QUIEN SE
PICA AJOS COME
Opinión de Javier Valenzuela
Ay, señor Feijóo, debería templar
muchísimo sus catilinarias. Comparar el plan de transparencia en materia
informativa del Gobierno con la dictadura de Franco es una 'cipotá', que así es
como llaman en Andalucía oriental a las majaderías notorias
Feijóo acusa a Sánchez de perseguir
periodistas “como Franco” por aplicar la directiva europea sobre medios
Tampoco me parece liberticida que se intente dificultar que gobernantes locales y autonómicos financien a sus medios vasallos a través de la publicidad institucional, esto es, con el dinero de todos los contribuyentes. Nos cuesta mucho ganar ese dinero para que, en vez de en servicios públicos como la sanidad o la educación, se malgaste en pagar a propagandistas y predicadores. Que cada palo aguante su vela, compitamos los periodistas y los medios en auténtica libertad, sin que unos estén dopados con la pasta de nuestros impuestos por la gracia de una reina del vermú cualquiera.
Señor Feijóo, lo que sí encuentro
absolutamente liberticida es que un rapero lleve ya tres años y medio en el
trullo por unas letrillas de peor o mejor gusto sobre la monarquía. O que una
revista humorística reciba, un mes sí y otro también, una querella judicial por
herir supuestamente los sentimientos religiosos de unos abogados que se dicen
cristianos. Como ciudadano y como periodista, me siento amordazado por no poder
decir tan educada como claramente lo que pienso de la monarquía y la religión.
Tengo que morderme la lengua en una España en la que, en cambio, despotricar de
los progresistas de modo zafio y mentiroso se considera un noble ejercicio de
la libertad de expresión.
Cree el ladrón que todos son de su condición. Ayuso afirma estos
días que el Gobierno de Sánchez amenaza a los periodistas con sus tímidos
intentos de combatir la máquina del fango. Disculpe, señora Ayuso, ¿no fue más
bien su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, quien amenazó a elDiario.es
con triturarlo y cerrarlo? Y ahí sigue el llamado MAR, cobrando de
nuestros impuestos y dictándole a usted por el pinganillo la cipotá del
día.
Me duele esta España del doble rasero en relación con la verdad.
Unos contrastamos las noticias, otros se las inventan tan ricamente. La
economía crece, se crea empleo, llegan muchos turistas extranjeros, Cataluña
está más tranquila que en tiempos de Rajoy… Todos estos son hechos ciertos y
verificables. Como también lo son estos: la vivienda es el gran problema de la
juventud española, se acelera la crisis climática, persiste la criminalidad
machista, necesitamos inmigrantes y necesitamos ordenar su llegada…
Pero a muchos medios y redes sociales suelen llegar otro tipo de
cosas: informaciones sesgadas o directamente falsas, cuentos de intención
politiquera. Si es para meterte con los rojos, los separatistas, las
feministas, las minorías sexuales y los moros, aquí puedes publicar lo que te
venga en gana. Por ejemplo, puedes acusar a un magrebí de ser el autor de un
crimen, y no pasa nada. Aunque el asesino sea un desequilibrado español de toda
la vida.
Los medios que publican los titulares que le gustan a Ayuso,
como que Sánchez se va a traer un cuarto de millón de mauritanos, y que ella
financia con el dinero de los contribuyentes, se han puesto como una hidra ante
las medidas anunciadas por el Gobierno. Quien se pica ajos come, dice la vieja
sabiduría española. Y es que a esos medio les ampara la misma libertad de
expresión que lleva a Trump a afirmar que los inmigrantes van a Springfield a
comerse los perros y los gatos, nuestras queridas mascotas. Ah, ya lo dijo
Goebbels: cuanto más grande es el embuste, más fácil es que se lo crea gente
poco ilustrada.
Bienvenidos sean los objetivos del Gobierno para intentar
conseguir un poco más de transparencia en el universo mediático y un poco más
de libertad de expresión para todos. A mí me parecen más bien pacatos, ya lo
dije, pero no se me escapa cuál es la correlación de fuerzas. Basta con
recordar que nuestra televisión privada es un duopolio: dos grandes empresas de
ideología conservadora son propietarias de la mayoría de las cadenas que uno va
recorriendo cuando pulsa su mando a distancia. ¿Cómo extrañarse de que pongan
el grito en el cielo ante cualquier intento de reforma del sistema?
Sigamos siempre la pista del dinero: el que paga manda. Lo dijo
Albert Camus cuando le preguntaron por qué había dejado el diario Combat: “He dejado Combat, señora,
porque, tres años después de su fundación, ese periódico tenía necesidad de
capitales. Y en la historia del periodismo en todo el mundo, los capitales no
llegan nunca sin servidumbres. Así que renuncié a las servidumbres al mismo
tiempo que a los capitales, y me retiré del periodismo”.
Yo no pienso retirarme, pero soy muy mayor para creerme cuentos
de hadas sobre la virginidad del universo mediático por obra y gracia del
Espíritu Santo.
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