UN DETECTOR DE GILIPOLLECES
"En España no hay libertad. En España no hay libertad de expresión". No, no son frases que recientemente hayan salido en prensa pronunciadas por Pablo Hasél, Josep Valtonyc, los 6 de Zaragoza, la vecina de Murcia Sandra, activistas de la PAH... No son ellos ni ellas los que están por los platós de televisión y en los periódicos denunciando que ahora mismo no se puede opinar. Ahora no se alega a la falta de libertades desde la prisión o desde el juzgado, sino que se hace en horario de máxima audiencia y por personajes que no han visto en riesgo su modo de vida en ningún momento como Miguel Bosé, Mario Vaquerizo o, el último en sumarse, el flamante fichaje del PP, Toni Nadal. "Hace 30 años había más libertades" pronuncian desde su posición privilegiada.
Me recuerda a cuando la oposición
venezolana, sobre todo Juan Guaidó, hacia constantes viajes internacionales,
era recibido por todo tipo de autoridades y daba ruedas de prensa delante de
más de 20 micrófonos de prensa para decir que no podía opinar. Una especie de
gato de Schrödinger que a la vez está reprimido, pero tiene un altavoz diario
para decir lo que les dé la gana, sea verdad o mentira. ¡Si hasta le
permitieron autoproclamarse presidente! Pero está claro que es un discurso
falso que vende. Ahí está el ejemplo de Trump, Bolsonaro o Abascal.
Volviendo al plano nacional, lo que le
sucede a este tipo de personas es que han vivido muy cómodamente sin oposición,
con gente que les ha bailado el agua y con dinero para poder realizar cualquier
cosa a su antojo. Nadie les ha llevado la contraria y una vez les sucede,
mayoritariamente por redes sociales, se enfadan y buscan su hueco televisivo
para alardear de lo bien que se vivía antes. Perdona, pero bien vivías tú
porque en esa transición tan modélica que reivindicáis la represión política,
la persecución al colectivo LGTBI y el ninguneo a la figura de la mujer que ni
podía abrir una cuenta bancaria sin permiso del marido (ni qué decir del
maltrato) estaban a la orden del día. Pero entiendo que en vuestros castillos
no vierais ni quisierais ver lo que sucedía. Con dinero siempre ha existido la
libertad, es obvio.
Además,
estos personajes son como aquellos neoliberales que se quejan de los impuestos,
pero siempre que pueden acceden a algún cargo público o se benefician de algún
chiringuito. Ahí tenemos a Miguel Bosé, que se enfadó porque casi nadie le
compró su película del coronavirus y dijo que jamás volvería a España por su
deriva totalitaria, pero no le importa cobrar 40.000 euros del erario por cada
programa de Cover Night de TVE. Otro como
Mario Vaquerizo que también estuvo en otro de la televisión pública como Masterchef.
Esa es la cancelación que sufre esta
gente. Una persecución ficticia que solo existe en su cabeza, pero que,
lamentablemente, mucha gente le compra el discurso porque claro, ahora no
pueden hacer chistes de maricones, hay personas trans en las series que ven sus
hijos y no pueden gritar 'negro de mierda' en un campo de fútbol. Una vez más
su libertad contra la del resto. O, más bien, su imposición y su ideal contra
el de los demás. Y a la más mínima oposición, el pataleo. Menos mal que la
generación de cristal es la de ahora.
Los Lendakaris Muertos dicen en una
canción tener un detector de gilipolleces. Sin duda, el mayor detector de
gilipollas que tenemos actualmente es cuando se dice que "antes había más
libertades" o, más sencillamente, "antes se vivía mejor". Cuando
veas a alguien compartir un post de "yo fui a la EGB" o decir que la
gente de ahora se queja por nada, huye. De lo que sí tenemos libertad hoy día
es de elegir nuestra compañía y a los gilipollas hay que aislarlos, no hacerles
casito y ponerles micros delante. ¡Está sonando, no te acerques!
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