¿FIESTA DE LA HISPANIDAD?
FRANCISCO JAVIER GONZALEZ
I.
Génesis de la “Hispanidad” desde la óptica españolista y eurocéntrica.
El 12 de octubre de 1492 la flotilla de tres carabelas que comandaba Cristoforo Colombo avistó la isla de Guanahaní, una del Archipiélago caribeño de Bahamas, probablemente San Salvador. Fue la primera vez que la Europa del medioevo avista y pisa el “Nuevo Mundo”, aunque probablemente por el norte del continente ya habían estado los navegantes vikingos en lo que llamaron Vinland y el almirante chino Zheng He –“el Gran Eunuco- había, con parte de la gran flota china, llegado a Chile y costeado todo el oeste del continente americano hasta California 70 años antes que las carabelas españolas.
Hace ya quinientos
treinta años de esa historia, pero nunca, en los tres primeros siglos, se
celebró efemérides alguna. Desde que el papa Clemente XII –el primero que condenó
a la masonería en la encíclica In
Eminenti- declaró en 1735 al día 12 de octubre como Fiesta de la Virgen del
Pilar solo se celebraba a “la Pilarica”, fiesta que venía ya desde 1678 cuando
las Cortes de Aragón la habían nombrado patrona del Reino de Aragón.
En los primeros 300 años, esto es, en los doce de octubre de 1592, 1692 y 1792, no hubo “Día” de nada. Nadie celebró esa llegada, que en el ombliguismo eurocéntrico llaman “descubrimiento” aunque sin decir quién descubre a quién. A fines de ese XIX los intereses de la burguesía comercial y exportadora española entran en el juego. En 1888, se remodeló el litoral barcelonés para preparar la ciudad para su gran Exposición Universal. En ese entorno se erige la célebre estatua del final de la Ramblas, frente al Port Vell, la primera gran estatua a Cristòfor Colom, pagada por el Ajuntament de Barcelona, con aportaciones de algunos mecenas capitalistas, y con 30 toneladas de bronce cedidas por el ejército español. Empiezan a aparecer los militares en la escena. La magnitud del empeño oficial nos la da las cifras. El Ajuntament había presupuestado 300.000 pesetas para la obra esperando recaudar la mayoría por suscripción pública. El costo real, de más de un millón de pesetas, recayó en su mayor parte en el endeudamiento municipal. Para valorar lo que significa debemos tener en cuenta que por esos años el Estado Español dedicaba el 1% del gasto público a la enseñanza –menos de lo que significaba, sin ir más lejos, el costo de mantener la monarquía y sus fastos- y algo más del 20% al ejército de un total presupuestado de 800 millones de pesetas.
Hay que esperar casi un
lustro -hasta 1892- para que hubiera
celebraciones del IV Centenario del Descubrimiento de América. Es el momento en
que se erigen las estatuas a Colón de Madrid y la de la Gran Vía de Colón en
Granada que se llama, popularmente, “la del IV Centenario”. Como la “Expo”
catalana y su Colón, fueron actos y celebraciones impulsadas por la burguesía
comercial y la prensa española que veía la necesidad de establecer lazos con
las nuevas repúblicas independientes que fueron su imperio colonial para
fortalecer las relaciones económicas con ellas y, al tiempo, mantener fuertes las que todavía, por poco
tiempo, tenían con las colonias restantes en América y Asia, que pasarían a
manos gringas en 1898 (Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam). Al mismo tiempo,
los intelectuales españoles de esos momentos encontraron en la fecha un motivo
para intentar frenar los proyectos centrífugos de naciones con personalidad
propia dentro del Estado Español. De todas formas, la Fiesta del 12 de octubre
en los años posteriores tuvo un muy desigual comportamiento, unas veces se
celebraba con saraos y conferencias y en otras permanecía en el olvido, aunque
lo que no faltaba nunca eran los desfiles militares.
En los primeros decenios del XX encontramos los
orígenes de la “Fiesta de la Raza”. Ya en 1915 el periodista Mariano de Cavia
encabezaba una campaña periodística para que el 12 de octubre se declarara
“Fiesta Nacional”. Escribía en “El Imparcial” “Si cualquiera otra nación en todo el mundo tuviera entre sus
efemérides una cosa como la del 12 de octubre de 1492, asusta pensar en lo que
haría esa nación, grande o pequeña, opulenta o de mediano pasar, pero siempre
orgullosa de sí misma y de su prolífica acción, para celebrar dignamente la
fecha más luminosa de sus anales”. Un par de años después, en San
Sebastián, en plena restauración borbónica española, celebrando la que se
llamaba “Fiesta de la Raza” en el Ateneo Guipuzcoano el 12 de octubre de 1917
el mismo rey Alfonso XIII decía: “Día
este muy feliz, llamado de la Raza, que habremos siempre de celebrar con
admiración y gozo a un tiempo, puesto que en ella coinciden, en sus
palpitaciones de uno y otro lado del Atlántico millones de corazones, hijos
todos de este fecundo suelo hispano”. Al año siguiente, durante el tercer
gobierno del liberal-conservador Antonio Maura y Montaner, el 12 de octubre de 1918 se declaró
oficialmente como fiesta nacional bajo la denominación de Día de la Raza y se
desató el fervor público por Colón y por todos los conquistadores españoles.
Ya desde 1908 en que la
Virgen del Pilar fue nombrada como Capitán General del Ejército Español la
fiesta tomó carácter cuasimilitar, carácter que se acentuó en la dictadura de
Primo de Rivera, a partir de 1923. En octubre de 1931 entre Ramiro de Maeztu,
Fernando Gallego de Chaves y Calleja, marqués de Quintanar, antiguos militantes
de la Unión Patriótica primoriverista y el joven integrista católico Eugenio
Vega Latapié, todos miembros prominentes de la Unión Monárquica Nacional,
fundan la Asociación Cultural y la revista “Acción
Española” de carácter monárquica, antiliberal e integrista católica
enfrentada radicalmente a la democracia instaurada con la II República. Nido de
conspiradores antirrepublicanos que preconizaban que “la violencia es consecuencia forzosa de toda creencia firme” y
alentaban al levantamiento armado “contra
los enemigos de Dios y de la Patria”. La revista y la asociación se
financiaron con 100.000 pesetas que iban destinadas a la organización de
actividades subversivas contrarrevolucionarias y que Vega Latapié desvió para
este fin “cultural”. Ramiro de Maeztu asume el papel de ideólogo y líder de la nueva organización. En el
artículo auroral del nº 1 de la Revista “Acción Española” en la que figura el
marqués de Quintanar como director –artículo que obtiene el Premio “Luca de
Tena” del diario ABC- Maeztu representa a España como una vieja encina con sus
raíces hundidas profundamente en la tierra pero sofocada por una hiedra
venenosa que la asfixia. Esa “tierra” para Maeztu es la tradición católica
española y la “yedra” es el conglomerado progresista judeo-masónico. El
artículo, titulado por supuesto “Acción Española”, comienza así: “España
es una encina medio sofocada por la yedra, La yedra es tan frondosa y se ve la
encina tan arrugada y encogida, que a ratos parece que el ser de España está en
la trepadora y no en el árbol. Pero la yedra no se puede sostener sobre sí
misma. Desde que España dejó de creer en su misión histórica, no ha dado al
mundo de las ideas generales más pensamientos valederos que los que han tendido
a recuperar su propio ser. Ni su Salmerón, ni su Pi y Margall, ni su Giner, ni
su Pablo Iglesias, han aportado a la filosofía del mundo un solo pensamiento
nuevo que el mundo estime válido” Contrapone a esa “yedra” la “tierra” que
aportan los “valores positivos y
universales (de) un Balmes, un
Donoso, un Menéndez Pelayo, un González Arintero”.
En ese nº1 encontramos el
artículo de Maeztu titulado “La
Hispanidad” que nos da la razón de ser, para Maeztu, y el origen del nombre
que propone: “El 12 de octubre, mal
titulado el Día de la Raza, deberá ser en lo sucesivo el Día de la Hispanidad.
Con estas modestas palabras encabezaba su extraordinario del 12 de octubre
último un modesto semanario de Buenos Aires, El Eco de España. La palabra se
debe a un sacerdote español que en la Argentina reside, D. Zacarías de
Vizcarra. Si el concepto de Cristiandad comprende y a la vez caracteriza a
todos los pueblos cristianos, ¿por qué no ha de acuñarse otra palabra, como
ésta de Hispanidad, que comprenda también y caracterice a la totalidad de los
pueblos hispánicos?.
Maeztu en su artículo
extiende el sentido de “hispano” también a Portugal y Brasil. Se basa en que
Cámoens los llama en sus Lusiadas “Huma
gente fortissima de Espanha” y que Vasconcelos decía casi lo mismo “Hispani omnes sumus” y Almeida Garret “Somos Hispanos e debemos chamar Hispanos a
quantos habitamos a península hispánica” para rematar afirmando que “Hispánicos son pues todos los pueblos que
deben la civilización o el ser a los pueblos hispanos de la península.
Hispanidad es el concepto que a todos abarca”
Como era de esperar la
falange y el franquismo tomó todo esto como si fuera la nueva Biblia, pero el
día en cuestión seguía denominándose “de la Raza”. No es de extrañar dadas las
afinidades de Maeztu con el pensamiento hitleriano. En “Acción Española” y en
el diario “ABC” repetidas veces muestra su admiración por Hitler y su apoyo al
antisemitismo nazi, como su empeño en que triunfara en España un Movimiento de
ese estilo pidiendo incluso al fundador del Partido Nacionalista Español de
extrema derecha, José María Albiñana, que lo encabezara. En la etapa final del
franquismo un decreto firmado por Franco devuelve, en 1958, a la fecha el
nombre propuesto por Maeztu: “Dada la
enorme trascendencia que el 12 de octubre significa para España y todos los
pueblos de América hispana, el 12 de octubre será fiesta nacional, bajo el nombre
de “Día de la Hispanidad”
También en determinadas
naciones americanas en que la presencia india podría poner en peligro la
supremacía criolla. En todos ellos la parafernalia militar ocupa una buena
parte de la celebración En esas tierras latinoamericanas, en que
los criollos descendientes de españoles controlaban el poder –recordemos que en
la Venezuela de Bolívar, los canarios solo éramos “blancos de orilla” una
categoría intermedia entre los “pardos” o los “indios” y los hispanos
gobernantes- la fecha no causaba ninguna oposición. Más bien al contrario, pero
los pueblos originarios tanto en el Norte como en el Sur de Abya Yala han ido,
paulatinamente, despertando y enfrentándose a la realidad postcolonial
dominada, política y culturalmente, por los criollos, sean hispanos, galos o
sajones, pero eso ya es otra parte de historia objeto de la segunda parte de
este análisis.
No se recata ni un fisco
la metrópoli en la celebración con el “progresismo” colonial postfranquista en
el poder. Bajo la presidencia de Felipe González se aprobó la Ley 18/1989, de
artículo único, refrendada por el Rey ahora a la fugona por Abu Dhabi, que, en
su Exposición de Motivos para declarar como “Fiesta
Nacional de España, a todos los efectos el día 12 de octubre”, nos explica
que “La conmemoración de la Fiesta Nacional, práctica común en el mundo
actual, tiene como finalidad recordar solemnemente momentos de la historia
colectiva que forman parte del patrimonio histórico, cultural y social común,
asumido como tal por la gran mayoría de los ciudadanos.
Sin menoscabo de la indiscutible complejidad que implica el pasado
de una nación tan diversa como la española, ha de procurarse que el hecho
histórico que se celebre represente uno de los momentos más relevantes para la
convivencia política, el acervo cultural y la afirmación misma de la identidad
estatal y la singularidad nacional de ese pueblo”
La ley termina su
artículo único de esta forma: “La fecha elegida, el 12 de octubre, simboliza la efemérides
histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del
Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de
los Reinos de España en una misma Monarquía, inicia un período de proyección
lingüística y cultural más allá de los límites europeos.
La presente Ley trata de subrayar, a través de la decisión de los
legítimos representantes del pueblo español, la especial solemnidad de la fecha”
Lo de proyección lingüística y cultural queda
en agua de borrajas al lado del imponente desfile militar – a pesar de que las
Fuerzas Armadas españolas tiene su Día propio y especial para lucir sus armas,
medallas y escarapelas- con paracadistas
portabandera y banderas de humo coloreado en el cielo para dar compaña a los
tanques y las unidades que desfilan a pie, en vehículos o a caballo. Una enorme
parafernalia que se ha visto, este año, multiplicada y fortalecida por la
crisis bélica en Europa. Faltó algún arma nuclear como las que tienen los
gringos en suelo español.
Todas los
presidentes regionales estuvieron presentes, a pie firme y doblegando la cerviz
en el saludo al monarca hispano. Solo las dos naciones que, aunque sometidas al
yugo estatal español, conservan su sentido y compromiso nacional, Euzkadi y
Catalunya no estaba en el rendez-vous colonial.
El más
afuchado, “nuestro” Presidente regional
Francisco Javier González
12 de Octubre de 2022,
Día Mundial de la Resistencia de los Pueblos Indígenas
Gomera, Noroeste de
África, tierra colonizada.
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