viernes, 6 de septiembre de 2024

EL TIMO DE LOS SEGUROS ANTIOKUPACIÓN

 

EL TIMO DE LOS SEGUROS ANTIOKUPACIÓN

Varias aseguradoras lanzan un producto-ganga que confunde de forma deliberada el allanamiento de la primera y segunda vivienda con la okupación para captar clientes asustados

GERARDO TECÉ

Imagen de la web de de Línea Directa donde se promociona

el seguro antiokupación.

El pastel de la industria del miedo es grande y hay tarta para todos. Es lo que han pensado algunas de las grandes aseguradoras del país que, al grito de “que vienen los okupas”, acaban de sacar un nuevo producto estrella: el seguro antiokupación. Por un módico precio que va desde los siete hasta los 50 euros al año, puede usted hacerse con una póliza que le permitirá bajar tranquilo a comprar el pan. Si cuando vuelve con el bollo y la barra bajo el brazo se hubiesen cumplido las predicciones de Ana Rosa Quintana, y en el sofá de su casa hubiera un señor con su correspondiente pasamontañas, tranquilo: el seguro se hará cargo de todos los gastos derivados de este drama supuestamente cotidiano. Línea Directa, aseguradora fundada por Bankinter, fue la primera en decir por qué no, y lanzarse –aguantándose la risa– a la venta de este producto homeopático con el que, desde el año pasado, ofrece protección absoluta ante la posible okupación de tu primera y segunda vivienda. Homeopático porque es un hecho física y metafísicamente imposible que suceda, ya que el acceso ilegal a una primera o segunda vivienda se llama allanamiento y no okupación. Su solución es tan sencilla como llamar a la policía, igual que cuando alguien rompe la puerta o la ventana para robarte. 

El pequeño detalle de ofrecer coberturas para sucesos que no existen es algo que no parece importarles a empresas como Línea Directa, Mutua Madrileña o Generali, entre otras. La consejera delegada de Línea Directa, Patricia Ayuela, lo explicaba estupendamente bien en una reciente conferencia entre empresas del sector frente a las críticas de otras aseguradoras que calificaban este producto como “poco serio”: es obligación de las aseguradoras detectar las necesidades de los clientes. Dicho de otro modo, si mañana los clientes tuviesen la necesidad de protegerse frente a los satélites que nos leen el pensamiento o los aviones que nos fumigan, ahí estarían Línea Directa y tantas otras para sacar un seguro al respecto sin sonrojarse. 

Para entender cómo funciona este despropósito sobre el terreno llamo a Línea Directa, la aseguradora del grupo Bankinter, pionera del sector en la caza del cliente desinformado y asustado. La comercial que responde al otro lado me ofrece un jugoso producto antiokupación y hace hincapié en la posibilidad de asegurar mi primera vivienda, la habitual, tal y como se promociona desde la página web de la compañía. Le explico a la operadora que me atiende amablemente que soy un tipo al que le da un miedo terrible bajar a por el pan y a la vuelta poder encontrar mi casa okupada. La mujer me entiende porque, efectivamente, “las cosas están fatal por culpa de las leyes que se han aprobado últimamente”. La realidad es que, mientras los vendedores de miedo aumentan, las okupaciones han bajado en España un 9% en el último año. Si antes estábamos a la cola europea, ahora lo estamos más. Pero ese no es el asunto. Le pregunto qué ley nueva es esa y no me lo sabe explicar, pero a cambio me ofrece una solución para mis miedos: por sólo dos euros al mes me puedo quedar tranquilo. Por 24 euros al año quedan cubiertos los gastos de luz, gas y agua generados por los okupas. Además, Línea Directa cubriría mi alojamiento temporal en una nueva vivienda mientras se soluciona la okupación provocada por mi amor desmedido hacia los bollos, vienas, molletes y demás derivados del trigo. Y, por si fuera poco, los gastos jurídicos durante el proceso también se incluyen por esta cifra irrisoria. Una ganga absoluta, incomprensible teniendo en cuenta la supuesta frecuencia con la que estas okupaciones suceden. O las aseguradoras se han vuelto oenegés o están estafando a alguna gente asustada.

Avanzada la conversación, le planteo a la comercial la pregunta del millón: ¿es posible que se produzca una okupación de primera vivienda? Teniendo en cuenta que la ley a eso lo llama allanamiento de morada y que, cuando sucede, la policía actúa del mismo modo que si alguien entrase por la ventana para robarte, veo complicado que podamos llamar a eso okupación y, por tanto, que el seguro lo cubra. La operadora pide un momento para consultarlo con sus superiores y al cabo de un minuto vuelve con la respuesta a mi duda. “Tienes razón en que, si se trata de la primera vivienda, sería un allanamiento de morada, pero si los okupas consiguen estar 48 horas dentro, ya no puedes echarlos”. Les presento el bulo de las 48 horas. Una desinformación ampliamente desmentida por jueces y juristas especialistas en la materia a los que pocas veces invitan a los grandes programas asustaviejas. Especialistas que, consultados por este asunto de las 48 horas, no aciertan a adivinar de dónde ha salido ese dato aleatorio que la legislación no contempla. Como explicaba hace unos meses Rafael Estévez, juez decano de un tribunal de lo penal, “un allanamiento de morada lo sigue siendo hayan pasado 48 horas o 200 días, eso no importa. Y eso afecta a la primera y a la segunda vivienda”. Tras escuchar atentamente el bulo de las 48 horas le pregunto a la operadora si sería tan amable de decirme dónde podría encontrar esa información, ya que he escuchado que se trata de un bulo y le pido que entre a un par de artículos donde así se explica. Me pide consultar de nuevo con sus superiores y se compromete a llamarme cuando tenga la respuesta. 

Lo hace. Al cabo de media hora, la amable –lo fue– telefonista de Línea Directa, me llama de nuevo para explicarme que, según le han dicho, lo de las 48 horas es una cifra estimada que se da teniendo en cuenta que la policía, que está desbordada, suele desentenderse pasadas las 48 horas y le pasan el caso al juzgado, así que el proceso se eterniza. Los jueces, que, como decimos, jamás son invitados a las televisiones que generan estos bulos sobre los que algunas empresas construyen su economía, niegan la mayor. Es falso. Si usted se va dos meses de vacaciones –ojalá– y a la vuelta encuentra a alguien en su casa, se trata de un allanamiento que usted no sabe en qué momento comenzó. Y no, la policía no le pide al okupante un ticket de la hora para ver si ya ha cumplido 48 aparcado en su sofá, ni tiene forma de saber cuándo se produjo el allanamiento hasta que llega una denuncia, ni te responde “lo siento, no vamos a actuar porque el ladrón lleva ya un rato dentro”. La mujer ha sido de lo más amable, así que me despido de ella diciéndole que algo no me cuadra, que tengo que pensármelo porque me da la sensación de que Línea Directa –como otras muchas compañías– está vendiendo un producto para algo que no existe: la okupación de primera y segunda vivienda. Su respuesta es que el seguro antiokupas está teniendo muchísimo éxito, así que duda que no exista este problema. Le pregunto si tiene datos del número de clientes que, una vez contratado este seguro que comercializan desde hace un año, han tenido que usarlo porque su vivienda habitual ha sido okupada. Se ríe y me desea buenos días. 

 

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