HIPERTELIA DEL PORNO Y LA FAMA
Por Eduardo Sanguinetti, especial para NOVA
"La ilusión mientras dura es una realidad por derecho propio" (Epílogo de mi libro Alter Ego, Corregidor).
La democracia no requiere de sabios, de un pueblo cultivado o ilustrado, sino de una comunidad suficientemente informada, que tenga alguna idea y una imagen de lo que sucede.
Ahora bien, qué significa hoy, una comunidad “suficientemente informada”.
Reconozco que no se puede responder, de manera clara y legítima este interrogante, pero sí puedo asegurar cuándo una comunidad está “suficientemente desinformada”, como lo manifiesto hace años, ante la mirada torva de los militantes de la estafa y el fraude.
Tal el caso del
pueblo argentino, que día tras día se desvanece en la sublimación de los más
sexual que el sexo: el porno, que los medios de publicidad les plantea cómo
realidad única, que concluye en la oscuridad y el silencio: se desvanecen en lo
más visible que lo visible: la obscenidad.
Gran Hermano ordena
y dispone, pasando a un tercer estadio el “Principio Tecnológico”, donde la
libertad sexual es sojuzgada y puesta en beneficio de prácticas de diversión
alienantes, humillantes y represivas, para de ese modo llegar a un control más
enérgico sobre un individuo anestesiado, sin capacidad ni voluntad de
resistencia.
La sexualidad se
difunde como estímulo mercantil, como parte activa del gran negocio de activos
incorpóreos, representados por los sujetos-objetos, que automatizaron sus
relaciones cual máquinas de follar, sin la presencia de Eros, que conservaba y
elevaba la vida, como “principio de placer” (Freud dixit)…
Todo para alcanzar
fama y poder, cual destino de los vulnerables entrenados por la pantalla
vendedora de paraísos mercantilizados, donde ni la política, ni la farándula,
ni los representantes de la cultura chatarra son ajenos a toda esta porquería
que cotiza en bolsa de valores escatológicos.
Los sicarios de la
información hacen jugar una ‘ruleta rusa’ a los ciudadanos desprevenidos, en el
Nirvana siliconado del» porno liberado» de medios prostibularios, cual manada
mansa, silenciosa y resignada, que asiste cual borregos al espectáculo obsceno
que se despliega en las pantallas de la TV, espacio vacuo y perverso, donde se
adoctrina a una comunidad que asiste con "placer" virtual a su
exterminio, en "clave Matrix", simulación computarizada de un mundo
diseñado artificialmente.
La televisión es la
agencia más grande de formación de opinión pública, puesto que la información
es la piedra angular de esa formación de opinión, hoy inexistente. Mi argumento
va precedido de la afirmación de que la información no puede consistir en un
vacío de información: perspectiva conveniente propuesta por las redes de
canales de televisión y de las redes virtuales que conforman Internet, de las
interacciones pseudo-comunicativas per se.
En el caso de la
televisión, sobran las evidencias en cuanto al desempeño en el quehacer
noticioso de este medio que representa básicamente, cuando mucho, una
subinformación, que es información insuficiente, que conduce a una
desinformación absoluta y engañosa, respecto, en este caso a los temas que
hacen a la formación de la opinión pública y, consecuentemente, ayudando junto
a la prensa escrita, en la deformación de ciudadanos capaces o incapaces de
funcionar como tales.
El ruido de las
imágenes a repetición que desde la televisión, las redes, bombardean al
espectador, ciudadano y consumidor, tal el caso del argentino que en este
tiempo asiste sin posibilidad inmediata de corroborar, lo que denominan
"noticia". Esto es nocivo a la hora en que este ser intenta asentar
su mirada sobre tal o cual hecho luctuoso… Ya nada importa demasiado, todo se
ha nivelado a estadio "cero".
Demasiada
información, que aparece y desaparece de la pantalla, sin conocer los
desenlaces de lo que disparan, llámense candidatos de nadie para cristalizar la
escalada a la cima de la fama y el éxito a cualquier costo, llevados a cabo por
presidentes investigados por fraude, funcionarios procesados, funcionarias
escort en puestos relevantes, fugitivos de la justicia, femicidios,
prostitución vip, terrorismo narco, festivales de cultura chatarra articulados
según conveniencia de curadoras "queridas" de empresariuchos
mafiosos, "celebrities" porno, construidas en usinas de inteligencia,
fútbol y más fútbol, con jugadores elevados a dioses del olimpo pintado a mano,
candidatos a funciones ejecutivas legislativas "pret a porter",
ignorantes sociópatas, apuntalados por campañas publicitarias formidables,
auspiciados por dinero narco o de paraísos fiscales, que los legitiman como los
verdugos de pueblos cautivos de una democracia ficcional… Demasiado para el
juego hipertélico del porno y del crimen.
Frente a esta
situación de bajas defensas, para un pueblo enajenado en lo referente a
"lo político" y "cultural", hago responsables a los medios
de comunicación y a quienes los dirigen desde la esfera privada y pública de
subinformar y reclutar a espectadores incautos, con información patéticamente
idéntica en su tratamiento, caminando el sendero de discriminación aberrante al
conocimiento y a la inteligencia, ocultando información de cables de noticias
que no son ofrecidas a una platea anestesiada. Por supuesto, deviene de lo
manifestado que dicha discriminación recae sobre quienes están dotados de estas
cualidades.
La sociedad
burguesa, en su lógica de clase, siempre se apoyó en la “coartada democrática”
de los universales. Los ideales humanos de libertad e igualdad fueron
universales. Hoy en día lo universal adopta la evidencia absoluta de lo
concreto: a él responden las necesidades de un pueblo desinformado, superficial
y en franco retroceso cualitativo en lo referente a lo ético y verdadero,
devenidos en bienes materiales y descartables. Es el universal del consumo
actuando como factor de democratización.
De este modo se
puede considerar a la información, como objeto de consumo que sirve en el
denominado “juego democrático”. La diferencia radica, con el objeto utilitario,
en que no es necesario que sirvan y cumplan sus funciones y mucho menos el
estúpido discurso reduccionista, manifestado a viva voz por el estúpido
locutor, que acompaña con su voz de academia, la información.
Por todo lo
manifestado, ya no creo en la perdurabilidad de la democracia, como ha sentado
reales en el mundo occidental u occidentalizado, ¿no existe otra opción? El
imperio de la imagen del mundo, en la domesticidad del chisme convertido en
épica de este tiempo de farándula y de infradotados en el aire. Se han
convertido en mercadotecnia y espectáculo; están aquí para quedarse, la
tecnología nutre el proceso. No existe forma de retroceder, a este ritmo
circadiano.
Se torna evidente
que la democracia no existe en los medios. Ese control casi absoluto ha
conseguido algo que décadas atrás parecía imposible: erradicar el conflicto de
la percepción del público. Los más brutales crímenes pueden pasar inadvertidos
si los medios se empeñan en ello.
No existe algo
llamado democracia, si es que alguna vez existió. Desde el momento en que las
opiniones y las voluntades de las personas son moldeadas y manipuladas por
gigantescas maquinarias que escapan a cualquier control que no sea el de las
clases dominantes, entrar en el juego electoral parece no tener sentido ni
futuro.
La formación de la
opinión pública debe dar un giro de 180º de inmediato, nuestra condición de ser
que transitamos esta existencia lo exigimos…y utilizando esa misma tekné.
Genios desconocidos deben rediseñar el sendero a transitar, en resistencia al
porno instalado como tendencia única a alcanzar por un pueblo esclavizado, la
estupidez reinante y la impunidad instalada en lo referente a los ilícitos
perpetrados por el poder, que lleva a sembrar caos en el caos, en la Matrix.
Vivimos en una
realidad programada computacionalmente y la única pista que tenemos es cuando
una variable es cambiada y una alteración en nuestra realidad ocurre. La
Matrix, tiene notables influencias budistas, que ha producido la gran metáfora
de nuestro tiempo para referirse a una sensación milenaria: la sospecha de que
el mundo que experimentamos convencionalmente es una ilusión.
Nuestra vida en
casi todo su relato metafísico es única, el final, como todo producto de
ilusión es verosímil y nos aleja de la multidimensionalidad atemporal de
Matrix.
Pretender que somos
capaces de generar nuestra propia realidad es una ilusión más, provocada por el
atrape de esta maya-Matrix, de la que no se puede salir si no es a través del
viaje interior… lejos estamos de lograrlo, tal como se cocina el porvenir.
http://www.tomsbuenosaires.com/
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