REIVINDICO MI DERECHO A DIFAMARTE, SEÑOR JUEZ
ANÍBAL MALVAR
Ana Rosa Quintana abre la
mesa política de 'El programa
de Ana Rosa'. - Telecinco
La profesión periodística ha cambiado tanto, desde que yo empecé, que hoy resulta más rentable difamar e insultar que indagar la verdad. Es de agradecer. No sabéis lo engorroso que era lo de buscar datos, certezas, indicios, entrevistas, pistas, fuentes. Todo el día de aquí para allá, sube p´abajo baja p´arriba como maquinita por la gran ciudad. Nos llamaban calle o miembros de la Triple P: putas, periodistas y policías. Siempre a la intemperie y con el paraguas roto. Yo no entiendo por qué, aquello me gustaba. Ahora, gracias a nuestros ejemplares jueces, siempre garantes del bienestar de la clase periodística, todo ese calvario ha terminado.
Los periodistas ya
somos libres y no tenemos que esclavizarnos en el engorroso trabajo de picar la
mina de la documentación, el estudio y el entendimiento.
Estos días hemos
sabido que un juez ha absuelto a Ana Rosa Quintana, ilustre plagiaria con
vínculos con Villarejo para tapar los desmanes de su algo delincuencial
maridito, por decir en su súper programa que "el líder de Podemos echa en
cara los muertos de las residencias de ancianos a Isabel Díaz Ayuso, cuando él
era el responsable de los geriátricos".
Ningún documento
oficial, ni siquiera el BOE, ese panfletillo en manos de la izquierda, recogió
jamás que Pablo Iglesias arrebatara a las comunidades autónomas la gestión de
las residencias de mayores. Lo que sí se sabe es que hace 1.100 días "el
gobierno de Ayuso aprobó el protocolo que impedía trasladar al hospital a los
residentes más vulnerables. 7.291 murieron sin recibir atención médica (5.795
con covid). La Fiscalía no investiga", como se encarga de recordarnos a
diario, desde InfoLibre y desde Twitter, el periodista anticuado y casposo,
huelebraguetas de la caduca veracidad, Manuel Rico. A ver, coño, Manolo: si la
fiscalía no investiga, ¿p´a qué vas a investigar tú? ¿Te crees más listo que un
juez o que un fiscal? Invéntatelo como Ana Rosa, que cobra cuatro millones al
año mientras, cuando quedamos los colegas a comer, nos pones a pagar a escote.
No jodas, campeón. La verdad no es rentable, mientras la mendacidad es
millonaria. Háztelo mirar, chaval, y si quieres empieza por plagiar alguno de
mis libros: creo que aun conservo el teléfono de Alfonso Rojo y "te lo
afina".
Pablo Iglesias
tendrá que pagar las costas, además, por ser difamado. Como le ocurrió cuando
Eduardo Inda, el Kapuściński de este nuevo periodismo mentiroso y sin calle,
cortó y pegó la información falsa y burda sobre el supuesto cobro de Pablo
Iglesias en las Islas Granadinas. Un juez consideró veraz esta información,
sabiendo que era más falaz que las homilías de Ferreras sobre su independencia
florentina. Pero, como lo de Inda venía de fuentes policiales sin contrastar,
vale la difamación. Por mucho que esas fuentes policiales fueran los juzgados y
encarcelados de la policía cloaquera de Jorge Fernández Díaz, ex ministro de
Interior con Rajoy y enfrentado a una condena de 15 años de cárcel por las
multas de aparcamiento de su ángel de la guarda, Marcelo. Y por otras cosillas.
Ya os dije que el periodismo
moderno es mucho más relajado que el de antaño, pero solo si escribes sobre
determinadas cosas. Por ejemplo, si dices sin pruebas que Pablo Iglesias cobró
de Venezuela, que mató a siete mil ancianos en las residencias durante la
pandemia, que robó una tarjeta telefónica con fotos comprometidas de entre las
mudas usadas de Dina Bousselham, que obligó a una alta funcionaria del Estado a
arrullar a su hijito en el Congreso a punta de pistola, o que Irene Montero ha
liberado a millones de violadores porque es muy pasional, no pasa nada.
Otra cosa es que
afirmes que el M. Rajoy de los papeles de Bárcenas es Mariano Rajoy. O que los
borbones son unos ladrones (Pablo Hásel, por cantar esta verdad, lleva no sé
cuántos años en la cárcel).
Los Kapuchindas y
los Kapuchimarhuendas tenemos que ser muy selectivos a la hora de difamar. Como
antes lo éramos con nuestras fuentes. No vaya a ser que nos cuelen una verdad.
Nuestros jueces,
los grandes responsables de esta nueva dimensión mendaz del periodismo, jamás
admitirían como libertad de expresión ni como opinión que yo afirme que la
cremita de la espalda de Feijóo, en el yate de Marcial Dorado, era pasta de
coca que se esnifaba el narco con sensual placer dando gusto a su amigo. Feijóo
(que en principio asegu
ró que apenas
conocía al traficante) contrató al narco Dorado como distribuidor de gasóil
para los hospitales de la Xunta. Los documentos de aquellos contratos se
quemaron, accidentalmente, en un instituto de FP de Vigo (¿qué hacían esos
documentos de la Xunta en un instituto de Vigo?: nuevo periodismo: ni se me
ocurre preguntarlo, que me cae una condena; para Feijóo el costo y la farli y
para mí las costas: no es buen plan).
A veces hasta tengo
miedo de escribir que Franco era franquista, no me vaya a condenar un juez por
injurias a un ex jefe de Estado.
Deberíamos eliminar
la carrera de Periodismo de nuestra oferta curricular. Una carrera de
fantasiólogo sería suficiente. Yo siempre he dicho que el periodismo es un
género literario. Pero no tanto, coño, pero no tanto. Y, por lo menos, que sus
mentiras sean buena literatura. Pero es que ni eso.
Decía John Keats
que la belleza es verdad y la verdad, belleza. Me gustaba esta cita hasta que
los jueces y la sociedad me demostraron lo contrario. El problema es que si
dices que los jueces españoles que dictan estas sentencias son unos zafios,
unos hijos de puta, unos fascista o unos rastreros, te cae la del pulpo. Pues
yo, si se puede difamar gratis así a Pablo Iglesias, reivindico no mi derecho a
difamar, sino mi derecho a decir la verdad sobre estos jueces. Pero ya he
perdido un juicio por hacerlo. Nosotros, los periodistas de izquierdas, nos la
tenemos que coger (la prosa) con papel de fumar. Y cuando te coges la prosa con
papel de fumar, no haces ni buena literatura ni buen periodismo. Tres o cuatro
condenas pueden hundir a este periódico o a otros de nuestra onda. A OKDiario o
a Intereconomía se las paga la caja B o la caja A del PP, como ya está
documentado. Les sale gratis mentir, y luego los financian desde el PP por
hacerlo.
Voy a cambiar mi
obra completa de Keats, el de la verdad y la belleza, por una suscripción a
OkDiario. Es más rentable. Y los jueces españoles dicen que es más verdad que
esa poesía constante y rasposa llamada periodismo.
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