EL ‘PLAN DE REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA’ DE SÁNCHEZ
DIARIO
RED
Pedro Sánchez, durante su comparecencia en La Moncloa para anunciar que no
dimite — Foto: RTVE
Hace unos meses, ocurrió algo inédito en España —y de hecho en cualquier país europeo que a uno le venga a la cabeza—: después de que su mujer fuera imputada por uno de esos tantos jueces aficionados al lawfare, el presidente de la quinta economía de la Zona Euro mandó una carta a la ciudadanía a través de las redes sociales y se autorrecluyó en el palacio presidencial durante cinco días, sugiriendo entre líneas la posibilidad de dimitir. En la carta, señaló —utilizando la expresión de Umberto Eco— a ‘la máquina del fango’ como una colaboración golpista entre la derecha política, judicial y mediática. No lo dijo con toda contundencia léxica con la que lo hacemos las gentes de izquierdas, pero se entendió perfectamente. “Hay un golpe blando en marcha en uno de los países más importantes de la Unión Europea y su operación principal pasa por destruir civilmente a mi familia, lo cual me hace plantearme el dejarlo todo”, nos vino a decir Pedro Sánchez a todos los —atónitos— españoles. Por eso, cuando finalmente compareció a las puertas de la Moncloa y dio una declaración institucional sin preguntas al cabo de los cinco días de ‘reflexión’ y no puso absolutamente ninguna medida encima de la mesa para parar el golpe, la estupefacción aumentó varios puntos y se mezcló con la indignación o la decepción (según la personalidad de cada uno).
En el día
de ayer, casi cinco meses después de dichos acontecimientos —parece que el
inminente golpe de estado que estuvo a punto de descabezar el ejecutivo español
tampoco era algo tan urgente—, el ministro de Justicia y de la Presidencia, Félix
Bolaños, anunciaba solemnemente —por fin— en la rueda de prensa posterior al
Consejo de ministros el acuerdo para sacar adelante el esperado ‘plan
de regeneración’. Además de las palabras del ministro, el gobierno envió a
los periodistas un PDF de 28 páginas detallando dicho plan (si es que el verbo
‘detallar’ puede ser aplicado a este caso).
Al
principio del documento —titulado ‘PLAN DE ACCIÓN PARA LA DEMOCRACIA’—, se nos
dice, como le gusta repetir al PSOE, que la democracia española es una de las
más sólidas del mundo, pero que tiene algún fallito menor que convendría
corregir. De la ‘máquina del fango’ que a punto estuvo de decapitar al jefe del
poder ejecutivo en España, hemos pasado a una situación de liderazgo
democrático mundial con algunos pequeños matices.
De la ‘máquina del fango’ que
a punto estuvo de decapitar al jefe del poder ejecutivo en España, hemos pasado
a una situación de liderazgo democrático mundial con algunos pequeños matices
A
continuación, se nos dice que las medidas que plantea el documento van a estar
basadas sobre todo en las recomendaciones adoptadas por la Comisión Europea
—como es bien sabido, uno de los órganos más democráticos y menos tecnocráticos
que existen— en los años 2020 y 2023.
Los
ámbitos principales de los que se va a ocupar el plan se pueden encontrar ya en
la introducción: el poder ejecutivo, los medios de comunicación y el
poder legislativo. En una primera lectura, podría parecer incomprensible
que el poder judicial no figure en esta lista. ¿Qué tipo de plan de
regeneración democrática se puede acometer sin proponer absolutamente nada para
el poder judicial cuando el lawfare ha sido la operativa golpista más utilizada
a lo largo de la última década y cuando, de hecho, todo este debate aparece
precisamente por la imputación de la esposa del presidente por parte de un juez
que actúa como un operador político bordeando la prevaricación? Esto ya nos
podría dar una pista de que no estamos ante un documento de propuestas de
acción política sino ante un comunicado de prensa que pueda permitir a un
gobierno que no ha hecho prácticamente nada en su primer año seguir pedaleando
en el aire tres años más. Pero la situación es todavía peor que la ausencia de
ninguna propuesta para el poder judicial. La reforma en este ámbito ya ha sido
hecha, se hizo en la dirección antidemocrática —es decir, independizando aún
más a este poder de la soberanía popular—, se hizo aceptando únicamente
postulados de la derecha y ninguno del progresismo y se pactó entre el PSOE y
el PP al mismo tiempo que se repartían el CGPJ. El poder judicial no
aparece en el ‘plan de regeneración’ publicado ayer por el gobierno porque las
medidas en ese ámbito ya se tomaron y avanzaron en el blindaje de la impunidad
de la derecha y la extrema derecha judicial.
El poder judicial no aparece
en el ‘plan de regeneración’ publicado ayer por el gobierno porque las medidas
en ese ámbito ya se tomaron y avanzaron en el blindaje de la impunidad de la
derecha y la extrema derecha judicial
Con
semejante antecedente, no sorprende el tono, la ambigüedad y la endeblez
ideológica del resto del documento enviado a los medios. Más allá de la
enunciación vacía de objetivos y ejes de acción con lenguaje de PowerPoint,
nadie que entienda mínimamente cómo funcionan las principales amenazas a la
democracia que operan en España puede quedar satisfecho con los diferentes
puntos que —a partir de la página 6— pretenden concretar algo más —pero tampoco
mucho— lo que supuestamente quiere hacer el gobierno. Con un nivel de
concreción en general muy bajo y obviando que la mayor parte de las
‘propuestas’ están vacías de contenido —llevar a cabo una cumbre sin decir qué
se va a decidir allí, crear un organismo sin establecer criterios de operación,
aprobar una ley con un nombre bonito pero sin mencionar qué medidas va a
contener, etc.— podemos citar los siguientes puntos en los que más o menos se
dice algo.
En el
documento hecho público, podemos encontrar todo un epígrafe dedicado a los
medios de comunicación donde se plantean medidas de transparencia, como la
publicación de la propiedad económica de los medios o sus audiencias, así como
una reforma de la publicidad institucional para intentar evitar que ésta vaya
dirigida a medios que no tienen prácticamente audiencia. Aunque supuestamente
Pedro Sánchez lanzó este debate como consecuencia de las agresiones a la
democracia por parte de determinados medios que publican mentiras y odio, el
documento se centra justo a continuación en lo contrario: en la protección de
los periodistas frente a acosos externos o la protección de su secreto
profesional. Es especialmente significativo que sea en este apartado, además,
donde el gobierno incluye la reforma de la Ley Mordaza, mencionando
explícitamente solo el artículo 36.23 que afecta directamente a los periodistas, pero
sin hacer mención ninguna a los perjuicios que dicha ley causa a las libertades
civiles y a la ciudadanía en general. En el apartado de los medios,
también se habla del problema de su concentración en pocas manos, pero no se
propone absolutamente nada concreto para evitarla. Un poco más de concreción
podemos encontrar —en cambio— en la sección de este apartado que se refiere a
la desinformación. Obviando la aprobación de una ‘estrategia’ contra las
campañas de desinformación de la cual no se especifica absolutamente nada, la
apertura de una comisión parlamentaria sobre el mismo tema cuyo contenido es a
priori el que los grupos quieran incluir allí o una reforma de la CNMV que
tampoco se detalla, sí encontramos la voluntad de reformar un par de leyes
orgánicas para conseguir un derecho a la rectificación mediática que
sea rápido y eficaz cuando se publiquen noticias falsas o ‘abiertamente
tendenciosas’. No se especifica gran cosa respecto de cómo se va a
conseguir esto, pero en semejante mar de ambigüedades y de brindis al sol, que
se hayan escrito estas palabras negro sobre blanco es una de las pocas buenas
noticias que se pueden encontrar en las 28 páginas. Lamentablemente, justo
después de esta propuesta, se prometen 100 millones de euros para promover la
digitalización de los medios de comunicación; dejando perfectamente claro que
el gobierno no se quiere enemistar con nadie. En este apartado y sin que se
entienda muy bien por qué, se habla también de reformar íntegramente el Código
Penal en los delitos que afectan a la libertad de expresión, como la ofensa a
los sentimientos religiosos. No se habla explícitamente de derogación, no se
entra en detalle y la localización de la medida es un poco extraña, pero, de
nuevo, estamos en este caso ante una pequeña buena noticia.
En el apartado de los medios,
también se habla del problema de su concentración en pocas manos, pero no se
propone absolutamente nada concreto para evitarla
Del mismo
modo que el documento empieza por unas cuantas medidas que afectan a la
transparencia y a la rendición de cuentas del ejecutivo —algo que no tiene nada
que ver con la ‘máquina del fango’—, justo después del apartado de los medios
de comunicación, el ‘plan de regeneración’ aborda la obligatoriedad del debate
del estado de la nación o de los debates electorales, así como la publicación
de los microdatos de las encuestas. Algo que está muy bien, pero que
nadie tenía identificado en estos momentos como una grave amenaza a nuestro
sistema democrático. Del mismo modo, se plantea reformar el reglamento
de ambas cámaras para sancionar de forma eficaz a aquellos diputados que no
presenten su declaración de bienes o que lo hagan con información falsa o
incompleta, así como hacer más estrictas las sanciones a aquellos partidos que
‘presenten sus cuentas de manera inadecuada’; algo sin duda positivo, algo con
lo que se señala implícitamente a VOX y al mismo tiempo algo que no tiene nada
que ver con todo eso que llevó al presidente del Gobierno a plantearse su
dimisión.
En
definitiva, estamos ante un ‘plan de regeneración’ que no hace nada
contra una de las principales amenazas a nuestra democracia como es el lawfare
—porque el PSOE ya pactó la impunidad de los jueces prevaricadores con el PP—,
apenas dice cuatro ambigüedades sobre el gravísimo problema de la difusión de
mentiras y de odio a través de los principales medios de comunicación del país
—y no solamente de ciertos tabloides como repite Sánchez para no ponerse en
contra a los grandes cañones mediáticos—, añade elementos de ‘regeneración’ de
los poderes públicos —excepto del poder judicial— que no parece que tuvieran
nada que ver con el debate que se había planteado y mete con calzador la Ley
Mordaza y los delitos que limitan la libertad de expresión —entendemos, a
petición del socio de gobierno del PSOE— pero sin comprometerse a nada
importante.
Estamos ante un ‘plan de
regeneración’ que no hace nada contra una de las principales amenazas a nuestra
democracia como es el lawfare —porque el PSOE ya pactó la impunidad de los
jueces prevaricadores con el PP—
Por si
esto fuera poco, el documento se ocupa de especificar quiénes serían los
agentes que supuestamente llevarían a cabo estas medidas en un tiempo
indeterminado en el futuro y, además de que solamente aparecen ministerios del
PSOE y ninguno de Sumar, se menciona en numerosas ocasiones que
tendrían que ser las Cortes Generales las que aprueben las medidas
correspondientes. Unas Cortes Generales en las que no parece que el
gobierno tenga una mayoría estable para hacer nada, donde se han vivido ya
varios fracasos parlamentarios en lo que llevamos de legislatura y que apenas
han conseguido sacar adelante la Ley de Amnistía y la reforma derechista del
poder judicial, además de alguna otra norma menor.
Todo
indica que la decisión que tomó Pedro Sánchez durante aquellos cinco días en
los que tuvo al país en vilo y en estado de shock fue la de continuar
gobernando aunque no pudiera hacer ninguna reforma importante ni para
mejorar las condiciones materiales de vida de la gente ni tampoco para mejorar
el sistema democrático. Pero claro, para poder hacer eso, hace falta dar de
comer todas las semanas anuncios vacíos a los medios de comunicación y eso es
exactamente lo que parece que tuvo lugar ayer.
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