YOLANDA DÍAZ SE LANZA EN ABRIL Y APUESTA AL PULSO PERMANENTE CON
PODEMOS
DANIEL
GALVALIZI
Cuando se escuchan las diferentes miradas de los hechos y las narrativas contrapuestas del sector de Yolanda Díaz, por un lado, y el de Podemos, por el otro, da la sensación de estar viendo la versión ibérica de ‘La guerra de los Rose’, ese clásico de 1989 dirigido por Danny DeVito y protagonizado por Kathleen Turner y Michael Douglas en el que a una pareja que se odia tanto como se ama le resulta imposible ponerse de acuerdo porque los hechos ya han dejado de importar, parece todo una lucha por quién controla el devenir. Por quién manda.
No es descubrir la pólvora afirmar que las diferentes familias progresistas del Estado español a la izquierda del PSOE suelen tenerlo fatal a la hora de ponerse de acuerdo, dejar los narcisismos a un lado y despojarse de ese prejuicio tan arcaico de que quien aparece como el que ha cedido es el que ha sido derrotado. Quien cede no manda, se suele creer, cuando liderar un proceso es mucho más que el mero control de los tiempos.
Este es el contexto
complejo, y preocupante para algunos, en el que se encuentran el Sumar de
Yolanda Díaz y Podemos, con muchos actores secundarios que en ocasiones
funcionan como puentes y en otras como entes disruptivos. Pasemos a deshilvanar
la tela.
Candidatura sí,
coalición ya vemos
El mapa de situación
es el siguiente: tras varias postergaciones, El Salto pudo confirmar a partir
de diferentes fuentes que la vicepresidenta hará un anuncio sobre su decisión
positiva en cuanto a ser candidata a la presidencia del Gobierno en abril. Como
muy temprano, y casi milagrosamente, sería el viernes 31 de marzo, pero lo más
probable es que el cuarto mes del año sea en el que veamos a Díaz decir que
tras su famoso proceso de escucha en todas las comunidades autónomas, ha
decidido ser candidata.
Que no es una
presentación de candidatura sino de una decisión, se ocupan de aclarar desde el
entorno de la ministra de Trabajo. También confirman el interés en que todas
las formaciones amigas que se espera que estén integradas en una eventual
plataforma estén presentes. El Salto pudo confirmar que hay particular interés
(y ya se ha conversado entre los diferentes equipos) para asegurarse la
presencia de Ada Colau (Catalunya En Comú) y Mónica García (Más Madrid).
El anuncio del
anuncio disparó las alarmas en la cúpula de Podemos, cuyos dirigentes no
participarán en el evento si antes no hay un preacuerdo electoral
La fecha que el
equipo de Sumar le había transmitido como preliminar a uno de los partidos
aliados era el fin de semana del 24-25 de marzo, pero eso ya es parte del pasado. Además, la
alcaldesa de Barcelona no podría participar ya que ese fin de semana estará en
Buenos Aires, un poco lejos de Madrid, sitio elegido para el retrasado acto de
lanzamiento (miembros del equipo yolander aseguraban a mitad del invierno que
“como muy tarde” el anuncio se tendría que dar a finales de febrero o principio
de marzo, pero se priorizó finalmente poder hacer actos de escucha en todos los
territorios).
El anuncio del
anuncio disparó las alarmas en la cúpula de Podemos. Dirigentes del segundo
partido en el Gobierno avisaron de que no podrán estar presentes en el evento
si antes no hay un preacuerdo electoral. A través de las gafas de algunos
medios de comunicación, esto se narró como una amenaza (“aprietan” se llegó a
leer en un periódico de derechas). Aquí empieza una escena típica de los Rose
en la que una misma situación se enmaraña como si fuera un diálogo en la Torre
de Babel.
La secretaria de
Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, ha dicho a RNE que esto no es una amenaza
sino “el orden lógico de las cosas” y que para “poder arropar” a Díaz antes
corresponde alcanzar un pacto de mínimos. Sin embargo, el equipo de la
vicepresidenta observa absorto esto porque considera que esta condición nunca
había estado sobre la mesa ni se había hablado en las conversaciones formales
para alcanzar un acuerdo que se están manteniendo desde enero. Estas
negociaciones están encabezadas por Verstrynge y por una de las manos derecha
de Díaz, su jefe de gabinete Josep Vendrell.
“Yolanda no quiere
que le marquen los tiempos y tiene razón”, señala a El Salto un dirigente de En
Comú, quien además asegura que Colau está intentando mediar para que se alcance
un equilibrio (Catalunya es un importante granero de votos para el espacio a la
izquierda del PSOE y es quizás donde menos escollos puede tener la confluencia
porque ya hay años de aceitada experiencia entre los morados y los de Colau).
Pero también es
entendible que en tiempos de política de espectáculo, en el que las fotos
hablan por sí mismas y la gente no suele leer los contextos, que Ione Belarra
(secretaria general de Podemos) no quiera estar sentada en primera fila de un
acto en que se presenta algo que bien no se sabe cómo acabará. Su mera
presencia sería interpretada como un apoyo explícito y los morados, curtidos en
las batallas de los cierres de listas electorales y con varias traiciones
pesando en su mochila a cuestas, quieren algún tipo de garantía.
La relación entre
Belarra y Díaz es fluida y cordial, aunque haya un sector de Podemos, más
‘pablista’ si se quiere, que apela a la confrontación con Díaz, quizás por
temor a ser devorados y por un deseo, normal, de cuidar una marca electoral que
costó sangre, sudor y lágrimas construir y que por más críticas que reciba
mantiene un núcleo duro de votantes nada despreciable.
Varios de los que
ocupan los asientos de la Ejecutiva morada consideran, según le expresaron a El
Salto, que Díaz quiere una suerte de uberización de la plataforma electoral:
que los partidos regionales se ocupen de sus territorios con un Podemos más al
margen (por ejemplo, Compromís ordenando en el País Valencià, la Chunta en
Aragón, Más País en Madrid, los de Alberto Rodríguez en Canarias, y así) y
dejar las otras circunscripciones para que Podemos haga más a su antojo (sin
contar Andalucía, en donde Izquierda Unida tiene su mayor maquinaria).
“Ella no cambia sus
tiempos, hasta verano no va a empezar una negociación real. O más aún, hasta el
último momento”, opina un miembro de la Ejecutiva morada, que da por descontado
que los yolanders ya tienen un pacto cerrado no anunciado con Más Madrid e Izquierda
Unida.
Desde el equipo de
Díaz y otras confluencias descartan esta mirada apocalíptica de Podemos. El
debate sobre cómo será la plataforma todavía está abierto, aunque todo se encamina a un paraguas legal
de federación de partidos. También es cierto que con otras fuerzas de las
muchas que Sumar quiere incorporar, lo pactado era cerrar acuerdos después de
las municipales y autonómicas del 28M y acelerar ahora un preacuerdo con
Belarra sería ir en contra del resto.
Los yolanders
necesitan que Podemos tenga un traspié electoral para que la negociación sea
más fácil y ella esté menos atada a la marca morada
Como si hiciera
falta agregarle pimiento al potaje, Díaz tuvo este viernes un acto
institucional con Iñigo Errejón, líder de Más País. Es verdad que estaba
acordado previamente un estudio del impacto de la precariedad laboral en la
salud mental con el errejonismo. Pero también es verdad que es imposible que
eso no dispare suspicacias en las filas moradas: el diputado no es uno más sino
el símbolo para los morados de la traición y la crisis interna.
Para añadir más
picante, Díaz dijo en este acto: “La política es esto. La política va de hablar
de la vida de la gente, no va de ruidos, no va de fuerzas ni va de presiones.
Va de trabajar desde posiciones diferentes, pero siempre complementarias, y
sabiendo que tenemos un reto común, que es mejorar el país”. No se tardó un
segundo en vincular esta frase a los reclamos de Podemos.
Intereses
contrapuestos
“Yolanda y Podemos
tienen incentivos contrarios con respecto al 28M”, reflexiona con El Salto uno
de los miembros de la cúpula de una de las confluencias fuertes que apoyarán a
Díaz. Se refiere a que aquí todos los actores están en una situación de puja de
intereses y competencia.
Básicamente es
porque Podemos quiere hacer el mejor papel posible en las municipales y
autonómicas para poder mostrar su músculo electoral y poder encarar un acuerdo
electoral con Díaz en una posición de mayor fuerza. En ese sentido, destacan
fuentes moradas que los del 28M serán los comicios en los que más alianzas
electorales se han cerrado con Izquierda Unida (hay acuerdo donde nunca los
había habido, como por ejemplo Murcia).
En la calle de en
frente el anhelo es otro. Nunca lo podrán admitir pero los yolanders necesitan
que Podemos tenga un traspié electoral para que la negociación sea más fácil y
ella esté menos atada a la marca morada, de la cual se quiere desvincular lo
máximo posible en términos simbólicos. Y por supuesto, en estos comicios
Podemos compite en muchos territorios con partidos como Compromís y Más Madrid
con los que luego deberá confluir.
Da la impresión, al
observar este proceso a lo largo del tiempo y conversar con las partes
involucradas, que la vicepresidenta apuesta al pulso permanente con Podemos
porque, a su entender y el de su equipo de estrategia, gana en esa
diferenciación. Desde el segundo semestre de 2021 Díaz está abocada a mostrarse
como una etapa superadora, menos dogmática y menos combativa, que la del
Podemos de Iglesias. Saben que Podemos es una marca con una base electoral muy
fiel pero que también tiene un techo de votantes que ella desea perforar.
También hay una
cuestión de personalidad. Uno de los aliados más incondicionales de Díaz
comentaba hace tiempo a El Salto que la ministra, cuando se la quiere ordenar y
forzar a tomar una acción, suele tener la respuesta antagónica. Hay una
reacción evasiva a las presiones, casi de fuga hacia adelante. Esta
característica en su liderazgo no es algo menor y no siempre la inflexibilidad
o el ninguneo es una exhibición de fortaleza.
También Podemos
está cosechando su propia siembra y muchos excompañeros de aventuras aprovechan
para facturar viejos enconos. “Yolanda no está maltratando a nadie y está
dialogando con ellos. Tampoco va a hacer una imposición de nada. Pero hay que
respetar sus tiempos y acompañarla. Se está construyendo unidad porque ella es
la única que puede aglutinar a todos, hay que superar las identidades
particulares”, dice a El Salto un referente importante de los de Catalunya En Comú.
No hay señales de
certidumbre, o la única certeza es que la tensión se va a mantener hasta el
último momento porque la tensión en sí misma es una estrategia de negociación
tan vieja como la política. Las encuestas no son muy alentadoras y cabe esperar,
al menos al votante progresista, que Sumar y Podemos no acaben como los
protagonistas de “La guerra de los Rose”: matándose entre sí, yendo a por todas
y consiguiendo nada.
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