(Relato)
José Rivero Vivas
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ESCRITOSD1
Obra: E.21 (a.110)
José
Rivero Vivas
Enero de 2016
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ROSA
LÍVIDA
Rosa Lívida, actriz principal ayer, hoy en época de aguda
caducidad, montó un espectáculo en el que hace derroche de energía, interpretando
un papel que no le corresponde, para lo cual se sube a una mesa, con una cuerda
en las manos, como si tratara de saltar a la comba; en realidad se sirve de
ella para describir contorsiones, de intención erótica, que le salen con
marcada imperfección. Cubre su cuerpo con un largo camisón, de seda fina,
abierto hasta arriba, que al moverse permite ver su pantaloncito en el mismo
arranque de sus piernas, bien depiladas, lo que sin duda disgusta al público
cuando advierte los nudos de sus varices y otras fealdades propias de su edad.
En lugar de sentirse decepcionada, la artista escruta enigmática cuando oye
pregonar sobre la venta de su prenda íntima, al alcance de cualquiera, aunque
es falsa la proclama; se abre ella a horcajadas, y, el hombre, atraído por la
protuberancia de la hembra, va justo donde lo reclama su ansia desbordada: en
la entrepierna de la bella hunde su cabeza y trata de hozar, pero… Rosa Lívida
sonríe nostálgica y abandona su fantasía, para observar el ganado en su
desplazamiento llano a través hacia el pie de la montaña; guapa entones, monta
a la grupa del brioso corcel, y, en lúbrico contacto une su cuerpo al del
esbelto jinete, para terminar en apasionada entrega al exquisito placer de amar,
hasta saciar al audaz caballero, que cae preso de agonía al verse superado en
su altivez.
Sentada en el sofá que atrabanca su alcoba, mira al pequeño
recuadro en el que impasible asiste al exitoso relumbrón de algunos, que en pocas
horas viven orto, cenit y ocaso, lo que colma sus días de sin par celebridad.
En desmedido afán intentan captar fastuosos temas y enjundiosas sentencias,
considerados préstamos, que más tarde cuelgan en redes sociales, dando voz a su
talla de creadores armoniosos, que los lleva a destacar en la inaudita
dimensión de salud y concordia, de fama y apoteosis, maravilloso logro de magistral
evento. Sumida en la perplejidad que el acto le ocasiona, no sufre en absoluto
extrañeza ante el cómputo general del mundano affaire que su mente trastorna.
Últimamente, empero, se siente acomodada al diario discurrir, aunque desdice en
parte de cuanto se promociona y aplaude.
Rosa Lívida es sin embargo consciente de cuánta artimaña se teje
en torno, a pesar de las veinte líneas de extensión que coge la sinopsis del
proyecto, del cual desconoce su lógica aplicación en la anunciada perspectiva.
Habría que ver cuántos jóvenes se comprometerían en la lucha desigual,
conscientes de las batallas encarnizadas por el plato apetecible, culminado con
cuatro pedazos de sandía, para colmo de tres enemigos andrajosos, llenos de
resquemor hacia quien se muestra liberado de codicia y sometimiento. Luego, el
público en general, sale a decir:-Si está bien ahí, por algo ha de ser. De
igual modo, replica: -Si no está cual se requiere, es porque no vale. ¿Quién
deshace el intríngulis, después de años forjado? El remedio lo procuraría la
inversión en diversa estima; por tanto, se ha de obviar su valor y poner brío
en la voluntad de acción.
Coge lápiz y papel, se sienta en el sofá, apoyada en la mesilla
del televisor, y, sin dubitación, escribe:
ENCAJE -Anónimo del
Milenio III- En un lugar de la Tierra.
Puesto que las Estrellas –por doctorado, no por emolumentos- de
la Comunicación y sus ilustres Colaboradores, muestran perfecta sintonía con
cuanta Ley o Reforma introduce el Gobierno del Estado, auspiciado por el Poder
Económico, así como por la Clase Dominante, podrían seriamente contribuir al
sostenimiento de la situación actual, de suficiencia y ventaja, con una
propuesta, elevada al Ejecutivo, mediante la cual se sirvieran presentar
voluntaria reducción, a la tercera parte, del total de sus ingresos, con objeto
de integrar, sobre cada uno, dos defensores más del noble, justo y generoso régimen
de libertades, apoyado en arraigo popular.
Incluido en ello todo ciudadano, varón o hembra, simpatizante
con este esquema de salvaguarda nacional, gloria de quien goza de
invulnerabilidad, cuyos acentuados privilegios conforman su opción.
Acompaña su mensaje con una foto suya, cuando en su ser Rosa,
lejos de cárdena, era esplendorosa, con aroma embriagador y tierna tersura.
Luego, como no era experta en el manejo de estos aparatos de
última
hora, recurrió a un
señor, de voz encendida y vibrante en su oratoria, a quien conoció en un acto
de presentación de libros, en cuyo programa se anunciaba su editorial, su
correo electrónico y su blog, convertido en heraldo digital, de auténtica
diversidad y codiciable alcance.
Esa tarde se dirigió a la cafetería que este hombre suele
frecuentar. Lo vio sentado en el rincón de costumbre, y, sin vacilación, llegó
a su lado. Le expuso el tema y le entregó el escrito, que él se apresuró a
inspeccionar. Aceptó el encargo y ella se despidió.
*
Se ignora si Rosa Lívida tuvo acre consecuencia por su osadía en
publicar tamaño despropósito. De cierto se sabe que aquel señor del diario
digital fue sancionado por la Autoridad, al tiempo que sufrió vilipendio por
parte de exacerbados representantes de prensa y medios de comunicación. Se salvó,
no obstante, de ser considerado abyecto enemigo del Sistema.
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José Rivero Vivas
ROSA LÍVIDA
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Obra: E.21 (a.110)
José
Rivero Vivas
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