¿DURARÁ EL GOBIERNO SÁNCHEZ?
La gramática de
Junts podría garantizar el gobierno. Su sistema de toma de decisiones –a
rachas, caprichoso, inescrutable– mucho menos
El Congreso rechaza
la ley para regular los alquileres
temporales. / Congreso
de los Diputados
1- Recientemente el Gobierno ha perdido, por todo lo alto, una votación en el Congreso. Se trataba de una ley que iba a reducir las posibilidades de pelotazo en los alquileres. Perder esa ley es importante. Es importante prolongar la desregulación del alquiler, esa brutalidad social. Pero la pérdida de esa votación presagia también otros futuribles notorios, como la desaparición de Junts, tal vez de Junts y de PNV, de la mayoría parlamentaria gubernamental. Y, con ello, la pérdida de una segunda votación a la cosa límite de gasto, lo que sería un indicio de que se podría perder la votación para los Presupuestos, y lo que sería un indicio, muy sólido, de que el Gobierno Sánchez podría quedarse pajarito en el momento menos pensado, que es como se quedan pajaritos los pajaritos. Este artículo intentará dar una respuesta plausible a la posibilidad de un fin abrupto al Gobierno Sánchez. Y lo hará partiendo de la gramática política de Junts.
2-
La gramática lo es todo en un partido.
Un partido es una gramática, al punto que los partidos, cuando no tienen
gramática, o cuando la exceden, suelen ponerse pochos, o incluso, plof, morir.
3-
¿Qué dice la gramática de Junts sobre
dejar caer a Sánchez? Dilucidarlo es complicado, porque las gramáticas de los
partidos nunca son cristalinas. Es más, son opacas, o quedaríamos cegados por
la brutalidad de su lenguaje descarnado. Por eso, todo lo que ocurre en la
política transcurre en una gramática críptica, no sustentada en el lenguaje y,
muy diferente, por ello, de la utilizada en el periodismo, esa disciplina que
no puede transcurrir en la gramática real de la política, o sería, además de
cruel, incomprensible. Les paso un ejemplo. Les traduzco a su significado
político y real primigenio la votación perdida, mencionada en el punto 1, por
lo de los alquileres.
4-
El fragmento del punto 1: “el Gobierno
perdió una votación en el Congreso de una ley que iba a reducir las
posibilidades de pelotazo en los alquileres” es gramática periodística, que no
política. Por lo que no explica lo que pasó políticamente. Lo que pasó sería,
para Junts, lo siguiente: “el Gobierno no perdió ninguna votación. La perdió
Sumar, pues la propuesta era suya. Sí, la ley iba sobre alquileres, pero eso
nos la trae floja, tanto o más que al PSOE, que dejó transcurrir esa ley bajo
el trademark Sumar, y no bajo el trademark PSOE, lo que habla del
escaso interés de esa ley para Moncloa. Por nuestra parte, lo que queríamos
señalar con nuestro voto negativo era otra cosa, en todo caso. Esto. Ahí va.
Aparten a los niños. Que como Moncloa no se estire y nos ofrezca una serie de
dones, no se van a aprobar los Presupuestos, y será el fin del Gobierno”.
5-
Como ven, la gramática de la política es
salvaje. No es humana. Nunca lo es. No lo es porque casi siempre alude, exclusivamente,
al poder. El poder es un producto extraño. Se parece a todo lo contrario, el
amor, en que para existir ambos necesitan ser ejercidos.
6-
Sí, la gramática de la política es
brutal. Pero, como todas las gramáticas, funciona, es operativa y, por lo tanto,
perfecta. De hecho, tras el voto negativo a esa ley, que tanto a Junts como al
PSOE les importaba un pepino, se ha iniciado un diálogo intenso Junts-Moncloa.
Hubo una reunión en Suiza y se han movido fichas. Que se sepa, fichas como
estas: a) el Gobierno ha anunciado la desclasificación de los documentos del
CNI sobre el atentado en las Ramblas del 17A de 2017. ¿Es importante? No, en
absoluto. Pero ese atentado es, para la derecha cat, lo que el atentado de
Atocha para la derecha esp. Su titadine, su oportunidad de acceder a las
teorías de la conspiración, lo que es una forma de acceder a la gramática con
la que Junts se comunica con su votante, una gramática hoy, zas, de nuevo
presente a tutiplén en los medios públicos y concertados cat. También se ha
anunciado b) una nueva oleada de energía y esfuerzos para conseguir la
oficialidad del catalán en la UE –algo improbable, como les expliqué en esta sección
hace meses, ya que tanto el piloto automático de la UE, como la
mayoría de Estados de la UE rechazan esa posibilidad–, y la c) posibilidad de
utilizar el catalán en el Parlamento Europeo, sin oficialidad alguna, durante
un segmento en el tiempo-espacio. Es posible, me dicen, que se estén
apalabrando otras cosas, aparatosas, si bien sin mucha importancia real, como
el indulto para Laura Borràs, cuando salga su condena por un delito común.
7-
Como ven, lo que Junts pide y lo que
Moncloa ofrece es muy poco. Pero puede ser lo suficiente para satisfacer la
gramática de Junts. Lo que nos lleva a considerar la gramática de Junts. ¿En
qué consiste?
8-
Junts carece de gramática propia. La que
tiene es la que queda de gramáticas anteriores del catalanismo conservador que,
aunque nadie lo sepa, está en una crisis dramática, tal vez vital. La
primera gramática del catalanismo conservador –la llamaremos Lineal A–,
consistía en satisfacer dos demandas: el autonomismo –más cultural que real;
esto es, leve y más dado a crear la percepción de autogobierno que a
detentarlo– y, muy importante, mucho, fundamental incluso, el proteccionismo.
La siguiente gramática del catalanismo conservador –o Lineal B–, es la obra de
Pujol. Virtuosa, en tanto consiste en la pervivencia del autonomismo –nuevamente
más dado a la autopercepción, algo rarísimo cuando se dispone de poli, lo más
en el pack autogobierno mundial–, y –ojo, esto es importante,
trascendente– en el olvido definitivo del proteccionismo, una vez eso es
irrealizable tras la debacle de la industria cat, en los setenta, y tras la
entrada en la UE, en los ochenta. ¿Qué queda sin el eje programático, casi
centenario, del proteccionismo, ese objeto fundamental? Su recuerdo, los
negocietes y –ojo con esto– la autonomía como nuevo proteccionismo, es decir,
como la fuente de riqueza, el punto en el que los nietos de los empresarios del
proteccionismo mantienen su estatus laboral y social, así como cierto poder
adquisitivo. Actualmente el catalanismo conservador se ubicaría en el Lineal C,
la gramática que están construyendo ERC y Junts, cada uno a su bola y de manera
un tanto traumática. La gramática de Junts parece más avanzada y operativa que
la de ERC. Consiste en la primacía –ya definitiva, parece– de las
autopercepciones, de las percepciones eléctricas que se puedan facilitar a sus
votantes, sobre cualquier otro hecho real, sea político o económico, pues de
eso ya no hay. Cuesta de ver el Lineal C con nitidez, porque aún está
intoxicado de su anterior gramática, épica, procesista, formalmente indepe. En
cuanto corrijan ese asunto, el Lineal C, cabe suponer, se parecerá al Lineal
B/el pujolismo, a pesar de las grandes diferencias entre Junts y Convergència.
La principal: Junts no es importante en Cat. Es una suerte de PP en Esp,
incapaz de establecer alianzas, lo que le aleja de la pomada. Paradójicamente,
Junts es más importante de lo que ha sido CDC fuera de Cat nunca jamás. En el
Congreso. Junts, y esta es la paradoja, es un partido español, únicamente
determinante en el ámbito español. Tiene guasa.
9-
El Lineal C, la gramática postpujolista,
puede contentarse con lo que ofrezca Moncloa. Siempre que, como sucedía en el
pujolismo, lo ofrecido sea presentado en público como una gran conquista, como
una exhibición de poder, de inteligencia, de superioridad. La estabilidad
gubernamental estaría, por lo tanto garantizada, de manera solvente, diría. Si
no fuera por dos factores. A saber: factor a) o el sistema de toma de
decisiones en Junts, y el factor b) o la época.
10-
La toma de decisiones en Junts es
sumamente impredecible, extraña y, en ocasiones, aleatoria, al punto de carecer
de inteligencia. La ausencia de inteligencia crea decisiones terribles no solo
para terceros, sino también para uno mismo. La ausencia de inteligencia en la
toma de decisiones –una constante espectacular en Junts, pero, en el
neoliberalismo, algo muy extendido en todos los partidos– es lo que el
historiador económico italiano Carlo Maria Cipolla denominaba estupidez. Veamos
esa toma de decisiones en funcionamiento y tiempo real, a través de un hecho
del que ya sabemos más que cuando sucedió: la aparición de Puigdemont en BCN
durante la sesión de investidura de Illa, este veranete.
11-
Se sabe que Puigdemont, desde hace un
tiempo, estaba pensando en volver. El hecho de no presentarse a las elecciones
europeas –un hecho incomprensible, que le alejaba del aforamiento, su única
baza para no ser extraditado; baza de la que carece hoy, por cierto; glups–
orienta sobre cierto hastío, cierto cansancio, cierto hartazgo, muy común en los
generales carlistas cat –muy diferentes de los generales vascos, más
constantes–, pasado un tiempo sin resultados. ¿Se iba a entregar? Ni idea. En
todo caso, no era descartable, y era un riesgo asumido. Al parecer, su vuelta a
BCN era un plan, menos ridículo, con más sentido o periplo que el exhibido
finalmente, para, en efecto, entrar en el Parlament, a través del zoo de BCN,
protagonizar un momento Luke soy tu padre en el hemiciclo
–dramáticamente muy espectacular; lo que es lo más en una gramática que,
únicamente, busca el espectáculo, la demostración pública–, para
posteriormente, intentar pirarse, sin ser detenido. No pudo ser. O, el
interfecto se lo pensó o no quiso. En el trance de intentarlo, no obstante,
estuvieron a punto de pasar varias cosas que ni siquiera fueron meditadas o
tenidas en cuenta por Puigdemont como posibilidades. A saber: a) un momento
Capitolio en el Parlament, que hubiera sido absolutamente descalificador, b) la
detención de Puigdemont y, con ella, tal vez c) la repetición de elecciones en
Cat, y tal vez d) el fin del Gobierno Sánchez –Junts no quería eso; o, al
menos, no quería una de esas dos cosas–.
12-
Este pitote, esta ruina apenas
esquivada, explica la toma de decisiones en Junts. Es vertical, unipersonal,
poco contrastada, nada contestada, y con poca participación y asesoramiento. Es
un sistema de toma de decisiones que no garantiza no ya buenos resultados, sino
cierta previsión en los resultados. Y no parece que este sistema vaya a mejorar
próximamente, tras el congreso del partido, este otoño. El sistema de toma de
decisiones de Junts, endeble, incalculable, imprevisible, no garantiza, en fin,
que Junts sea fiel a su gramática, por ejemplo, y que en un momento de
voluptuosidad, y, a pesar de las consecuencias, no abandone a Sánchez a su
suerte.
13-
En cuanto a la época, es preciso señalar
que está aplazada, congelada, hasta las elecciones USA, en noviembre. No se
sabe quién ganará. Es más, en 2017, cuando ganó Trump, los demócratas sacaron
más votos. Con Trump, con los acentos que Trump aportó a la época, Junts, de
manera natural, en tanto confía más en la creación de estados de ánimos que de
políticas, se identificó y dejó llevarse, en su día, por la senda trumpista.
Fue el primer partido esp en hacerlo. Mejor y más rápido, en un primer momento,
que el PP de Ayuso, de MAR, o de quien sea que apriete los botones en el PP
MAD. Por lo que con Trump nuevamente modulando la época, Junts volvería, muy
probablemente, a una lógica derechista, que le alejaría de la actual mayoría gubernamental.
14-
La gramática de Junts podría garantizar
el Gobierno Sánchez. Su sistema de toma de decisiones –a rachas, caprichoso,
inescrutable– mucho menos. Poco o nada garantiza el sometimiento de Junts, ese
partido sin estructura, sin sectores, sin cuadros, a un cambio de época en
noviembre.
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