martes, 10 de septiembre de 2024

EL ROBO DEL AVIÓN VENEZOLANO POR EE.UU. Y LA COMPLICIDAD DOMINICANA


EL ROBO DEL AVIÓN VENEZOLANO POR EE.UU. Y 

LA COMPLICIDAD DOMINICANA

NARCISO ISA CONDE

Todo un hurto amparado en el abuso de poder. Nada extraño, ninguna sorpresa en lo que a EEUU se refiere.  Lo nuevo es la asociación del presidente Abinader con el pillaje gringo a Venezuela.”

Me refiero al avión venezolano comprado por su Estado a nombre de un particular, puesto que la Casa Blanca sanciona drásticamente a todo aquel que le venda algo a Venezuela Bolivariana.

No es “el avión de Maduro”, no es “el avión preferido” de la vice venezolana, como maliciosamente pregonan ciertas cotorras repetidoras.

Es un avión del Estado venezolano valorado en unos 14 millones de dólares, que fue prácticamente secuestrado en territorio dominicano por órdenes de EEUU, mientras recibía servicios de mantenimiento y reparaciones.

 Hablamos, nada más y nada menos, del trabajo sucio y la aceptación de determinadas órdenes del gendarme del mundo, pretendido dueño del universo, juez global de la “democracia” a su conveniencia y medida.

Protagonista de la guerra global infinita y las masacres más espeluznantes de la historia moderna.

Autor de innumerables fechorías, invasiones, saqueos y golpes de estado. Padrino de Pinochet, Videla, Milei, Bolsonaro, Noboa, Bukele, Buluarte, Jeanine Añez, Lobo, Luis Orlando Hernández, Salinas de Gortari, Guaidó y del “mata curas” de González Urrutia.

Hablamos del imperio que bloquea por más de 60 años a Cuba y trata ahora de asfixiarla; que le hace lo mismo a Venezuela, que le robó su oro depositado en Inglaterra, se apropió de sus cuentas bancarias y sus estaciones de combustibles radicadas en territorio estadounidense; que le declara la guerra de cuarta y quinta generación a todo aquel que decida rescatar su soberanía.

 Hablamos del tutor de los ex presidentes dominicanos y del propio Abinader.

Del jefe supremo y apreciado referente de destacados megamillonarios dominicanos y operadores de la dictadura mediática mundial y local.

 Del tutor del sistema tradicional de partidos; y del gendarme que coloca su Comando Sur y su USAID para controlar esta plaza caribeña e intervenir militarmente a cada rato en Haití.

 Con ese arsenal de perversidades en la mochila, los equipos especializados del imperio le dieron seguimiento y detectaron esa aeronave en el aeropuerto de la Isabela. Sus jefes ordenaron secuestrarla y recientemente consumaron su traslado a la Florida.

Todo un robo amparado en el abuso de poder.

Nada extraño, ninguna sorpresa en lo que a EEUU se refiere.

 Algo propio de la SUPERPOTENCIA más ladrona y criminal de la historia moderna.

Tampoco es nuevo el coloniaje de nuestros gobernantes subordinados al poder imperialista-

 Lo nuevo sí es la complicidad con el pillaje gringo a Venezuela del presidente Abinader, del Canciller Roberto Álvarez y sus subalternos.

Lo nuevo es usar la PGR como instrumento para encubrir cobardemente tal atraco, pues sabido es que en ningún país de la Tierra se lleva a cabo una operación de esa envergadura a espalda del Jefe de Estado.

 Los agradecimientos y elogios de la Casa Blanca a las autoridades dominicanas desvelan la trama delictiva.

La PGR, que desde hace tiempo viene colaborando y aceptando violaciones a la ya aplastada soberanía de nuestro país -como es comprometerse con la participación de tropas del Comando Sur en sus operativos policiales -ahora ha incurrido en graves e inaceptables violaciones al derecho internacional y la autodeterminación de los pueblos.

De un segundo avión venezolano parecido y también retenido, el presidente Abinader declaró “no haber recibido reporte”, lo que indica que esa es la norma y que sí lo recibió del avión presidencial venezolano, que permaneció varios meses en el país; aunque en rueda de prensa anterior dijo enterarse “por los medios de comunicación”.

No es la primera vez que un mentiroso se enreda en su propia trampa. Son las consecuencias de meterse en las patas de los caballos de un tutor  ducho en atropellar la verdad.

Por Narciso Isa Conde

 

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