TWITTER Y META: CUANDO LOS DUEÑOS DEL
TERRENO NO JUEGAN LIMPIO
IROEL
SÁNCHEZ
En
la batalla digital entre David y Goliat los dueños del terreno siempre
acompañan a Goliat
Facebook
y Twitter se confirman como un espacio
más de dominación imperialista
Los cubanos que jugamos béisbol en la niñez sabemos el plus aprovechado por aquel muchacho que acudía con la mayor parte de los implementos sin casi nunca ser de los mejores jugadores. Aportar bate y pelota daba el derecho a seleccionar primero a los de mayores habilidades y hasta a en la discusión de una jugada apretada, amenazar con llevarse sus propiedades y dar por terminado el juego si el veredicto no le parecía justo. Sin embargo, al ser los terrenos de carácter público, sus dimensiones y reglas nunca eran parte de esa extorsión infantil.
Algo bien diferente
sucede con las grandes empresas tecnológicas, dueñas del terreno digital, en
que imponen sus reglas, aparentemente no necesitarían ir más allá para
prevalecer en el “juego” del que ya extraen enormes ganancias. Sin embargo, su
asociación con el State Department y los organismos militares y de seguridad
estadounidenses, de lo que han aportado sustanciosas pruebas el ex analista de
la National Security Agency Edward Snowden y el libro de Julian Assange Cuando
Google visitó a Wikileaks, al parecer les imponen portarse con más prepotencia
que los niños de bien de aquel béisbol de barrio.
Si a partir de la
guerra en Ucrania esas plataformas expusieron su nula neutralidad, censurando,
bloqueando y etiquetando de la peor manera a medios de comunicación y
periodistas como “afiliados al gobierno ruso”, lo que está sucediendo en las
últimas semanas en ellas con relación a Cuba, un país pequeño y pobre, muy
lejos de las potencialidades militares y tecnológicas de la gigantesca Rusia,
es aún más revelador: En la batalla digital entre David y Goliat los dueños del
terreno siempre acompañan a Goliat.
Si ya antes Twitter
había inhabilitado cuentas de periodistas y medios de comunicación cubanos en
vísperas de una intervención del Presidente Miguel Díaz-Canel, la impunidad con
que personas y entidades asentadas en Estados Unidos y España usan Instagram,
Facebook, Whasapp, y el mismo Twitter, para llamados al odio y la violencia,
además de para organizar y pagar abiertamente por realizar acciones terroristas
en territorio cubano, revelaban una abierta complicidad de los operadores de
esas redes con acciones que violan sus propias reglamentaciones, las leyes del
país donde están asentados, y cuerdos internacionales, ahora se ha dado un paso
más allá.
Desde este 24 de
octubre Twitter ha marcado las cuentas en esa red de los principales medios de
comunicación de Cuba como “afiliados al gobierno cubano”, en un ataque a su
credibilidad y alcance, mientras que al día siguiente decenas de cuentas y
grupos con una abierta postura a favor de la Revolución cubana desaparecieron
de Facebook. Si Juana y su hermana actúan de modo similar hay que pensar que, o
se pusieron de acuerdo, o responden a un plan de alguien de la misma familia
que se los pidió.
Las red de medios
financiados millonariamente para la guerra psicológica contra Cuba por el
gobierno de Estados Unidos, sabedora de su impunidad, celebra gustosa y los
voceros de ambas empresas (Meta y Twitter) callan de manera cómplice. Los
“afiliados”, no al gobierno que se dan los habitantes de un país en uso
soberano de derechos reconocidos universalmente, sino quienes dependen del
dinero de un gobierno que paga por derrocar el de otro país, ya no sólo tienen
vía libre para el odio y el terrorismo, y pueden pagar por posicionamientos que
las sanciones del bloqueo económico prohíben a cualquier empresa o medio
cubano, ahora gozarán la ventaja adicional del castigo de esas plataformas a
sus víctimas.
Nada nuevo bajo el
sol, ya en 2009, Hillary Clinton había revelado en una entrevista con CNN cómo
pidió a Twitter posponer un mantenimiento porque esa red social era caja de
resonancia de una protesta en Irán en la que según Bloomberg solo ólo una de
cada 100 cuentas participantes estaba en territorio iraní, y su director de
innovación en el State Department, Alec Ross, había sido expuesto por The
cable, como un jugador clave en el uso de las redes digitales en los procesos
de la llamada primavera árabe y en la desestabilización de Libia y Siria.
En el reciente xx
Congreso del Partido Comunista Chino, uno de los delegados planteó que «si
China no tiene su propio sistema industrial de las tecnologías de la
información, es como cultivar en la tierra de otras personas”. Si eso lo dicen
en una potencia económica que ha creado sus propias plataformas de redes
sociales digitales, con cultura milenaria, masa crítica demográfica para un
enorme mercado interno y una lengua propia, ¿qué queda para países pequeños,
con una cultura joven y una lengua cuya industria cultural dominante está
asentada en Miami?
Una vez más las
alianzas entre países sometidos a la misma agresión, o que comparten idioma,
cultura y aspiraciones de soberanía, para el desarrollo de medios de alcance
global, conectados a plataformas alternativas, junto al fomento de un receptor
crítico, parecen ser la únicas vías para que el dueño del terreno no siga
decidiendo sobre las percepciones de cientos de millones de personas en un
partido que puede ser mortal y, obviamente, dista de ser un juego de niños.
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