sábado, 7 de septiembre de 2024

SHAKIRA CONTRA LA AGENCIA TRIBUTARIA

 

SHAKIRA CONTRA LA AGENCIA TRIBUTARIA

IRENE ZUGASTI 

La cantante Shakira, a su salida de la Audiencia Nacional — David Zorrakino / Europa Press

La artista colombiana ataca a la Hacienda española a través de las páginas de El Mundo, donde acusa de machismo estructural al fisco y reivindica su inocencia tras años acusada de fraude fiscal ¿Icono feminista o musa liberal?

Por carta, en el diario El Mundo y parafraseando a Gabriel García Márquez, nada menos. Así ha decidido Shakira cobrarse su venganza contra la Agencia Tributaria por, según ella, el vía crucis judicial que sufrió durante el periodo en el que residió en España.

La historia es bastante conocida, al menos, en su versión más pop. Una historia de amor con el futbolista catalán imputado por corrupción Gerard Piqué, (me enamoré, me ena-na-namoré, cantaba entonces) dos hijos, unos cuernos, una lucrativa ruptura con Bizarrap de fondo, (las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan) y un par de canciones más para rebañar el —lógico— despecho. Pero la otra cara del disco, la tributaria, quizá nos suene un poco menos: en 2018, la Agencia Tributaria denunció a Shakira por delito fiscal por haber residido en España sin declarar los ingresos que había generado durante cuatro años, estimados en catorce millones y medio de euros.

Total, que ante la evidencia, no sirvió hacerse la tonta, ni ciega, ni sordomuda: la fiscalía terminó por pedirle ocho años de cárcel y una multa de 23 millones de euros. En 2023 decidió zanjar la cuestión asumiendo el delito y acudió, —icónica, divina con su traje rosa empolvado— a declarar. Abonó la correspondiente multa, y un año después, pagó otra más por haber defraudado al fisco también en 2018. Un acuerdo ventajoso, por cierto, si hacemos las cuentas aunque todavía queda otra causa más vista para sentencia y ella afirma haber perdido todo lo que ingresó.

El argumentario que Shakira ha elegido para relanzar su imagen y salir airosa de todo esto ha consistido en mezclar en su carta al diario El Mundo un poco de victimismo con clásicos del argumentario neoliberal y unos cuantos lugares comunes feministas de primero de Twitter

El argumentario que Shakira ha elegido para relanzar su imagen y salir airosa de todo esto ha consistido en mezclar en su carta al diario El Mundo un poco de victimismo con clásicos del argumentario neoliberal y unos cuantos lugares comunes feministas de primero de Twitter. La colombiana se ha servido de frases que ya son Trending Topic y que han arrancado aplausos del pajerío liberal en redes sociales, como “nos ha tocado vivir en una época marcada por un tono de prepotencia del Estado, pero no es lo mismo avasallar que dar razones”. Y es que, según Shakira, “instituciones tan poco sospechosas como la Casa Blanca (ejem) investigaron sus finanzas” y no vieron nada, para que al final fuera alguien tan aburrido como un funcionario de Hacienda español el que viniera a cantarle las cuarenta. El fisco patrio, según ella, manipuló los números, la criminalizó y la convirtió en chivo expiatorio por capricho…y por machismo. Porque razones fiscales, tributarias, no da ninguna que le sirvan para exculparse, y se escuda en la presión laboral, los hijos, los viajes, sacar adelante la pareja... Vamos, como todas, reina.

El giro al feminismo neoliberal de Shakira siempre se ha tratado exactamente de lo mismo que la gestión de su capital: de salvarse a ella misma

Viendo que lo del feminismo de oportunidad podía levantarle simpatías, y reconvertida en la voz de todas las que hemos tenido cuernos sobre la faz de la tierra, Shakira se ha venido arriba y ha tildado a Hacienda de ser una burocracia estatal machista. Según analiza, el fisco estatal asumió que ella era un florero que residía en España por su relación con Piqué (que de aquellas, por cierto, andaba firmando comisiones millonarias con Rubiales, el del piquito, por llevarse la Supercopa a Arabia Saudí) y jamás habrían perseguido así a un varón estadounidense. Lo sabe bien ella, que del Llobregat se ha ido a Miami. Pero a Shakira, me temo, no le asesoran economistas feministas que le hayan hablado de la fiscalidad de género, la tributación progresiva, o el sesgo machista del IRPF. El giro al feminismo neoliberal de Shakira siempre se ha tratado exactamente de lo mismo que la gestión de su capital: de salvarse a ella misma. Por eso nos debería haber sorprendido poco que tuviera la desfachatez de citar a Madeleine Albright —ya saben, la señora de la guerra norteamericana artífice de las guerras de Irak o los Balcanes— con esa frase tan hipócrita y peligrosa que dejó para la posteridad: “hay un lugar en el infierno para las mujeres que no ayudan a otras mujeres”. Viniendo de Albright, que bombardeó a iraquíes o yugoslavas sin mayor problema, la frase es trágica. Viniendo de Shakira, que ha escrito durante décadas canciones (temazos, todo sea dicho) en los que “la otra” era una rival, una enemiga, la verdad es que da entre pena y risa. Recuerdo el “si te vas, si te vas, si me cambias por esa bruja” o aquel videoclip (te aviso, te anuncio) en el que le reventaba las tetas a la mujer que encontraba ligando con su novio. Y sin ir más lejos, el famoso tema con Bizarrap, cuando lo del amor romántico y tóxico ya llevaba tiempo siendo un asunto debatido y trabajado, consiste en compararse con otra mujer (un Rolex/un Casio; un Ferrari/Twingo) en vez de señalar la deslealtad de Piqué.

El empoderamiento (palabra tramposa amigas) debería ser algo colectivo y transformador para todas, no un slogan para millonarias

El feminismo neoliberal tiene en Shakira un símbolo perfecto: por eso la frase, brillante, sobre no llorar y facturar, puesta fuera de contexto, funciona. Pero el empoderamiento (palabra tramposa amigas) debería ser algo colectivo y transformador para todas, no un slogan para millonarias. Una puede disfrutar, y adorar a sus musas y divas con sus miles de contradicciones, qué duda cabe, pero con la de tías chulísimas que hay por ahí haciendo arte y cultura, no entiendo el empeño de elevar a iconos feministas y referentes populares a defraudadoras fiscales o a una normie como Swift, hija de banquero y que solo viaja en jet privado. Yo soy más de Dua Lipa, que apoya a Palestina y lee a Alana Portero.

Shakira podría facturar, tributar, pasar página e incluso hacer una interesante reflexión artística con todo eso. Pero ha preferido darle “clicks” a El Mundo y argumentos al antiestatismo y a la antipolítica y heme aquí defendiendo al Ministerio de Montero (la mala). Ahí te dejo, Madrid. Aunque convendréis conmigo, lectoras, que el mejor disco de Shakira siempre será aquel himno generacional que todas cantamos en 1998 y que se titulaba “¿Dónde están los ladrones?

 

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