LOS MILLONES DE JUAN ROIG Y LOS
BENEFICIOS DE MERCADONA
JULEN BOLLAIN
El presidente de Mercadona, Juan Roig, a su llegada a una rueda de
prensa para informar sobre la situación actual y futura de los cinco
Componentes de Mercadona, en el Centro de Coinnovación del Jarro, a 14 de marzo
de 2023, en Paterna, Valencia, Comunidad Valenciana (España).- EUROPA PRESS
La pandemia de la covid-19, la guerra de ucrania, la crisis energética y de materias primas o la inflación han sido un desastre para la economía mundial. Sin embargo, parece haber sido una bendición para ciertas grandes empresas y grandes fortunas. Esto no es algo que lo diga yo, sino que se puede apreciar echando un vistazo a los últimos datos de facturación y beneficios que se han ido publicando a lo largo del año 2023.
Los seis mayores
bancos de España, por ejemplo, han tenido 20.489 millones euros de beneficios
en 2022. Un 28,3% más que el año anterior, con Santander y BBVA batiendo sus
récords históricos. En cuanto a las empresas energéticas, Iberdrola obtuvo un
beneficio de 4.339 millones de euros, un 12% más que en 2021, Repsol de 4.251
millones, un 70% más, y Naturgy de 1.649 millones, un 36% más. Eso sí, no les
pongas un impuesto por los beneficios extraordinarios que se van a la quiebra.
Esta semana
conocíamos los resultados de Mercadona. La cadena de supermercados española
líder en el mercado ha aumentado un 11% sus ventas en 2022, y ha obtenido un
beneficio de 718 millones de euros. Un 5,6% más que en 2021. Indudablemente es
una grandísima noticia que las empresas sean rentables, que incrementen sus
beneficios y que demanden un mayor número de puestos de trabajo. Sin embargo, y
aunque las empresas tengan la responsabilidad de maximizar sus beneficios para
sus accionistas, no debe ser a costa de sacrificar derechos laborales, las
condiciones de vida de sus trabajadores o ignorando las necesidades y la
situación de la ciudadanía.
Una ciudadanía que
lo está pasando realmente jodido, que ha visto sus condiciones materiales
gravísimamente empeoradas en los últimos tres años y que, directamente, gran
parte de ella no puede llegar a fin de mes. El 23% de las familias ha tenido
que recortar sus gastos en alimentos desde el inicio de la pandemia, ha crecido
un 9,3% el número de personas que reconocen tener que saltarse alguna comida,
un 7% quienes se han quedado sin nada que comer en la nevera y un 6% quienes
pasan o han pasado hambre.
Ante esta realidad,
el continuo incremento de los beneficios de las grandes empresas es una práctica,
como mínimo, altamente cuestionable desde el punto de vista ético. Ojalá contar
con empresas socialmente comprometidas que reconozcan que su éxito no solo se
mide por sus ganancias financieras, sino también por su contribución al
bienestar de la sociedad en general. Ojalá contar con empresas que arrimen el
hombro en los momentos difíciles.
A este respecto
resulta interesante el paso dado por Eroski. La cooperativa vasca ha sido el
primer supermercado que, de manera unilateral, ha decidido lanzar una cesta de
la compra con productos rebajados. El resto del sector, entre los que se
encuentran Mercadona, Carrefour, Dia o Lidl, rechazan hacer algo parecido
alegando que la iniciativa de Eroski es "inútil". La realidad es que
la cesta de la compra con productos rebajados de Eroski incluye más de mil
productos, siendo el 52% de los mismos de consumo diario o semanal (lácteos,
verduras, frutas, aceite, arroz, pasta, legumbres, frutos secos o pescado), un
20% de cuidado personal y del hogar y el resto productos cuyo consumo es
recomendado de forma ocasiones (galletas, embutidos o chocolate). Más de la
mitad de los productos rebajados no superan los dos euros y 200 no pasan de un
euro.
¿Resultado? Una
inversión total entre de 100 millones de euros entre 2022 y 2023 a costa de
reducir los márgenes de beneficio, con el objetivo de no trasladar al
consumidor la totalidad de los incrementos de los costos. Es decir, menor
beneficio para la cooperativa buscando el equilibrio entre la rentabilidad y el
impacto positivo en la comunidad.
Asimismo, también
resulta interesante el acuerdo conseguido entre el gobierno francés y los
grandes grupos de distribución galos, como ya lo hicieron en 2011, quienes han
aceptado reducir sus márgenes de beneficio para ofrecer diversas cestas de la
compra básicas "al precio más bajo posible". Qué diferencia entre la
disposición de unos y de otros. Los grandes supermercados españoles, así como
la patronal y el Partido Popular, lo único que han hecho ha sido pedir la
eliminación del IVA. Y, por desgracia, el gobierno español ha accedido a ello.
Véase la diferencia con el ministro de Economía francés quien, cuando le
preguntaron por la posibilidad de bajar el IVA en Francia, lo rechazó
calificando la medida como "ineficaz y costosa". Pero, vamos, que era
suficiente con echar un vistazo a los estudios existentes que demuestran que
este tipo de bajadas del IVA no son tan efectivas como cabría esperar. En
Alemania, por ejemplo, se tomaron medidas parecidas y las distribuidoras se
quedaron con el 30% de la bajada a base de ampliar sus márgenes de beneficio.
En España, donde la transparencia brilla por su ausencia, no lo sabemos.
Con todo, volviendo
al tema que nos preocupa y mientras Mercadona se jacta de su éxito, los
consumidores sufren las consecuencias de los incrementos de los precios.
Reconocía Juan Roig que han subido los precios "una burrada" para
evitar "un desastre impresionante en la cadena". Es legítimo que
considere que compartir parte de sus 718 millones de euros de beneficio con la
sociedad que le ha ayudado a obtenerlo no sea lo más interesante para su
bolsillo, pero, sinceramente, no creo que sea éticamente aceptable.
En definitiva, si
bien el éxito comercial de Mercadona es digno de admiración, su falta de
responsabilidad social es extremadamente preocupante. En lugar de arrimar el
hombro, la empresa ha optado por continuar contando sus millones. Tal vez
deberíamos reconsiderar dónde hacemos nuestras compras y optar por apoyar a las
empresas que se preocupan por el bienestar de sus clientes. ¿O es que acaso eso
es pedir demasiado?
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