mí, querido Pepe; ya no se me pega
nada. Por ahora ni el virus.
Yo temo, me
aterra, una sociedad sin libros, no “best sellers”, donde talentos de la
dimensión de Pepe hoy se pierdan en
twist y otras minucias. Nadie ayuda a que el oficio de escritor no se pierda, y
si no lo hacen: la Sociedad: Libre, Igualitaria y Solidaria, estará perdida.
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José Rivero Vivas
LOS AMANTES – Año 1984
Dibujo en portada: La
editorial.
(ISBN: 84-85443-33-0). Depósito Legal: M. 99 – 1983.
Colección: ONZEVARAS
Ediciones de Nuevo
Sendero, Madrid.
LOS
AMANTES –
NC.04 (a.14) –
Finalista en Premios
Guipúzcoa 1970 -
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DIGNIDAD CREATIVA - JM AIZPURUA – (Fragmento)
Un libro de José Rivero Vivas es un tratado de la
palabra, una universidad de literatura, y un placer solitario, algo que es
necesario esforzarse en comprender para gozar de la plenitud de un artista, un
escritor excepcional de nuestro tiempo.
Es una especie de Van
Gogh, con orejas, pero como él sin reconocimiento oficial, lo que aún lo hace
más grande y cuando su veto quede descubierto, cuando el mundo cultural canario
caiga en su error, también a él le lloverán los homenajes, pero ya hoy día eso
no le preocupa. Él ya hizo lo que debía y saborea su victoria sobre la
mediocridad, la hipocresía y la necedad políticamente correcta.
Mis paisanos vascos se
asombraron de su prosa en 1970 (“Los Amantes”) (*) tan diferente, tan canaria,
tan universal, pero luego cayó sobre él el manto del ostracismo que desde
cualquier instancia paracultural se le impuso y en ello sigue. No aparece en
Internet, donde hasta yo aparezco, ni lo citan en las aulas, y con ello se
pierde un maestro de nuevos escritores canarios universales, pues como formador
de formadores hoy no tendría igual.
Pero así es este nuestro Pueblo Canario, desbordante de todo, pero consciente
de nada, y José Rivero Vivas lo
sabe, pues es parte de él, y sigue trabajando en sus libros pendientes para que
las futuras generaciones sepan de la literatura canaria que la voz de su amo
sepultó en un pretendido olvido que el arte universal impedirá, aunque para
muchos ya será demasiado tarde.
José Rivero Vivas - FULGOR ROMÁNTICO
–Cap. 1 –(Fragmento)
1
-Ça va? -preguntó él.
Y ella:
-Ça va -le contestó.
Él se acercó a ella, la enlazó por el talle,
la atrajo hacia sí, y la besó en la boca.
-Je t'aime -le dijo.
-Je t'attendais -repuso ella.
A partir de ahí
se estableció su mutua simpatía y nació un romance, en tono realista, sin
posibilidad de modificación mediante proceso de incrustación elusiva.
El desafuero
hubiese supuesto rehacer cuanta ilusión desgajara de sí el osado galán, por
causa de su natural fijado en troquel impreciso, afín a discursiva expresión
estereotipada. Puede que tal decisión implicara el logro de su objetivo, si las
cosas se originaran al margen de despacho y decreto; en esencia, no conseguirá
sino desdibujar el perfil conquistado, si cabe, en ingrato desasosiego
indefinido.
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José
Rivero Vivas - EL ESCRITOR AJENO
(Dep. Legal: SE-5863-2008- ISBN: 978-84-95657-11-4
Editorial Benchomo-Islas Canarias – 2008)
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… su ajenidad
-enajenación, desposeimiento o extrañeza-, le viene dada, no porque sea en sí
propiedad de alguien expreso, por contar con patria definida ni por haber
nacido en señalado lugar. El significado de ajeno se lo proporciona el
hecho de no ser reclamado por nadie en la oficina de autores perdidos,
lo cual lo califica de recóndito para todos, aunque ignorado por algunos,
convirtiéndose, como consecuencia de ello, en tremendamente ajeno:
exento de eco, pervivencia y destino.
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José
Rivero Vivas - Del libro TRASLUZ -.Obra: E.16 (a.102) – Inédito
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José Rivero Vivas
FULGOR ROMÁNTICO
CONTRAPORTADA
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Hacia
1963-64 colmaban la mesa del autor dos volúmenes de cuentos: RENUNCIA y EL OFENDIDO, que lo acompañaron en diversos
traslados, hasta ser pasados a máquina hacia 1973-74. De entre ellos, los más
largos, con el paso del tiempo acabaron en distinta estructura narrativa,
aunque su propuesta permaneció de carácter análogo a lo que en principio
promueve el relato.
Transcurridos
los años, algunas historias tomaron expresa extensión, de modo que, sus
personajes, tras fortuito encuentro, exponen su criterio acerca de cuanto
integra el debate sobre la precariedad y otras formas de vicisitud, que de
siempre atribulan al ser sumido en carencia. Ello abrió la posibilidad de
apertura a lo que hoy es FULGOR ROMÁNTICO.
Claro es
que Silvestre no es escritor para presumir de inventar raíces ni de tergiversar
temas, envueltos en aleluyas inusitadas, con objeto de captar la pieza maestra
de aquella parada sobre la cual reposaba el cielo raso de una tarde veraniega.
La verdad expuesta, pone de manifiesto que la gentil dama, seguida del silencio
gradual en torno del jardín, supuso el desequilibrio de estar frente a la fosa
abierta, como descanso de aquel moscardón que la hubo asediado durante su
estancia en París.
En un bar de rue Tardieu, al pie de Le Sacré Coeur, se encuentran
dos antiguos
conocidos. Después del saludo de rigor, entran en conversación acerca de
diversos temas, aunque centrados en la actividad de la juventud, que entonces
apuntaba hacia el modelo hippy.
Transcurre el tiempo y Silvestre, que es quien llega, se muestra algo
distraído. Henri Gontier, quien estaba en la terraza, se lo hace ver, y, la
conversación gira en torno a la mujer en general. Silvestre la idealiza en un
amor que tuvo. Henri Gontier despotrica de ella, comentando las trifulcas con
su mujer. Finalmente aparece ésta, y, tanto Silvestre, como ella, quedan
confusos. Él se despide en seguida y continúa su habitual paseo por la orilla
del Sena, que le trae gratos recuerdos de su pasado amor.
Enajenado, tras el inesperado encuentro, Silvestre dirige sus
pasos hacia el río, tratando de revivir aquellos momentos que para siempre
marcaron su existencia. Recuerda entonces su cotidiano deambular de Place du
Châtelet a Place de la Concorde, a lo largo de Rue Rivoli. Otras veces tomaba
Quai de la Mégisserie et Quai des Tuileries, jusqu’au l`Obélisque, mientras se
extasiaba en la contemplación de la orilla opuesta. Lugares que transitaba a
diario, durante la tarde que, en días de entrada gratuita, terminaba su paseo
en Le Musé des Impressionistes.
Trabajaba en Les Halles,
en la descarga des huîtres, con un
camión enorme atravesado en el Pavillion.
Luego, a partir de las diez de la mañana, hacía de repartidor, acarreando
pequeños encargos a distintos puntos de la extensa ciudad, fuera del itinerario
de los triciclos motorizados. Por lo demás, no cesaba de flàner à travers Paris, mirando por fuera lo que imaginaba habría
dentro, vedado para quien como él era de posibles austeros. Los días de clase
de francés, descendía Le Boulevard Raspail, en busca del conocido Centro, donde
por primera vez vio a la blonde
Astrid.
Rememora Silvestre su época de juventud, endiosado en su
fatuidad, sin conocer todavía aquella sentencia de Albert Camus acerca de
posicionarse en la carrera del tiempo. Por ello, después de tantos años sin ver el escenario donde la acción
mayormente transcurre, la memoria siente la dificultad de recordar con justeza
su enseña, lo que, de paso, permitiría comprobar el cambio operado en torno;
constatar, no obstante, el decurso inexorable, no hubiese sido propicio a la
preservación de la atmósfera entonces lograda. El pensamiento, sin embargo, se
pierde tras la ensoñación que lo lleva a admirar la hermosa muchacha, con el
búcaro lleno de agua, cargado a la cabeza, andando esbelta entre vericuetos de
un laberinto que confunde su percepción, acaso no derruida, pese a que lo
aflige y anonada.
Los
cuentos, que integran la obra y aparecen superpuestos, conservan su entidad,
que una atenta lectura desvela de inmediato. Aunque su escritura se produjo en
distinto lugar y tiempo, vienen a propósito para exponer el estado de ánimo
reflejado en cada momento de la ficción. De aquí que cada uno vibre en su
propio ser, cual anécdota al margen, que en realidad exhibe el espacio idóneo
de su inserción, trocando el collage por la incrustación, término preferido de
un genuino autor, no incluido en este quehacer.
De modo
que, cuando algún relato pueda aparentar intempestivo y aun inconsecuente,
cualquiera de ellos refleja el clima de tribulación y nostalgia imperante en la
leyenda. Es, por lo tanto, premisa intencional en la obra, puesto que cuanto
revive, quien recuerda a través de la evocación de su entorno, corre parejas
con el sitio y el especial momento, sin mantener una trayectoria común con la
supuesta lógica de una narración al uso, ya que, en esencia, se mantiene
irregular en su forma y procedimiento.
Cabe
señalar las frecuentes expresiones en lengua francesa, utilizadas como si
hubiese un interés de reciprocidad con el país donde está ambientada la fábula.
Lo cierto es que, estas expresiones denotan la autenticidad del pasaje en sí,
sin necesidad de explicitación que acompañe la descripción de la escena. Están
ahí, en brevedad, para dar fe de la palabra precisa, en acepción, eufonía y
enjundia.
En la obra,
sin embargo, se advierte claramente cierta preferencia que lleva a testimoniar
el mundo anónimo, atmósfera de seres que apenas cuentan para la Historia. Acaso
sea anhelo de ver una inscripción, un rótulo, una placa, en un parque o jardín,
con el nombre de alguien perteneciente a quienes carecen de mérito, cualidades
o nivel social tal vez. Pero, lamentablemente, se vive un momento en que nadie
canta, forma prudente de estar de pie, aun cuando el sujeto se niegue a visitar
las dependencias señaladas en la invitación oficial.
Así, pues,
iniciar pesquisas sobre el argumento, no parece desproporcionado, conforme
anuncia el cartel signado por el alguacil, en su aporte legal, nunca
autoritario. Demanda, en ampuloso gesto, que cada cual ponga su haber frente a
sí mismo, por si alguien quiere dejar constancia de su obsesión, respecto de
cuánta criatura irreconciliable muestra alocada la preocupación que la embaraza
y anula.
Al final de
su propuesta, confiesa que, distante de cierta demarcación, la estima muestra
su análisis con opuesto talante, después de obtenida la introducción en pro de
un templado comentario, favorable a la novela, que a grandes rasgos explora la
cadencia señoreada de un estudio profundo, aun cuando suponga insustancial
denuedo, tras clara rememoración espontánea, de un ayer furtivo, donde yace, en
suspenso, el alma del ser ensimismado en su destino, ungido por lánguido
recuerdo, que lo sume en honda tribulación, cuando absorto permanece en tenue y
pálida añoranza.
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José
Rivero Vivas
FULGOR
ROMÁNTICO
CONTRAPORTADA
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José Rivero Vivas
FULGOR ROMÁNTICO – NC.08 (a.18) – Novela-
Ilustración de la cubierta: Mujeres en la calle
Óleo
sobre lienzo de Ernst Ludwig Kirchner.
(ISBN: 978-84-17764-20-3) D.L. TF 9 - 2019
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Islas Canarias. Año 2019
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Tenerife
Islas
Canarias
Octubre
de 2022
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