BORBONES S.A.
Rey Juan Carlos con sus hijas Elena y Cristina, y sus
nietos Felipe Juan Froilán, Victoria Federica y Juan Valentín Urdangarín, tras
asustir a la boda de José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo Moreno, en
Madrid (España). EUROPA PRESS/José Oliva
Dicen que a estas alturas de la película va siendo necesario un referéndum para elegir entre monarquía y república, pero yo no estaría muy seguro del resultado. Los borbones ejercen sobre los españoles una extraña y malsana fascinación, un embrujo similar al que desprendía Falconetti en los años setenta, Jota Erre allá en los ochenta o los peores concursantes de Gran Hermano en cualquier momento. A veces da la impresión de que sin los borbones podría extinguirse España tal y como la conocemos, del mismo modo que sin Jota Erre era imposible que siguiera adelante Dallas. Con toda seguridad, que España se quite de encima la lacra monárquica sería una excelente noticia, pero, por desgracia, vivimos en un mundo donde la inmensa mayoría del público eligió a Hannibal Lecter como el candidato ideal para compartir una cena, sin caer en la cuenta de que ellos iban a ser el segundo plato.
Esto
de descubrir una veta malévola en los borbones lo aprovechó hasta la Marvel
hace veinte años, cuando el dibujante Mike Mayhew se inspiró en el uniforme de
gala del rey Juan Carlos para dibujar a Magneto. La Zarzuela protestó en su
día, aunque viendo la posterior (y anterior) trayectoria del rey emérito quien
debería haber protestado era Magneto. A fin de cuentas, el poder sobrehumano
del mutante para imantar metales era una auténtica mierda comparado con la
facultad monárquica de atraer fortunas, donaciones y comisiones de cualquier
tipo, por no hablar de su habilidad para eludir la acción de la justicia y la
persecución de Hacienda, aunque le pillen con las manos pringadas en cuentas en
paraísos fiscales, cuentas opacas e incluso en fajos de billetes que introducía
en Barajas a través de sus asesores suizos.
La
compleja operación de lavado de cara monárquico (en inglés, kingwashing)
fue llevada a cabo con premura y precisión mediante el procedimiento quirúrgico
de extirpar a Juan Carlos de la corona, una cirugía que no acabó de salir bien
del todo si tenemos en cuenta que el rey Juan Carlos sigue siendo inviolable e
irresponsable gracias al apartado 3 del artículo 56 de la Constitución -un
artículo que, la verdad, parece redactado por Al Capone-. Con lo cual, no sólo
la república está más lejos que nunca, sino que, técnicamente, disponemos de
dos monarcas, uno en La Zarzuela y otro en Abu Dabi, uno emérito y otro de
andar por casa. Dicho de otro modo, tenemos un rey por el precio de dos. Una
ganga, se mire como se mire.
Ahora
el rey Juan Carlos, después de toda una vida dedicada a la caza mayor, el
adulterio, las regatas y el borboneo, ha montado una fundación en Emiratos
Árabes Unidos para garantizar la herencia de sus hijas y que todo quede en
familia. Mucho mejor tributar en una satrapía árabe que en un país ingrato
donde ya no lo quieren más que para sacar reportajes a bordo de un velero y
hacer chistes a costa de sus deslices genitales y fiscales. Por lo demás,
Felipe VI tiene el trono asegurado con tal de que los trapos sucios los siga
lavando su padre. Para ello cuenta no sólo con la perenne ceguera judicial y la
parálisis de la clase política, sino con el apoyo de un aparato mediático que
no cesa en su alabanza de la corona hasta extremos ridículos.
Este
fin de semana, por ejemplo, una de esas revistas de casquería que son el no va
más del servilismo, explicaba con todo lujo de detalles "los secretos del
éxito" de la infanta Leonor sin aludir en ningún momento a la carambola
genética. Más vasallo aún, Pablo Motos entrevistaba a Victoria Federica en una
inenarrable limpieza cosmética donde lo más jugoso que pudo sacar fue su gusto
por la fideuá y su afición por meter petardos en los cigarros de sus amigos.
Algo lógico en una familia que ha hecho de la pólvora y las escopetas su
auténtico escudo heráldico. No quisiera dar ideas, pero están tardando en
montar una edición
especial de First Dates en Sanxenxo para buscarle novia al rey
emérito.
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