LA COMUNICACIÓN
Yolanda Díaz
se comportó, en su tramo, como una presi de Gobierno. Y funcionó. Diría que
hubo, en ese sentido, un efecto 1980. Imprevisto, y en la dirección no esperada
GUILLEM MARTÍNEZ
Yolanda Díaz,
durante su intervención en la sesión del pleno por la moción de censura del 21
de marzo.
1- Desde 1978 ha habido pocas mociones de censura. Concretamente, una. La única efectiva. El resto, incluida la última, han sido coreografía, objetos con una única función, que se condensa en una sola palabra, que ha cambiado mucho de significado en los últimos cien años. Comunicación. Hace décadas, por ejemplo, Jakobson definía la comunicación como el proceso de emisión y recepción de un mensaje. Hoy puede ser el proceso de no emitir ni percibir nada, sino la sombra de la sombra de la mano de un mensaje, la sombra de la sombra del perro de los mensajes. Pero me estoy adelantando.
2- Hola. Esto es
Procesando el Yuyu, la alegría de la huerta del periodismo español. No se vayan
que me pelo en un par de puntos lo de la moción de censura de Tamames
–rapidito, que tampoco hay que detenerse mucho en un acto comunicativo de la
extrema derecha, o el periodismo español se pasaría el día detallando su
agenda; como, de hecho, y ahora que lo pienso, es la norma, tal vez la
definición, del periodismo español– y luego prosigo con lo que importa. Sus
sombras. Que se proyectan sobre la pared formando la palabra básica en la
política cósmica y, más aún, en la española. Comunicación.
3- Hagamos antes,
no obstante, historia de la Transición. Ese periodo que se explica también a
partir de esta greguería: la Transición es un periodo en el que se llevaron a
la ley cosas que ya existían en la calle –huelgas, derechos y libertades
personales–, mientras hoy se llevan a la ley cosas que no existen en la calle
–trabajo durante 38,5 años–. Bueno. Transición, moción de censura. La única
moción de censura importante, además de la única efectiva, fue la primera. La
de Felipe. En 1980. Entonces se podía fumar en el Congreso. O en los quirófanos.
Incluso se podía fumar mientras se fumaba, de manera que el hombre de Marlboro,
que desertó de EEUU en una gira por la URSS, pidió asilo en España, paraíso de
la libertad en aquellos años, al punto que Miguel Bosé pintó por entonces, no
en vano, la provocativa y aclamada La Libertad guiando al pueblo, que la
crítica, posteriormente, atribuyó a Delacroix, gracias, como denuncia la
egregia Roca Barea, a un contubernio de intelectuales franco-ingleses, esos
mamones. Anyway. Aquella moción fue el modelo de todas las mociones, menos una,
la efectiva. A saber: en aquella moción de 1980 se consiguió lo improbable. Un
cambio de paradigma en la percepción. Los televidentes –un sujeto nuevo en
democracia; el televidente no es el ciudadano, ni tan siquiera es el votante;
es algo aún más sólido y efectivo y constante; como una piedra; o un
alcornoque– percibieron por primera vez a Felipe como presidente. Sin la moción
de 1980 no hubiera sido posible 1982, de manera que hoy recordaríamos 1982 solo
por Naranjito y por el Gobierno de Unidad Nacional presidido por el General
Armada –del que Felipe fue vicepresidente tercero–, que tanto hizo por una
España feliz y unida, sin mariconadas, de ahí el mausoleo de Armada, financiado
por Endesa y edificado por Calatrava en el homónimo Valle de Armada, en
Armadia, antes provincia de Madrid.
4- Siento las idas
de olla del anterior punto. Pero piensen en mí, y en el hecho de que, cuando
hablas de la Transi, también te lo tienes que pasar bien. Sigamos. Pasen al
punto 5, en el que empieza el brevísimo análisis de la moción de censura, que
terminará en el punto 8. Lo que la Comisión Internacional de Pesos y Medidas
denomina un plis-plas.
5- Si el objeto de
una moción de censura es la comunicación, la comunicación de que el pollo que
mocioncesuréa puede llegar a ser presi, ¿qué pretendía comunicar la moción?
Pretendía comunicar que Vox puede gobernar. Gracias a que Vox es un punto
horizontal, en el que caben todos, incluso comunistas, siempre que no lo sean,
y que hayan abrazado la fe –en modo carbonero–, no en Vox, sino en una verdad
superior: la Transición. Transición sería aquí un corpus inquietante, creado a
tiempo real a finales de los 70, fundamentalmente por la izquierda, si bien
cerrado en los 90 por la derecha aznariana, sumamente feroz, y en colisión con
los conceptos libertad y democracia. Esa derecha, dividida hoy en dos partidos
y pico, es, sin duda, el hecho paranormal más determinante en la democracia
española, y el que más ha evolucionado desde entonces, hasta ser el único
objeto desestabilizador permitido –y, por ello, invisibilizado– por aquí abajo.
Transición es, así y simplemente, cualquier cosa que diga esa derecha. Por lo
que veo, en los próximos años consistirá en asumir la derecha libertaria –snif–
que nos viene de Sudamérica, vía Atlas Network. Agárrense los machos. Sea lo
que sea eso. Espero que, por su salud, no sean machos cabríos, esa bestia
inestable y agresiva.
6- ¿Vox ha
conseguido comunicar que puede gobernar, en modo 1980? Diría que no. Tamames ha
tenido problemas para establecer un mensaje claro y efectivo, sexy, en tanto él
era, por sí solo, el mensaje. Y hacía tiempo que había sido emitido. De hecho,
el acto comunicativo de hoy no sucedía hoy, sino que consistió en la
comunicación, hace semanas, de que Tamames era el objeto a comunicar por Vox.
La idea era buena. Pero alargada. Un chiste, y más si es un chiste corto, no
puede durar tanto. Es muy posible, en ese sentido, que no se haya conseguido el
efecto 1980. Ir tirando de moción de censura anual para conseguir ese efecto es
peligroso, en tanto puede ser ridículo. Si lo intentan en 2024 sería deseable
que buscaran un mensaje más central y cool. En la persona-mensaje de, no sé,
pongamos Nacho Vidal.
7- Pedro Sánchez, a
su vez, también estuvo alargado. Estando correcto, no pilló el tono con el que
un encofrador debe hablar con el pensionista que, desde la barrera de la obra,
le vocifera cómo cimentar un edificio. Una pista: nunca se debe contestar a ese
pensionista, o todos los edificios estarían torcidos, y con un pensionista en
sus cimientos. Yolanda Díaz, en ese sentido, estuvo más acertada. Tuvo una idea
del factor telespectador más nítida. No respondió a Tamames tanto como emitió
un discurso y lenguaje propios, alejado del peronismo local y la tecnocracia
sin alma, y con palabras también sobadas, de su otro socio gubernamental.
Emitió una socialdemocracia dura. Tal vez impracticable y difícil de emitir por
aquí abajo, desde la correlación de fuerzas actual y desde el marco europeo
actual. No obstante, su discurso fue una cita, la huella sobre la arena de Solé
Tura, el autor del articulado que determina el pack ‘social’ de la alocución
‘Estado social y democrático de derecho’. Durante unos minutos, me pareció
asistir a la lectura, en la uni, de El Estado Español como Estado social y
democrático de derecho, de Ángel Garrorena Morales (Madrid, 1984). En los 90
dedicamos varios meses a ese libro magnífico, que hablaba de la partícula
‘social’ del primer artículo de la CE78, sin desprecintar en su magnitud,
épica, transformadora, aún hoy. Tal vez, tras la anterior reforma, y tras la
hegemonía neoliberal en los gobiernos y en la Comisión, indesprecintable. Si
hubiéramos dedicado aquel trimestre en la uni al tantra, hoy al menos dominaría
al dedillo la difícil y siempre peligrosa postura del bahamaspaca.
8- Importante.
Yolanda, animosa y optimista –no ha nacido el político que hable mal de su
legislatura; bueno sí; Pi i Margall, que tuvo una legislatura minimal, y
Felipe, el político modernuqui que tal vez ha mentido más, si bien, tal vez por
ello, y poseedor de un amplio registro, puntualmente hablaba de objetivos no
cumplidos, de fallos, o de políticas que no quería, pero que, brrrr, debía
acometer; Felipe era el XXXX amo, por eso le aman tanto los necesitados de
amo–, emitió, lo dicho, no una respuesta al tamamismo, sino un resumen de
legislatura. Brillante. Y finalizó felicitando, uno a uno, a los ministros. La
primera en ser felicitada fue, por cierto, Irene Montero, que puso la cara que
puse yo un día en el que mi ex me propuso irnos a un motel, y resultó no ser el
de Psicosis. Irene Montero encaró ese momento en modo chiribitas. La pinchan y
no sale sangre. Lo que puede indicar que aquello era un improbable: una
invitación a la paz por parte de Yolanda al pack Podemos. O no. Igual es solo
comunicación. Esa cosa tan rara, que no implica un mensaje, y en la que nada
significa lo que parece. En todo caso, Díaz se comportó, en su tramo, como una
presi de Gobierno. Y funcionó. Diría que hubo, en ese sentido, un efecto 1980.
Imprevisto, y en la dirección no esperada. Esto es, espero que hubiera cierto
pacto al respecto con Sánchez. En caso contrario, Yolanda lo pagará con la
moneda habitual en la política, el trabajo y el amor. La cabeza.
9- Y, aquí, las
sombras de la moción de censura.
El periodismo debe
posicionarse ante la comunicación. Extraer la política de la vorágine de la
comunicación a partir de depurar lo ético
10- Los artículos
semanales de Iván Redondo, quizás una pésima decisión comunicativa de Iván
Redondo, explican la política como comunicación. No como ideología. Lo que
explica, a su vez, el funcionamiento de la política. Explica que la reducción
de la política a una sola de sus partes, la comunicación, es ideología neta,
pura. Es la ideología del neoliberalismo, ese punto en el que no pasa nada,
salvo el neoliberalismo, esas dinámicas financieras y de reducción de derechos
que es preciso no comunicar. Es la ideología, por lo mismo, de la extrema
derecha, ese punto neoliberal en el que se puede comunicar más, pues no hay
reglas. Se puede comunicar, incluso, revolución, desestabilización, a cambio de
que nunca esos conceptos abandonen el maravilloso mundo de la comunicación. Por
otra parte, comunicar política reducida a comunicación ofrece un espectáculo
hipnótico, efervescente, eléctrico, que devora mucho tiempo. Un tiempo que
transcurre en la política y el periodismo, y en el que se ofrece sensación de
combate, de victoria, incluso, de proceso histórico y épico hacia algún lado o
sitio. De hecho, tanto la política como el periodismo no informan tanto como
dramatizan cosas, propuestas, itinerarios que no existen. Que solo son
comunicación. Aplazamiento. Tal vez, mentira.
11- El periodismo
debe posicionarse ante la comunicación, ante esa política simulada. Mi poética
al respecto es esta: a) explicar, en la medida de lo posible, lo que sucede
bajo las palabras utilizadas. Y, b), valorar si eso es ético, no si es
eléctrico. Extraer la política de la vorágine de la comunicación a partir de
depurar lo ético, o/y lo no ético en la política.
12- En tanto que
ejercicio de comunicación, la moción de censura tiene su futuro asegurado como
disciplina anual, o incluso semestral, pues la política es, progresivamente,
comunicación, emisión de procesos comunicativos que suplen realizar lo
comunicado. Las izquierdas a la izquierda del PSOE deberían romper ese círculo
vicioso. Empezando por ellas mismas, por solventar su unidad, o su divorcio,
sin comunicación. A través de posicionamientos éticos. Hablando, no comunicando.
Es preciso que algo deje de comunicar en la política, o estamos perdidos. Es
preciso dejar de frecuentar la comunicación, ese campo de juego del equipo
contrario.
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