LAS BRITISH LADIES Y EL ORIGEN FEMINISTA DEL FÚTBOL FEMENINO
RAMON USALL
Historiador, escritor y profesor. Autor del libro 'Futbolítica'
El equipo pionero del fútbol femenino, el
British Ladies Football Club, en 1895, en Gran Bretaña. Foto: Wikimedia commons
Al igual que su homologo masculino, el fútbol practicado por mujeres encuentra sus raíces en la Inglaterra industrial de la segunda mitad del siglo XIX. En aquellos tiempos, la creciente popularidad de la variante masculina de este nuevo deporte despertó el interés de varias chicas por practicarlo. Aun así, los primeros partidos de fútbol femenino, con abundantes enfrentamientos entre solteras y casadas, eran más bien actividades folklóricas asociadas al hecho matrimonial que servían, sobre todo, como escaparate para los jóvenes británicos que buscaban esposa, y donde había escaso interés por descubrir las habilidades futbolísticas de las jugadoras.
Los primeros
enfrentamientos serios y con carácter competitivo de la variante femenino del
fútbol no llegaron hasta 1881 cuando una selección escocesa se vio las caras
con una de inglesa en una serie de encuentros disputados en Edimburgo, en
Glasgow y en el norte de Inglaterra. A pesar de las buenas intenciones de sus
promotoras, en aquella época el fútbol femenino todavía distaba mucho de la
normalización como lo demuestran hechos como que las futbolistas optaran por
jugar con nombres ficticios para evitar posibles represalias o que varios de
aquellos primeros partidos terminaran con graves incidentes, llegando, en algún
caso, a una invasión violenta del terreno de juego que hizo escapar por patas a
las jóvenes deportistas que los habían disputado.
La tradicionalista
Inglaterra victoriana no veía con demasiados buenos ojos la práctica femenina
del fútbol y las críticas machistas eran constantes en una prensa que
reprochaba a las jugadoras su aspecto, su vestimenta o su nivel deportivo,
llegando a apuntar que el fútbol era un deporte exclusivamente masculino y que
no era deseable que las mujeres lo practicaran. Una teoría que contó con la
complicidad de numerosos doctores que, bajo pretendidos argumentos médicos que
sostenían que el juego podía afectar a la fertilidad femenina y, en
consecuencia, poner en cuestión el rol reproductivo que la sociedad les asignaba,
no dudaron en añadirse a la campaña que pretendía prohibir que las chicas
británicas pudieran jugar al fútbol.
Las posiciones
machistas no lograron persuadir al grupo de chicas que, en 1894, decidió
publicar un anuncio en el The Daily Graphic con el objetivo de reclutar
jugadoras para formar el primer club de fútbol femenino de la historia.
A pesar de la
presión social existente, hasta una treintena de jóvenes respondió al
llamamiento provocando el nacimiento, el 1 de enero de 1895, del British Ladies
Football Club, el equipo pionero del fútbol femenino que contaba como
entrenador con el entonces jugador del Tottenham Hostpur, Bill Julian, uno de
los pocos futbolistas masculinos que se atrevió a manifestar de forma abierta
su apoyo al deporte femenino.
De entre las
promotoras de este club pionero cabe destacar dos figuras clave que demuestran
que la lucha de las jóvenes británicas por jugar a fútbol era parte inseparable
de la lucha de las mujeres por su emancipación. La primera era la aristócrata Florence
Dixie, marquesa de Queensberry, pero a la vez activa deportista, viajera,
escritora, corresponsal de guerra y feminista de la primera hora. La segunda,
Nettie Honeyball, el seudónimo con el que era conocida la joven futbolista de
clase media que, juntamente con Dixie, había promovido la publicación del
anuncio en el The Daily Graphic.
Por encima de su
distinto origen social, ambas eran convencidas militantes feministas que no tan
sólo defendían el derecho de las mujeres a jugar al fútbol sino también su
derecho al voto, la mixidad en la educación, un acceso igualitario a todas la
profesiones o, incluso, que la corona británica pudiera ser heredada por la
hija primogénita del rey.
Así pues, mientras
la marquesa de Queensberry se convirtió en presidenta del nuevo y flamante
British Ladies, Honeyball se hizo cargo de la secretaría de la entidad. Aun
así, que el principal cargo dirigente del club recayera en manos de una
aristócrata no impidió que la mayoría de jugadoras que se integraron en sus
filas tuvieran un origen bastante más modesto.
A pesar de las
diferencias de clase, las futbolistas compartían convicciones feministas con la
marquesa de Queensberry, como es el caso de Helen Matthews, una conocida
sufragista que ya había participado en la serie de partidos de fútbol femenino
de 1881 vistiendo la camiseta de la selección escocesa.
El nuevo British
Ladies debutó públicamente el 23 de marzo de 1895 en Londres con un partido que
logró congregar a más de diez mil espectadores y que enfrentó a dos combinados
del club con las jugadoras divididas, atendiendo a su origen geográfico, entre
un equipo del norte y el otro del sur del Reino Unido.
El encuentro supuso
un notable progreso en la lucha por el reconocimiento del fútbol femenino ya
que, por vez primera, las futbolistas pudieron jugar sin cotilla ni zapatos de
tacón alto. Aun así, la acogida que el partido tuvo en las crónicas de los
principales periódicos británicos se movió entre la censura y la burla, una
circunstancia que no hizo desistir a las entusiastas deportistas que, en poco
más de un año, llegaron a disputar cerca de un centenar de partidos de
exhibición por toda Gran Bretaña. Unas actividades donde el deporte femenino
era ciertamente el protagonista, pero donde también tenía su espacio la lucha
por los derechos de las mujeres.
De hecho, la
práctica futbolística del British Ladies sirvió para poner encima de la mesa
algunos de los aspectos reivindicados por el movimiento feminista y que ponían
en cuestión las ideas existentes en la sociedad victoriana de la época
alrededor de temas como el vestuario, el ideal de feminidad o la sexualidad de
las mujeres.
La misma Nettie
Honeyball argumentaba que había tomado la decisión de impulsar la creación del
club precisamente para "demostrar que las mujeres no son las criaturas
ornamentales e inútiles que los hombres han dibujado" al tiempo que añadía
que la práctica futbolística femenina era un acto de "emancipación"
que hacía presagiar que en un futuro "las mujeres se sentarán en el
Parlamento y tendrán voz en la dirección de los asuntos que las afectan".
El feminismo de la
secretaria del club se completaba con el de su presidenta, la marquesa Florence
Dixie, militante sufragista que, al margen del derecho al voto, defendía la
plena igualdad entre géneros hasta el punto de abogar, absolutamente a
contracorriente en aquellos tiempos, porque la corona pudiera ser heredada por
la hija primogénita del rey, por la mixidad en la educación, por el acceso
igualitario a todas las profesiones y posiciones, o, porque, como había
sucedido en el fútbol, las mujeres tuvieran el derecho de llevar la misma
vestimenta que los hombres.
Entre otras muchas
cosas, Dixie era la autora de una novela de ciencia-ficción feminista,
publicada en 1890 bajo el título Gloriana o la Revolución de 1900, que se
avanzaba a su tiempo y que retrataba un Reino Unido donde se reconocía el
derecho femenino al voto y donde se dibujaba un país que llegaba a finales del
siglo XX con un gobierno de mujeres que lo llevaba a la paz y a la prosperidad.
Desgraciadamente, a
pesar del fervor de sus impulsoras, el British Ladies tuvo una vida efímera ya
que desapareció en septiembre de 1896, poco más de un año después de su primer
partido, fruto de la falta de recursos económicos para proseguir con su
actividad.
El fútbol femenino
volvía a la oscuridad y comprobaba como la Football Association, la federación
inglesa, impulsaba medidas en su contra como la que adoptó en 1902 y que
prohibía que los equipos masculinos se enfrentaran a combinados femeninos
incluso en partidos benéficos y vetaba que las mujeres pudieran utilizar sus
instalaciones. Unos impedimentos que frustraban el sueño de aquellas pioneras
que habían convertido el fútbol en un instrumento de vindicación de la
emancipación femenina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario