SOLUTERIONTE, UN ESTADO DE
SUEÑO
POR EDUARDO
SANGUINETTI (*),
especial para NOVA
Uno pasa sin darse cuenta de una escena,
una edad, una vida, a otra. De repente al caminar por una calle, bien sea real
o soñada, uno toma conciencia, quizás en ese momento, por vez
primera que los años han volado, que todo esto ha pasado ya para siempre y que
solo permanecerá en el recuerdo. Entonces el recuerdo se mete muy adentro, con
un extraño resplandor, con un brillo que da luz a nuestro universo interno y
uno repasa su pasado poblado de escenas y acontecimientos.
Con una extraordinaria insistencia estos recuerdos surgen como fantasmas y penetran en cada fibra del propio ser. En lo sucesivo, todo se mueve en niveles cambiantes: nuestros pensamientos, nuestros sueños, nuestras acciones, nuestra vida entera. Una red en la que caemos desde una a otra plataforma de nuestro escenario. De aquí en adelante caminamos divididos en miles de fragmentos, caminamos con filamentos sensibles que se nutren ávidamente del pasado y todo se derrite en sonidos y tristezas, caminamos contra un mundo unido, afirmando nuestro desacuerdo.... Quienes controlan los datos de todos los ciudadanos/as del mundo, serán dueños de nuestras vidas, respetando al nuevo orden feudal mundial, que será anunciado en tiempo y espacio. El control y dominio sobre nosotros se avecina o quizás, ya se ha aplicado... Un nuevo sistema de gobierno financiero tendrá lugar en un planeta degradado y una humanidad esclava...
Se le escapa a este tiempo sin tiempo,
actitudes plenas de dignidad y ética, en temple y conocimiento, en austeridad,
coherencia en la acción y fidelidad a uno mismo siempre… Un instante de verdad
equivale a la eternidad. Es la eternidad en un instante, enfrentada al instante
mercantil descartable, desechable perentorio, que anuncia la condena de los más
débiles a una muerte asegurada, ya sea por enfermedades instaladas o ejecución
directa.
¡Estamos aquí, todos nosotros! “los
condenados”, con un pasado que nunca cesa, un futuro que nunca empieza, un
presente que nunca acaba. ¿Dónde está la seguridad? ¿Qué protección pueden
inventar que no se hayan imaginado ya? Es inútil pensar en la seguridad: no
existe ni la más mínima.
No hay un lugar final donde retirarse...
a no ser que nos quedemos quietos... inmóviles. Si llegamos a hacerlo, sin
perder el equilibrio, sin dejarnos llevar por la embestida, puede ser que
seamos capaces de controlarnos y de esa manera actuar.
Desde el momento de despertarnos por la
mañana, hasta el momento de acostarnos, todo es una farsa, una vergüenza, una
estafa, todo el mundo lo sabe y todo el mundo colabora con la perpetuación del
fraude. Por eso es que quizás, nos parecemos tan desagradables unos a otros.
Por eso es por lo que es tan fácil organizar una guerra o una cruzada contra el
vacío...
Si todavía pudiéramos creer en un dios,
lo convertiremos en un dios de venganza. Pondremos en su ser el trabajo de
limpiar todo a fondo.
No queremos un mundo nuevo.
No merecemos un mundo nuevo.
Queremos poner fin al quilombo que hemos
creado...
¿Es buena esta mañana entre todas las
mañanas? Estoy perdiendo el poder de distinguir una mañana de otra. En los
archivos está metido el mundo de los animales que se extinguieron con rapidez.
Temibles hombres orientales con zapatos
de plomo y cráneos de vidrio traman el mundo de papel del mañana, un mundo
totalmente hecho de deshechos.
Hoy todavía queda tiempo para asistir al
entierro de los muertos recientes, mañana no habrá tiempo, puesto que los
muertos serán dejados allí mismo donde caen y peor para aquel que derrame
alguna lágrima.
Esta es una mañana tan confusa, que si
fuera... No sería.
Toda nuestra vida se extiende en una
ininterrumpida mañana, que arranca de la nada cada día. Un nuevo mundo está
saliendo del huevo y a pesar de lo muy rápido que escriba, el viejo mundo no
muere con suficiente rapidez... Todos están alertas, la expansión del virus de
la ignorancia, provoca una tensión delirante.
¿El presente? No hay tal presente. Hay
un pasado y un futuro y el tiempo corre a través de ellos como una corriente
eléctrica. El presente es una condición imaginaria, un estado de sueño: un
Soluterionte.
Todos los límites se desvanecen y el
mundo se manifiesta como el matadero demencial que es. El aire es denso y
estático. No hay indicación de salida en ninguna parte, no hay demasiadas
alternativas. Naturalmente entonces, aprendes lo que a todos los sensibles del
mundo descubren tarde o temprano: que no existe infierno preconcebido para la
humanidad.
Hechizados por los ritos, olvidamos que
éstos nacen de la realidad y que no difieren fundamentalmente de ninguna otra
forma de creación, salvo en lo que se relaciona con la sensibilidad misma de la
vida.
Seguimos construyendo un mundo abstracto
y deshumanizado con las cenizas de un materialismo ilusorio. Nos queremos
probar a nosotros mismos que el universo está vacío y con ello justificamos el
vacío de nuestra propia lógica. Queremos a toda costa conquistar, y seremos conquistadores,
pero nuestra conquista será la muerte.
La partida ha terminado, las piezas han
desaparecido, las líneas se han borrado, el ajedrez se humedece... Todo se ha
vuelto bárbaro.
Te sientas en medio de un río llamado
Nostalgia. Un río lleno de recuerdos recogidos entre los restos del naufragio
del mundo. Recuerdos de bandadas de pájaros fugitivos que construyeron una y
otra vez nidos que fueron destruidos, cáscaras de huevo aplastadas, animales
con el cuello retorcido y ojos muertos clavados en el espacio.
Un mundo de esperanzas mutiladas, de
aspiraciones sofocadas. Un mundo en que hasta el cálido hálito de la vida tiene
que transitar de contrabando, en que se cambia moneda, por un metro de espacio,
por un poco de libertad.
Todo se combina en un paté-familiar, que
se traga en una hostia sin gusto. En cada bocado, van cinco mil años de
amargura, cinco mil años de cenizas, de cáscaras de huevo aplastadas.
En el profundo sótano del corazón del
hombre, suenan dolorosas notas de olvido. Sigan construyendo ciudades enormes y
elevadas. Sigan trabajando sin saber para qué. No dejen de dormir ni una de sus
acostumbradas noches sin sueños.
Por debajo de esta tierra que pisamos,
vive otra raza de hombres. Son grandes, sombríos, apasionados. Se abren paso
hasta las entrañas de la tierra. Esperan con una paciencia aterradora. Son los
vengadores de lo sin sentido. Van a emerger cuando todo se venga abajo y quede
reducido a polvo...
En estas palabras escritas en 1984 y
publicadas en una novela a la que titulé “Morbi Dei” (Ed. Corregidor, Bs. As.
ISBN: 950-05-0399, 1985), avizoro un porvenir que es hoy, pleno de caos y
pestes que asolan a una humanidad que se ha cocinado una existencia sin destino
ni sentido.
Debo ser hoy, muy preciso al verificar
la realidad, a pesar de provocar cierto malestar inicial, en el camino de la
resistencia, modificando rumbos en actos de vida y maneras y modos de relación.
Sobreviviendo por encima de nuestras expectativas, al gobierno de un tal Javier
Milei, que ha instalado en nombre del equilibrio fiscal, ajustes genocidas
en todo lo que hace a la vida, anunciando para que la sorpresa no sea mayor,
que de todos modos vamos a morir... Legitimando sus decretos en actos
concretos, asimilado al gobierno financiero mundial, ha logrado hacer colapsar
servicios sanitarios, la vida de jubilados en estado de indigencia y la de
millones de niños sufriendo hambre y la existencia de un pueblo sin ánimos de
inventarse victorias en miserabilidad de ser y estar en esta tierra, todos/as
víctimas propiciatorias del gobierno de este humanoide, que ha logrado, se
retroceda a tiempos del medioevo, de la inquisición, pero ya no en nombre de un
dios vengativo, sino con el orden impuesto por los mercados, que en lo
económico ha provocado por crisis de creencias-descreencias, una caída de
resultados impredecibles, aunque ya nada me llama demasiado la atención.
En mi faz de filósofo y psicólogo
vocacional doy forma al perfil, la identidad y el pensar del hombre resentido,
proyectado hoy en el resentido Milei y en el corporacionista y farandulero
lumpenaje que conforma la mercenaria corte de alcahuetes políticos y los
arrastrados chismosos de medios de desinformación, haciendo mías palabras de
Nietzsche: “Ver sufrir produce bienestar; hacer-sufrir, más bienestar todavía -ésta
es una tesis dura, pero es un axioma antiguo, poderoso, humano-demasiado
humano”... Y a modo de epílogo, les dejo una frase escrita al acaso, en mi
ensayo Alter Ego, que quizás algunos/as, la harán suya: "La vida nos
invita a optar, en adquirir y eliminar vínculos de todo tipo. Quien pretenda
almacenar intacta su capacidad de optar no es libre: es un prisionero de su
indecisión. La huida de la realidad convierte al hombre en simple espectador de
su vida."
(*) Filósofo (Cambridge, Inglaterra),
poeta, performer, ecologista, artista y periodista argentino. Pionero en el
arte performativo. Precursor del minimalismo en América Latina y del Land Art
según Jean Baudrillard. Autor del "Manifiesto de los indignados contra el
neoliberalismo'' año 2011. Miembro-asesor de The World Literary Academy
(Cambridge, Inglaterra), "Biography of the year Award" Historical
Preservation of America (1986), "Man of the Year" IBC Cambridge 2004,
Honoris Universidad de Bologna, Nominado en dos ocasiones a la Beca Guggenheim.
Miembro activo de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).
Cuenta de X: @soluterionte.
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