NUEVA AGENDA INFORMATIVA
ANÍBAL MALVAR
En sus balances
habituales de fin de año es ya tópico leer a nuestros columnistas la frase de
que “comieza un curso informativamente apasionante”. De lo que no está uno
seguro es de querer vivir en un país tan informativamente apasionante como el
que nos auguran algunas encuestas. Sobre todo rastreando las pasiones de
algunos de nuestros más eximios informadores.
Este humilde
columnista avertía hace semanas, desde estas mismas páginas intáctiles, que el
lavado de cara del fraquismo iba a convertirse en una de las líneas novedosas
de nuestra prensa más ultramotana. Y no tardó Francisco Marhuenda, que yo creo
que me lee a escondidas, en ceder las páginas de La Razón al presidente de la
Fundación Francisco Franco para que hiciera una apología del fascismo a braga
quitada. “Franco posibilitó con su victoria en la guerra la pervivencia de
nuestras raíces cristianas, hoy atacadas con saña”, escribía, por ejemplo, este
Juan Chicharro.
Pero no solo al
franquismo y a sus adalides de Vox apuntará este nuevo curso apasionante. Lo
afirma con verbo contundente José María Marco en su artículo de hoy en el
diario de Planeta, una pieza que titula Novedades democráticas y que reza así a
las puertas del primer párrafo: “Los electores han votado a Vox para que entren
en el debate público asuntos que hasta ahora estaban excluidos de él”. Item
más: “Lo que era tabú ha dejado de serlo”. Y centra su texto en la violencia de
género, pero insinúa mucho más. Y si se lee con atención, hasta suena peligroso
todo lo que calla.
Menos fino se
muestra Juan Manuel de Prada en ABC, que abre el mismo debate para señalarnos
que “cuando los medios de adoctrinamiento de masas y sus corifeos repiten como
discos rayados que solo una parte infinitesimal de las denuncias por violencia
de género son falsas están mintiendo burdamente”. Habla de “abogados
alimañescos que inducen a las mujeres a interponer denuncias falsas”, y solo le
falta haber firmado la pieza junto a Santiago Y cierra España Abascal o
utilizar el término feminazi.
En El Mundo lo
advierte con elegante moderación Lucía Méndez, un oasis de sentido común entre
el vociferio de machirulos que invade el periódico de la bola desde que lo
dirige Francisco Rosell. Se refiere la brillante periodista a las concesiones
del PP de Pablo Casado a Vox en este desagradable asunto. “Si la izquierda ha
pretendido apropiarse del combate contra la violencia de género, será porque la
derecha se lo ha permitido”, escribe Lucía contestando a Casado y a su Teodoro
y a todos los que consideran que este tema es tan negociable como cualquiera.
Pues no, porque no es negociable la verdad.
Les recuerda,
además, que el PP “votó la ley del PSOE en 2004” e “impulsó y firmó con
entusiasmo el pacto de Estado que aprobó el Congreso el pasado septiembre” ya
con Pedro Sánchez en Moncloa.
A veces uno
fantasea sobre cómo cambiaría El Mundo si al final una mujer como Lucía acabara
dirigiéndolo. El País ya dio el paso colocando a Soledad Gallego-Díaz en la
dirección este pasado verano, y el cambio ha permitido a muchos lectores
reconciliarse de nuevo con la histórica cabecera. Cómo ha cambiado El País
desde que el cebrianismo fue descabalgado. No es que se haya convertido en
Mundo Obrero, pero se respiran aromas más progresistas y refrescantes.
Lo cual que arranca
2019 e informamos sin pudor de que Franco no era tan malo y de que las
feminazis existen tanto que hasta el PP pacta con Vox la defensa de los hombres
maltratados. Ya digo que empieza un curso apasionante. Vamos a conocernos mucho
más a nosotros mismos, y me temo que no va a ser muy agradable lo que vamos a
descubrir ahí dentro.
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