EL ESCÁNDALO DE LAS AYUDAS “SOCIALES”
COBRADAS POR LAS ÉLITES
CONTEXTO Y ACCION
Enrique Ossorio e
Isabel Díaz Ayuso, durante la toma de posesión del vicepresidente y consejero
de Educación y Universidades.
El último grito del neoliberalismo español son las becas para alumnos ricos de colegios privados que concede el Gobierno Ayuso y las ayudas sociales para mitigar los efectos del alto precio de la luz entre los consumidores vulnerables diseñadas por el Gobierno estatal, que han permitido a las élites políticas madrileñas (aunque sin duda habrá más casos en el resto del territorio) con tres hijos o más recibir descuentos en la factura de la electricidad presentando una solicitud y el libro de familia numerosa.
Los casos de
Enrique Ossorio, vicepresidente del Gobierno madrileño; Alfonso Serrano,
secretario general del PP en Madrid, y Mónica García, líder de Más Madrid y de
la oposición a Ayuso, que solicitaron ayudas estatales teóricamente destinadas
a los consumidores vulnerables sin serlo, han puesto sobre la mesa el diseño de
algunas políticas públicas teóricamente pensadas para ayudar a las clases más
desfavorecidas tras la pandemia y la guerra de Ucrania.
Basta echar un
vistazo a los requisitos del bono social y el bono térmico lanzados por el
Ministerio de Transición Ecológica para darse cuenta de que se trata de una
política pública que favorece la trampa; la parte dedicada a las rentas más
bajas parece inspirada en la burocracia napoleónica y exige requisitos
complicados y habilidad informática. La universal, para las familias numerosas,
es de una sencillez absoluta. La ministra Teresa Ribera ha garantizado que
modificarán la norma que permitía acceder a las ayudas a todas las familias de
tres hijos o más, añadiendo una renta máxima. Debería garantizarse también que
esas medidas correctoras no supongan mayores barreras para las familias
realmente vulnerables a la hora de acceder a esos recursos, y que se adoptasen
después de un estudio pormenorizado, y no al calor efímero de unos titulares.
Hay demasiados ejemplos de intentos de taponar vías de agua usando el primer
elemento a mano, que han tenido como resultado abrir otras, o el hundimiento de
todo el proyecto. Una unidad familiar de más de dos personas con una renta de
26.000 euros es vulnerable, sea o no numerosa, sobre todo con los actuales
precios de la energía.
El problema de
fondo es que, según un reciente informe de la OCDE, las familias más ricas de
España se llevan el triple de ayudas que las más pobres. El 20% de los hogares
de más renta recibe el 30% de las ayudas totales, mientras el 20% más pobre
accede al 12%. El informe recomendaba diseñar ayudas específicas para los más
vulnerables para compensar ese enorme desequilibrio.
Parece evidente
que, en el país del Lazarillo de Tormes, el principio universalizador de las
ayudas públicas (que es el preferido en los países nórdicos, por ejemplo)
necesita correcciones. Como se ve en Ossorio, es toda una tradición que la
gente de más renta y los políticos de la derecha critiquen las ayudas sociales
(las paguitas), aboguen por desmantelar lo público y al mismo tiempo trinquen
todas las subvenciones disponibles. Basta recordar a Arias Cañete y las
exenciones al lino, el habitual cobro de las dietas de transporte por parte de
diputados que residen en Madrid, o las mamandurrias de Abascal.
Si hay alguna
posibilidad de que la izquierda logre arrebatar la Comunidad a la derecha
corrupta, esta pasa por que sus líderes sean inatacables
Lo novedoso del
asunto es que además de los vulnerables Ossorio (el diputado más rico de la
Asamblea de Madrid) y Serrano (vulnerable severo), en el equipo del abuso
figura la política progresista Mónica García, líder de Más Madrid. Estamos de
acuerdo con García en que su caso no es igual que el del vicepresidente
madrileño, un tipo que no conoce la vergüenza. Y se debe reconocer a la líder
de MM su rapidez al reconocer el “error”, incluso creer que no le constara
haber cobrado la ayuda porque fuera su marido quien la pidiera, sin decírselo,
y elogiar que quiera devolver lo que recibió. Pero esto no significa que García
no sea políticamente responsable de un hecho bochornoso, que mina su
legitimidad y su credibilidad. Si hay alguna posibilidad, por remota que sea,
de que la izquierda logre arrebatar algún día la Comunidad de Madrid a la
derecha corrupta, esta pasa por que sus líderes sean inatacables por los
ácidos.
La campaña
electoral ha empezado, y Mónica García se ha convertido en un blanco muy fácil
para una derecha y un PSOE que dominan la práctica totalidad de los medios
capitalinos. Exigirle que dimita mientras sus adversarios se van de rositas
sería seguramente excesivo. Pero ¿es la más indicada para seguir al frente de
la cruzada contra el PP de Ayuso, Ossorio y Serrano? La líder progresista más
votada en las últimas elecciones autonómicas debería reflexionar además sobre
el efecto desmovilizador que puede tener el caso entre su electorado. Y si
considera que será una rémora, dar un paso atrás sería lo más convincente y
honesto.
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