sábado, 18 de marzo de 2023

EL ESCÁNDALO DE LAS AYUDAS “SOCIALES” COBRADAS POR LAS ÉLITES

 

EL ESCÁNDALO DE LAS AYUDAS “SOCIALES” 

COBRADAS POR LAS ÉLITES

CONTEXTO Y ACCION

Enrique Ossorio e Isabel Díaz Ayuso, durante la toma de posesión del vicepresidente y consejero de Educación y Universidades.

El último grito del neoliberalismo español son las becas para alumnos ricos de colegios privados que concede el Gobierno Ayuso y las ayudas sociales para mitigar los efectos del alto precio de la luz entre los consumidores vulnerables diseñadas por el Gobierno estatal, que han permitido a las élites políticas madrileñas (aunque sin duda habrá más casos en el resto del territorio) con tres hijos o más recibir descuentos en la factura de la electricidad presentando una solicitud y el libro de familia numerosa.

 

Los casos de Enrique Ossorio, vicepresidente del Gobierno madrileño; Alfonso Serrano, secretario general del PP en Madrid, y Mónica García, líder de Más Madrid y de la oposición a Ayuso, que solicitaron ayudas estatales teóricamente destinadas a los consumidores vulnerables sin serlo, han puesto sobre la mesa el diseño de algunas políticas públicas teóricamente pensadas para ayudar a las clases más desfavorecidas tras la pandemia y la guerra de Ucrania.

 

 

Basta echar un vistazo a los requisitos del bono social y el bono térmico lanzados por el Ministerio de Transición Ecológica para darse cuenta de que se trata de una política pública que favorece la trampa; la parte dedicada a las rentas más bajas parece inspirada en la burocracia napoleónica y exige requisitos complicados y habilidad informática. La universal, para las familias numerosas, es de una sencillez absoluta. La ministra Teresa Ribera ha garantizado que modificarán la norma que permitía acceder a las ayudas a todas las familias de tres hijos o más, añadiendo una renta máxima. Debería garantizarse también que esas medidas correctoras no supongan mayores barreras para las familias realmente vulnerables a la hora de acceder a esos recursos, y que se adoptasen después de un estudio pormenorizado, y no al calor efímero de unos titulares. Hay demasiados ejemplos de intentos de taponar vías de agua usando el primer elemento a mano, que han tenido como resultado abrir otras, o el hundimiento de todo el proyecto. Una unidad familiar de más de dos personas con una renta de 26.000 euros es vulnerable, sea o no numerosa, sobre todo con los actuales precios de la energía.

 

El problema de fondo es que, según un reciente informe de la OCDE, las familias más ricas de España se llevan el triple de ayudas que las más pobres. El 20% de los hogares de más renta recibe el 30% de las ayudas totales, mientras el 20% más pobre accede al 12%. El informe recomendaba diseñar ayudas específicas para los más vulnerables para compensar ese enorme desequilibrio.

 

Parece evidente que, en el país del Lazarillo de Tormes, el principio universalizador de las ayudas públicas (que es el preferido en los países nórdicos, por ejemplo) necesita correcciones. Como se ve en Ossorio, es toda una tradición que la gente de más renta y los políticos de la derecha critiquen las ayudas sociales (las paguitas), aboguen por desmantelar lo público y al mismo tiempo trinquen todas las subvenciones disponibles. Basta recordar a Arias Cañete y las exenciones al lino, el habitual cobro de las dietas de transporte por parte de diputados que residen en Madrid, o las mamandurrias de Abascal.

 

Si hay alguna posibilidad de que la izquierda logre arrebatar la Comunidad a la derecha corrupta, esta pasa por que sus líderes sean inatacables

 

Lo novedoso del asunto es que además de los vulnerables Ossorio (el diputado más rico de la Asamblea de Madrid) y Serrano (vulnerable severo), en el equipo del abuso figura la política progresista Mónica García, líder de Más Madrid. Estamos de acuerdo con García en que su caso no es igual que el del vicepresidente madrileño, un tipo que no conoce la vergüenza. Y se debe reconocer a la líder de MM su rapidez al reconocer el “error”, incluso creer que no le constara haber cobrado la ayuda porque fuera su marido quien la pidiera, sin decírselo, y elogiar que quiera devolver lo que recibió. Pero esto no significa que García no sea políticamente responsable de un hecho bochornoso, que mina su legitimidad y su credibilidad. Si hay alguna posibilidad, por remota que sea, de que la izquierda logre arrebatar algún día la Comunidad de Madrid a la derecha corrupta, esta pasa por que sus líderes sean inatacables por los ácidos.

 

La campaña electoral ha empezado, y Mónica García se ha convertido en un blanco muy fácil para una derecha y un PSOE que dominan la práctica totalidad de los medios capitalinos. Exigirle que dimita mientras sus adversarios se van de rositas sería seguramente excesivo. Pero ¿es la más indicada para seguir al frente de la cruzada contra el PP de Ayuso, Ossorio y Serrano? La líder progresista más votada en las últimas elecciones autonómicas debería reflexionar además sobre el efecto desmovilizador que puede tener el caso entre su electorado. Y si considera que será una rémora, dar un paso atrás sería lo más convincente y honesto.

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