SÁNCHEZ RIEGA Y LOS ENANOS CRECEN
GERARDO TECÉ
En su momento más
dulce de los últimos meses, con el virus comenzando a estar controlado en
España, a Pedro Sánchez se le cae un socio clave, cabreado por la falta de
diálogo. El voto en contra de ERC a la prórroga del estado de alarma pone en
peligro la posibilidad de apuntalar la victoria sanitaria y deja en posición de
debilidad a un Gobierno en minoría que, como todos los gobiernos en minoría,
debería anteponer para su supervivencia el diálogo y las buenas relaciones a la
estrategia. ¿Qué le pasa a Pedro Sánchez con las relaciones personales, con el
cuidado al socio del cual depende?
Lo de ERC no es un
caso aislado. Ciudadanos, que hasta el momento apoya con sus votos la gestión
del Gobierno, también se queja. Sánchez no nos llama. Más de lo mismo en el PNV
o el PP. Ni la pandemia, ni las conferencias de presidentes autonómicos, ni las
comparecencias en el Congreso, son excusa para una falta de tacto que ya era
marca de la casa Sánchez antes de todo esto. Los antecedentes son conocidos.
Sánchez ganó la moción de censura que echó a Rajoy de La Moncloa porque Unidas
Podemos se lanzó al barro de la negociación. Ya como presidente en funciones y
necesitando los votos de Unidas Podemos para formar Gobierno, Sánchez no
descolgó el teléfono llevándonos a la repetición de elecciones. Despreciar el
diálogo es posible en política cuando tienes mayorías aplastantes. Cuando
dependes de una cantidad aplastante de socios, no poner el diálogo en el centro
es un suicidio. Si a uno le crecen los enanos con tanta frecuencia, tendría que
empezar a repensar sus métodos de riego.
ERC. Que la palabra
Esquerra esté colocada en la primera posición de las tres siglas demuestra que
el orden de los factores a veces es anecdótico. Lo nacionalista pesa. Los
nacionalistas catalanes, de la mano del ultranacionalismo español de Vox,
votando en contra de un estado de alarma necesario para limitar la movilidad y
asegurar el control de una emergencia sanitaria. Es una foto que debería dar
que pensar. De los fascistas uno se espera toda la irresponsabilidad del mundo
y un poco más. De un partido como ERC, no deja de sorprender. Más cuando la
foto era innecesaria. Más cuando la voz de ERC en el Congreso, Rufián, defiende
la decisión del voto en contra argumentando, en la misma línea errónea del PP,
que la suspensión del estado de alarma no tendría por qué alterar las
decisiones tomadas. Ambos se equivocan según explican los expertos juristas: la
limitación de movimientos de la población por el estado sólo se puede limitar
con el estado de alarma. ¿Era necesario entonces este viaje? Parece que sí. En
Catalunya, la oposición al estado de alarma de la derecha liderada por Torra
empezaba a debilitar a Esquerra. Una vez más, la derecha marcándole el ritmo
erróneo a la izquierda. En eso, Cataluña y España son el mismo país. Idéntico.
Mientras la curva
de contagios desciende, la curva del ridículo de Pablo Casado se dispara. Su
necesidad de llamar la atención durante la crisis sanitaria le ha llevado a
protagonizar escenas esperpénticas. Sesiones de fotos en el baño del Congreso
durante lo más duro de la pandemia, ruedas de prensa imitando la escenografía
gubernamental, peticiones folclóricas de lazos y banderas a media asta o paseos
militares de revista a tropas formadas por funcionarios. La última, su decisión
de no apoyar la prórroga del estado de alarma. La decisión es tan irresponsable
como torpe para sus propios intereses. A la ultraderecha de Vox los esperpentos
le funcionan, pero al PP no tanto. Casado se ha colocado él solito en la
posición de generar incertidumbre entre sus propios votantes que,
mayoritariamente, protagonizan la franja de edad más afectada por el
coronavirus. La única salida posible que tiene Casado lo debilitará: sacar el
arma del NO, para finalmente abstenerse y permitir así la prórroga del estado
de alarma. Otro éxito de Vox y su tesis de la derechita cobarde.
En España, la
crisis de la covid-19 nos ha quitado muchas tradiciones. Desde las Fallas, a
los Sanfermines pasando por la Feria de Abril. Pero la tradición política se
mantiene intacta incluso en los momentos más dramáticos: la derecha intentando
sacar tajada; la izquierda dividiéndose.
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