“La guerra de clases nunca termina,
los amos nunca ceden”
Noam Chomsky reflexiona sobre los
actuales ‘cuatro jinetes del apocalipsis’: la pandemia, la catástrofe
climática, el exterminio nuclear –siempre al acecho– y la destrucción de la
democracia estadounidense. Y reivindica “el optimismo de la voluntad”
NOAM CHOMSKY / DAVID
BARSAMIAN
Noam Chomsky en un encuentro con el canciller del
Ecuador Ricardo Patiño en 2015.
[A continuación
ofrecemos la traducción de un extracto abreviado del capítulo 9 de Notes
on Resistance, de Noam Chomsky y David Barsamian, publicado por Haymarket
Books].
David
Barsamian: La situación que estamos afrontando
se describe a menudo como sin precedentes: una pandemia, una catástrofe
climática y, siempre al acecho, el exterminio nuclear. Tres de los cuatro
jinetes del apocalipsis.
Noam Chomsky: Puedo añadir un cuarto: la inminente destrucción de lo que queda de la democracia estadounidense y el giro de Estados Unidos hacia un Estado profundamente autoritario, también protofascista, cuando los republicanos vuelvan a gobernar, lo que parece probable. Así que son cuatro caballos.
Y
recuerda que los republicanos son el partido negacionista, empeñado en
precipitarse hacia la catástrofe climática de la mano del principal destructor
al que ahora adoran como a un semidiós. Son malas noticias para Estados Unidos
y para el mundo, teniendo en cuenta el poder de este país.
Barsamian: El Instituto Internacional para la Democracia y
la Asistencia Electoral acaba de publicar el Informe sobre el Estado de la
Democracia en el Mundo en 2021. Dice que Estados Unidos es un país donde la
democracia está “retrocediendo”.
El Partido Republicano se dedica abiertamente a socavar
lo que queda de la democracia estadounidense
Chomsky: Drásticamente. El Partido Republicano se dedica
abiertamente –ni siquiera lo disimula– a socavar lo que queda de la democracia
estadounidense. Están trabajando arduamente en ello. Desde la época de Richard
Nixon, los republicanos saben desde hace tiempo que son fundamentalmente un
partido minoritario y que no van a conseguir votos anunciando su compromiso
cada vez más manifiesto por el bienestar de los ultrarricos y del sector
empresarial. Así que llevan mucho tiempo desviando la atención hacia las
llamadas cuestiones culturales.
Comenzó
con la estrategia sureña de Nixon. Este se dio cuenta de que el apoyo del
Partido Demócrata a la legislación por los derechos civiles, aunque limitado,
les haría perder a los demócratas del sur, que eran abierta y claramente
racistas radicales. El gobierno de Nixon sacó provecho de ello con su
estrategia sureña, al insinuar, abiertamente, que los republicanos se
convertirían en el partido de la supremacía blanca.
En
los años siguientes retomaron otros temas. Ahora es la definición implícita del
partido: así que, ¡apresurémonos a atacar la Teoría Crítica de la Raza,
signifique lo que signifique! Como han explicado sus principales portavoces, se
trata de un término genérico para todo, por lo que pueden aglutinar al público:
la supremacía blanca, el racismo, la misoginia, el cristianismo, los derechos
antiabortistas.
Entretanto,
la dirección, con la ayuda de la derechista Sociedad Federalista, ha estado
desarrollando vías legales –si se puede llamar así– para que los republicanos
se aseguren de que, incluso como partido minoritario, puedan controlar los
mecanismos de votación y el resultado de las elecciones. Están explotando
ciertos aspectos radicalmente antidemocráticos que están incorporados en el
sistema constitucional y las ventajas estructurales que tienen los republicanos
como partido que representa a las poblaciones rurales más dispersas y a la
población tradicionalmente cristiana y nacionalista blanca. Aprovechando esas
ventajas, incluso con una minoría de votos, podrían mantener algo así como un
poder casi permanente.
Si Donald Trump, o un clon de Trump, llega a la
presidencia en 2024 no es probable que Estados Unidos pueda escapar al impacto
de la destrucción climática
En
realidad, esa permanencia podría no durar mucho si Donald Trump, o un clon de
Trump, llega a la presidencia en 2024. No es probable entonces que Estados
Unidos, por no hablar del mundo, pueda escapar al impacto de la destrucción
climática y medioambiental que se han encomendado a acelerar.
Barsamian: Todos vimos lo que ocurrió en Washington el 6 de
enero. ¿Hay posibilidades de que aumente el malestar social? Hay múltiples
milicias en todo el país. El representante Paul Gosar, del gran estado de Arizona,
y la representante Lauren Boebert, del gran estado de Colorado, entre otros,
han hecho declaraciones amenazadoras incitando a la violencia y al odio. En
Internet abundan las teorías conspirativas. ¿Qué debemos hacer?
Chomsky: Es muy grave. De hecho, tal vez un tercio,
aproximadamente, de los republicanos piensa que quizá sea necesario utilizar la
fuerza para “salvar a nuestro país”, como dicen ellos. “Salvar a nuestro país”
tiene un significado claro. Por si alguien no lo entendiera, Trump hizo un llamamiento
a la gente para que se movilizara para evitar que los demócratas inundaran este
país con criminales salidos de las cárceles de otras tierras, para que no
“sustituyeran” a los estadounidenses blancos y destruyeran los Estados Unidos.
La teoría del “gran reemplazo”: eso es lo que significa “quitarnos el país”
y es lo que están utilizando de un modo eficaz los elementos
protofascistas, de entre los cuales Trump es el más radical y el más notorio.
¿Qué
podemos hacer al respecto? Las únicas herramientas disponibles, nos guste o no,
son la educación y la organización. No hay otro camino. Eso supone tratar de
revivir un auténtico movimiento obrero del tipo que, en el pasado, estuvo a la
vanguardia de los movimientos encaminados a la justicia social. También supone
organizar otros movimientos populares y realizar una labor educativa para
combatir las letales campañas antivacunas que se están llevando a cabo,
asegurarse de que se hacen verdaderos esfuerzos para lidiar con la crisis
climática, movilizarse contra el compromiso bipartidista de aumentar el
peligroso gasto militar y las provocaciones a China, que podrían llevar a un
conflicto que nadie quiere y acabar en una guerra funesta.
Hay
que seguir trabajando en esto. No hay otro camino.
Barsamian: En un segundo plano tenemos la desigualdad extrema,
que está disparada. ¿Por qué Estados Unidos es tan desigual?
Chomsky: Mucho de esto ha sucedido en los últimos 40 años
como parte del asalto neoliberal a Estados Unidos en el que también han
participado los demócratas, aunque no tanto como los republicanos.
Hay un cálculo bastante minucioso de lo que se llama
la transferencia de riqueza del 90% de la población más pobre al 1% más rica
durante estas cuatro décadas de asalto
Hay
un cálculo bastante minucioso de lo que se llama la transferencia de riqueza
del 90% de la población más pobre al 1% más rica (en realidad, una parte de
ellos) durante estas cuatro décadas de asalto. Un estudio de la RAND
Corporation calculó que era de casi 50 billones de dólares. No estamos hablando
de calderilla, y sigue en marcha.
Durante
la pandemia, las medidas que se tomaron para evitar que la economía se
desplomara derivaron en un mayor enriquecimiento de unos pocos. También, en
cierto modo, lograron que muchos otros subsistieran, pero los republicanos
están ocupados tratando de desmantelar esa parte del acuerdo para dejar
únicamente la parte que enriquece a unos pocos. Es a lo que se dedican.
Pongamos
como ejemplo el Consejo de Intercambio Legislativo Americano (ALEC, por sus
siglas en inglés). Esto se remonta a hace años. Es una organización financiada
por casi todo el sector empresarial que se dedica a tocar el punto débil del
sistema constitucional, los estados. Es muy fácil. No es muy difícil comprar o
incitar a los representantes legislativos a nivel estatal, así que ALEC ha
trabajado allí para imponer una legislación que fomente la labor a largo plazo
de aquellos que buscan acabar con la democracia, aumentar la desigualdad radical
y destruir el medio ambiente.
Y
uno de las labores más importantes es conseguir que los estados legislen de
modo que ni siquiera puedan investigar –y desde luego no castigar– el saqueo de
salarios, que roba miles de millones de dólares a los trabajadores cada año al
negarse a pagar las horas extras, así como mediante otros mecanismos. Se han
hecho esfuerzos para investigarlo, pero el sector empresarial quiere
detenerlos.
Una
analogía en el ámbito nacional es tratar de que el IRS (la Agencia Tributaria
de EE.UU.) no persiga a las empresas ricas que hacen trampas fiscales. A todos
los niveles imaginables, esta guerra de clases por parte de los patronos, del
sector empresarial, de los superricos está haciendo estragos. Y van a utilizar
todos los medios que puedan para asegurarse de que continúe hasta que hayan
conseguido destruir no sólo la democracia estadounidense, sino la posibilidad
misma de supervivencia como sociedad organizada.
Barsamian: El poder corporativo parece imparable. La clase
supermillonaria –Jeff Bezos, Richard Branson y Elon Musk– ahora vuela al
espacio exterior. Pero me acuerdo de algo que dijo la novelista Ursula K. Le
Guin hace unos años: “Vivimos en el capitalismo, su poder parece ineludible”. Y
luego añadió: “También lo era el derecho divino de los reyes”.
Chomsky: También la esclavitud. También lo era el principio
de que las mujeres son una propiedad, que perduró en Estados Unidos hasta la
década de 1970. También las leyes contra el mestizaje, tan radicales que ni
siquiera los nazis las aceptaban, que perduraron en Estados Unidos hasta los
años sesenta.
La esclavitud fue abolida, pero su huella permanece en
nuevas y agresivas formas
Han
existido todo tipo de horrores. Con el tiempo, su poder se ha erosionado, pero
nunca se ha eliminado por completo. La esclavitud fue abolida, pero su huella
permanece en nuevas y agresivas formas. No es la esclavitud, pero es
suficientemente horrible. La idea de que las mujeres no son personas no solo se
ha superado oficialmente, sino también en gran medida en la práctica. Aun así,
queda mucho por hacer. El sistema constitucional fue un paso adelante en el
siglo XVIII. Incluso la frase “Nosotros, el pueblo” aterrorizaba a los
gobernantes autocráticos de Europa que estaban tremendamente preocupados de que
los males de la democracia (lo que entonces se llamaba republicanismo) pudieran
extenderse y socavar la vida civilizada. Pues bien, se extendió, y la vida
civilizada continuó, incluso mejoró.
Así
que, sí, hay periodos de retroceso y de progreso, pero la guerra de clases
nunca termina, los amos nunca ceden. Siempre aprovechan todas las oportunidades
y, si son los únicos partícipes en la lucha de clases, efectivamente habrá una
regresión. Pero no tienen por qué serlo, no más que en el pasado.
Barsamian: En tu libro Masters of Mankind (Maestros
de la humanidad) hay un artículo, “¿Puede la civilización sobrevivir al
capitalismo que realmente existe?”. Escribes que “la democracia capitalista que
realmente existe” (DCRE para abreviar) es “radicalmente incompatible” con la
democracia y añades: “Me parece poco probable que la civilización pueda
sobrevivir al capitalismo que realmente existe y a la democracia claramente
debilitada que lo acompaña. ¿Podría una democracia operativa cambiar la
situación? Pensar en sistemas inexistentes es una labor meramente especulativa,
pero creo que hay algunas razones para pensar que sí”. Explícame los motivos.
Chomsky: En primer lugar, vivimos en este mundo, no en el
mundo que nos gustaría imaginar. Y en este mundo, si únicamente se piensa en el
marco temporal para lidiar con la destrucción del medio ambiente, es mucho más
corto que el tiempo que sería necesario para llevar a cabo una remodelación
significativa de nuestras instituciones básicas. Eso no significa que no haya
que intentarlo. Hay que intentarlo todo el tiempo: trabajar en formas de
aumentar la conciencia, aumentar la reflexión y construir los rudimentos de las
instituciones futuras en la sociedad actual.
Al
mismo tiempo, las medidas para salvarnos de la autodestrucción tendrán que
darse dentro del marco básico de las instituciones existentes –con alguna
modificación sin un cambio fundamental–. Y se puede hacer. Sabemos cómo se
puede hacer.
Entretanto
hay que seguir trabajando en la superación del problema de la DCRE, la
democracia capitalista que realmente existe, que en su naturaleza esencial es
una sentencia de muerte, además de profundamente inhumana en sus cualidades
fundamentales. Por lo tanto, trabajemos en eso y, al mismo tiempo, asegurémonos
de salvar la posibilidad de lograrlo superando la crisis inmediata y urgente a
la que nos enfrentamos.
Barsamian: Habla de la importancia de los medios de
comunicación progresistas independientes como Democracy Now! y Fairness
& Accuracy in Reporting. ¿Y puedo añadir a Alternative Radio?
Editoriales como Verso, Haymarket, Monthly
Review, City Lights y The New Press. Revistas como Jacobin,
The Nation, The Progressive e In These Times. Revistas
digitales como TomDispatch, The Intercept y ScheerPost.
Emisoras de radio comunitarias como KGNU, WMNF y KPFK.
¿Qué importancia tienen para contrarrestar la narrativa corporativa dominante?
Chomsky: ¿Y qué si no va a contrarrestarla? Ellos son los que
mantienen la esperanza de que seamos capaces de encontrar formas de
contrarrestar estas tendencias tan dañinas y destructivas de las que hablamos.
Hacen falta medios para difundir información y
análisis que abran espacios para debates que no vas a encontrar, en su gran
mayoría, en los medios de comunicación dominantes
El
método principal es, por supuesto, la educación. La gente tiene que llegar a
entender lo que está pasando en el mundo. Eso requiere medios para difundir
información y análisis que abran espacios para debates que no vas a encontrar,
en su gran mayoría, en los medios de comunicación dominantes. Quizá a veces de
un modo puntual. Mucho de lo que hemos estado hablando no se discute en
absoluto, o únicamente de forma marginal dentro de los principales medios de
comunicación. De modo que estas conversaciones tienen que llegar al público a
través de estos canales. No hay otra manera.
En
realidad, hay otra manera: la organización. Es posible y, de hecho, fácil
llevar a cabo programas educativos y culturales dentro de las organizaciones.
Esa fue una de las principales contribuciones del movimiento obrero cuando era
una institución dinámica, viva, y una de las principales razones por las que el
presidente Ronald Reagan y la primera ministra británica Margaret Thatcher
estaban tan decididos a destruir a los trabajadores, tal y como hicieron ambos.
Sus primeros movimientos fueron ataques al movimiento obrero.
Había
programas educativos y culturales que reunían a la gente para reflexionar sobre
el mundo, entenderlo y desarrollar ideas. Para hacerlo se necesita
organización. Hacerlo solo, una persona en solitario, es extremadamente
difícil.
A
pesar de los esfuerzos de las empresas por hacer retroceder a los sindicatos,
ya en la década de 1950 existía en Estados Unidos una prensa obrera viva e
independiente que llegaba a mucha gente y que condenaba al “sacerdocio
comprado”, como lo llamaban, de la prensa dominante. Se necesitó mucho tiempo
para acabar con ella.
En
Estados Unidos existía una prensa obrera dinámica y progresista que se remonta
al siglo XIX, cuando era un fenómeno importante. Eso puede y debe recuperarse
como parte del renacimiento de un movimiento obrero militante y funcional a la
vanguardia del progreso hacia la justicia social. Sucedió antes y puede volver
a suceder. Y los medios de comunicación independientes son un elemento
fundamental para ello.
Cuando
era niño, en la década de 1930 y principios de la de 1940, leía a Izzy Stone en
el Philadelphia Record. No era el principal periódico de
Filadelfia, pero estaba ahí. A finales de la década de 1940, lo leía en el
periódico neoyorquino PM, que era un diario independiente. Supuso
un cambio crucial.
Posteriormente,
la única forma de leer a Stone era suscribirse a su boletín. Esos eran los
medios independientes en la década de 1950. En la década de 1960 empezó a
repuntar un poco con la revista Ramparts, programas de radio como
el de Danny Schechter en la WBCN de Boston y otros similares.
Y
hoy, esto continúa sucediendo en todo el país. Los que has mencionado luchan
por la independencia, por el pensamiento.
Barsamian: En dos de tus libros más recientes, Consecuencias
del capitalismo y Crisis climática y el Green New Deal,
menciona en varias ocasiones a Antonio Gramsci, concretamente a este
comentario: “La crisis consiste precisamente en que lo viejo está muriendo y lo
nuevo no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de síntomas
malsanos”. Sin embargo, en estos momentos, la cita que me gustaría que
comentara es “Frente al pesimismo de la inteligencia, el optimismo de la
voluntad”. Hable de su relevancia en la actualidad y del significado de esta
cita.
Chomsky: Gramsci fue un destacado activista obrero de
izquierdas en Italia a finales de la década de 1910 y principios de la de 1920.
Fue muy activo en la organización de colectivos de trabajadores de izquierda.
En Italia, el gobierno fascista tomó el poder a principios de la década de
1920. Una de sus primeras actuaciones fue enviar a Gramsci a la cárcel. Durante
su juicio el fiscal declaró: tenemos que silenciar esta voz. (Esto nos lleva a
la importancia de los medios de comunicación independientes, por supuesto). Así
que lo metieron en la cárcel.
Mientras
estuvo allí escribió sus Cuadernos de la Cárcel. No fue silenciado,
aunque el público no podía leerlo. Continuó el trabajo que había comenzado y de
esos escritos proceden las citas que mencionas.
Están ocurriendo cosas muy peligrosas. Eso es
pesimismo intelectual. Al mismo tiempo, tenemos que reconocer que hay salidas
reales. Y ahí tenemos el optimismo de la voluntad
A
principios de la década de 1930 escribió que el viejo mundo se estaba derrumbando,
mientras que el nuevo mundo aún no se había levantado y que, en el ínterin, se
enfrentaban a síntomas malsanos. Mussolini era uno, Hitler otro. La Alemania
nazi estuvo a punto de conquistar gran parte del mundo. Estuvimos muy cerca de
ello. Los rusos derrotaron a Hitler. De lo contrario, la mitad del mundo
probablemente habría sido gobernada por la Alemania nazi. Pero estuvieron muy
cerca. Los síntomas malsanos eran visibles en todas partes.
La
máxima que ha citado, “Frente al pesimismo de la inteligencia, el optimismo de
la voluntad", que se hizo famosa, procede de la época en que Gramsci aún
podía publicar. Según este debemos mirar el mundo con sensatez, sin ilusiones,
comprenderlo, decidir cómo actuar y reconocer la existencia de presagios desalentadores.
Están ocurriendo cosas muy peligrosas. Eso es pesimismo intelectual. Al mismo
tiempo, tenemos que reconocer que hay salidas, oportunidades reales. Y ahí
tenemos el optimismo de la voluntad, es decir, nos empleamos en aprovechar
todas las oportunidades disponibles – y las hay– mientras trabajamos
para superar los síntomas malsanos y avanzar hacia un mundo más justo y
decente.
Barsamian: En estos tiempos oscuros es difícil para muchos
sentir que hay un futuro prometedor. Siempre te preguntan: ¿qué te da
esperanza? Y yo te hago la misma pregunta.
Chomsky: Una cosa que me da esperanza es que la gente lucha
duramente en circunstancias muy difíciles, mucho más difíciles de lo que
podamos imaginar, en todo el mundo, para conseguir derechos y justicia. No
pierden la esperanza, así que nosotros tampoco podemos perderla.
La
otra es que simplemente no hay opción. La alternativa es decir, vale,
colaboraré para que ocurra lo peor. Esa es una opción. La otra es decir:
intentaré hacer lo que esté en mis manos, lo que hacen los agricultores de la
India, lo que hacen los pobres y miserables campesinos de Honduras, y muchos
otros como ellos en todo el mundo. Haré todo lo que pueda. Y quizás logremos un
mundo decente en el que la gente sienta que puede vivir sin vergüenza. Un mundo
mejor.
No
hay mucho donde escoger, así que deberíamos ser capaces de escoger fácilmente.
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