LOS BULOS DE FEIJÓO CUANDO HABLA
DE ECONOMÍA
JULEN BOLLAIN
El líder del PP,
Alberto Núñez Feijóo, en el pleno del Senado, en su cara a cara con el
presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/ Fernando Alvarado
"No cuela, señor Feijóo. No cuela". Este martes Pedro Sánchez machacaba a Alberto Núñez Feijóo por segunda vez consecutiva en el Senado. Un Feijóo que cada vez que se enfrenta en un cara a cara a Sánchez demuestra sus grandes carencias. Las exportaciones desde Galicia no siempre han funcionado bien, sobre todo en política, y no será porque no nos avisaron los propios gallegos de lo que podríamos esperar.
Ante la falta de propuestas,
Feijóo ha tratado de sortear el debate a base de bulos y demagogia. Bulos y
demagogia económica con gran énfasis en la deuda pública y en la fiscalidad,
que no han sido suficientes para dar algo de color a sus vacías intervenciones.
Intervenciones en las que en ningún momento el líder del partido popular ha
propuesto alternativa alguna, ni han dado pie a la confrontación de los
distintos modelos de gestión.
Feijóo ha asegurado
reiteradamente que la deuda pública ha crecido durante la pandemia. Está en lo
cierto. Eso sí, si bien España no está aislada en este incremento de la deuda
pública ya que la pandemia ha tenido un claro impacto en las cuentas públicas
de todos los países de la Unión Europea, el presidente del Partido Popular ha
obviado durante la totalidad de su discurso a qué se ha destinado dicho
incremento de la deuda pública. Y me parece que es importante que seamos
conscientes de para qué se ha utilizado este dinero. Es decir, ¿qué se ha hecho
con los 85.000 millones de euros destinados a combatir las consecuencias
económicas y sociales originadas por la pandemia? 27.800 millones de euros se han
dirigido a proteger a más de tres millones ochocientos mil trabajadores y
trabajadoras a través de los ERTE, 7.500 millones de euros en prestaciones a
autónomos, llegando a cubrir a la mitad de los mismos, 10.000 millones de euros
en ayudas directas a autónomos y a empresas, con más de doscientos veintitrés
mil beneficiarios o más de 30.000 millones de euros transferidos a las
Comunidades Autónomas para el fortalecimiento del sistema educativo y
sanitario. No creo que mucha gente esté en contra de los ERTE, de las ayudas a
autónomos y a las empresas o del fortalecimiento de la educación y la sanidad
públicas. De hecho, el propio Feijóo pedía en diciembre de 2021 un fondo Covid
para poder contratar más médicos. Algo tendrá que ver la pandemia en el aumento
de la deuda, digo yo.
Entonces, ¿qué es exactamente lo
que critica Feijóo del incremento de la deuda pública? ¿Qué hubiera hecho el
Partido Popular si hubiera tenido que gestionar la pandemia? Porque si
analizamos la herencia que el gobierno de Sánchez ha recibido por parte de
Rajoy, podemos apreciar cómo entre el primer y el segundo mandato del gallego
la deuda pública española incrementó de 743.043 millones de euros (69,9% del
PIB) a 1.208.861 millones de euros (100,4% del PIB). Es decir, un 63%. Y lo que
es peor, este aumento de la deuda pública se dio junto a unos recortes sociales
que, además, empobrecerían a miles y miles de familias. El gobierno de Sánchez,
por su parte, ha incrementado la deuda pública desde los 1.208.861 millones de
euros recibidos hasta 1.427.238 millones de euros, un 18%, en medio de una
pandemia sin precedentes en más de un siglo y una guerra en el continente
europeo que ha derivado en la mayor crisis energética y de materias primas
jamás vivida. Pero Feijóo también tiene experiencia gestionando. De hecho,
siendo él presidente de la Xunta de Galicia triplicó la deuda durante sus
mandatos. Está claro que no, no todos gestionan igual. Y menos mal que el
Partido Popular no ha sido quien ha gestionado esta crisis.
Dos consideraciones adicionales
sobre la opinión de Feijóo sobre el proyecto de Presupuestos presentado por el
Gobierno de España y que en reiteradas ocasiones ha pedido su devolución. En
primer lugar, no deja de ser irónico que Feijóo diga que el 1,1% de incremento
en el techo de gasto de los Presupuestos Generales del Estado vaya a traer el
apocalipsis, cuando su heredero en la Xunta de Galicia lo elevará un 8,2%. En
segundo lugar, Feijóo asegura que los presupuestos no son sociales porque no
bajan impuestos a las clases medias y bajas. Esto es, simple y llanamente, otro
bulo. Porque, a pesar de que no sea yo gran partidario de los retoques
fiscales, es innegable que las medidas fiscales que ha tomado el Gobierno de
España de cara a 2023 transitan por el camino de la justicia fiscal, reduciendo
la presión fiscal sobre las clases medias y bajas y sobre las pequeñas y
medianas empresas e incrementándosela a las clases altas y grandes grupos
empresariales. Estas medidas contemplan en el IPRF una subida del mínimo exento
hasta los 15.000 euros y un aumento de la reducción por rendimientos del
trabajo para rentas menores de 21.000 euros que beneficiará al 50% de los y las
trabajadoras y un incremento del tipo impositivo sobre las rentas de capital
superiores a 200.000 euros. Asimismo, reducen el tipo nominal del Impuesto
sobre Sociedades para las empresas que facturen menos de un millón de euros del
25% al 23%, beneficiando a unas 407.300 pequeñas empresas, mientras limitan al
50% la posibilidad de compensar las pérdidas de las filiales en grupos
consolidados, afectando a más de 3.600 grandes empresas. También se reduce del
10% al 4% el IVA para los productos de higiene femenina y, finalmente, se crea
el Impuesto sobre la Riqueza que gravará a 23.000 patrimonios de más de 3 millones
de euros.
Pero le da igual. Para Feijóo
estos Presupuestos no bajan impuestos a las clases medias y bajas. ¿No será que
lo que no le gusta es que les sube la presión fiscal a las élites que él
defiende y representa? Solamente quien se debe al 0,1% más rico puede priorizar
los intereses de 23.000 ricos frente a los de 13 millones de trabajadores. Sin
embargo, el presidente del Partido Popular se limita a decir que él bajaría
impuestos. No dice qué impuestos tocaría, a quién se los bajaría, ni cuánto dejaría
de recaudar con esas bajadas. Porque, si alguien que se presenta a gobernar un
país quiere bajar impuestos, lo primero que deberíamos preguntarle es cómo
cubriría ese déficit de la recaudación. Solo hay dos opciones: con recortes o
con endeudamiento. ¿Apuesta Feijóo por los recortes o, por el contrario, y tal
y como conocen perfectamente en Galicia, es más de endeudamiento?
Pero no me malinterpretéis. El
endeudamiento per se no es malo. El endeudamiento es una herramienta de
financiación más de las que tiene un Estado. Necesaria, además, en momentos en
el que se da una insuficiencia en la recaudación a través de la política
fiscal. Para Feijóo España es un auténtico infierno fiscal. No obstante, una
vez más, los números desmienten la fragilidad del argumentario popular. La
presión fiscal de la media de la Zona Euro es del 41,8% del PIB. Los países con
mayor presión fiscal son Dinamarca (47,6%), Francia (47,5%), Bélgica (46,2%) y
Suecia (43,7%). Los países con menor presión fiscal, por su parte, son Rumanía
(27,2%), Malta (30,4%), Bulgaria (30,6%) y Lituania (31,2%). La presión fiscal
española se encuentra en el 37,5% del PIB. ¿Quiero esto decir que es un
infierno fiscal? Ni mucho menos. Quiere decir, simplemente, que tiene un
diferencial en presión fiscal de 4,3 puntos porcentuales respecto a la media de
la Zona Euro y, como consecuencia, dejamos de recaudar alrededor de 55.000
millones de euros anualmente. 55.000 millones de euros que podríamos utilizar
para reforzar nuestro Estado de Bienestar y no lo hacemos. Si queremos
servicios públicos como en Dinamarca o Suecia, no hay opción que pagar
impuestos como en Dinamarca o Suecia.
Para terminar, considero
relevantes tres preguntas que Sánchez le ha hecho a Feijóo: ¿está Feijóo de
acuerdo en revalorizar las pensiones con el IPC? ¿Está Feijóo de acuerdo en
subir el Salario Mínimo Interprofesional? ¿Está Feijóo de acuerdo en subir los
impuestos a las grandes eléctricas y entidades financieras? El debate llegó a
su fin y Feijóo no respondió. Demasiada indecisión y ambigüedad incómoda por
parte del presidente del Partido Popular que, en palabras del propio Sánchez,
podría hacer pensar a los españoles que "no querrá molestar a ciertas
élites". En definitiva, segundo debate con mucho ruido y muy, muy pocas
nueces por parte de Feijóo. Quién iba a decirle que fuera de Galicia hacía
tanto frío.
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