ESTA TELEVISIÓN PÚBLICA ES UNA RUINA
JUAN TORTOSA
Instalaciones
de RTVE
Uno de los misterios más insondables de esta legislatura es intentar adivinar cómo es posible que la televisión del Estado esté tomada militarmente por el Partido Popular. En cualquier círculo donde escucho hablar del asunto, los comentarios suelen ir casi siempre en la misma dirección: no la veo ya, cada vez que la sintonizo me cabreo, cómo es posible que no refrende las intervenciones del presidente y sus ministros ni siquiera en los ámbitos internacionales... No se trata de ensalzar los logros del Gobierno de coalición, no estamos hablando de propaganda, faltaría más, pero sí de informar a la ciudadanía de cómo le repercuten en su día a día, por ejemplo, las leyes de progreso y de lucha contra la desigualdad que desde hace tres años se vienen aprobando, ¿por qué esto no se hace?
El Gobierno de la
nación no debe, como tantas veces ha sucedido, colonizar la televisión pública,
claro que no, ni en broma, pero sí que tiene la obligación de garantizar que se
cumpla el objetivo para el que nació, la razón por la que existe: el servicio
público ¿Por qué esto no sucede, están ciegos, desinteresados, se sienten
impotentes o directamente han decidido que se trata de un marrón muy complicado
y que no hay nada que hacer? Me refiero a la parte socialista del ejecutivo,
claro, porque al sector de Unidas Podemos apenas si le proporcionan oportunidad
de aparecer en pantalla, salvo cuando los informativos se encargan de otorgarle
altavoz a cuanto bulo contra ellos circula por los mundos canallas del lawfare.
El programa de
Julia Otero, en el que había puestas tantas complacencias, un fracaso; Jesús
Cintora iba a volver, estaba todo prácticamente cerrado y en el último minuto
se volvieron a acojonar en Moncloa, donde en un principio parecían dispuestos a
revisar el patinazo que supuso echar al periodista con cajas destempladas y
fulminar así Las cosas claras, a pesar del excelente índice de audiencia con el
que contaba el programa. Los telediarios y los actuales programas de tertulia
son mezquinos, insustanciales, parciales, torticeros...
El PSOE gobierna
con miedo al PP, y a Vox, y la tele pública es el mejor reflejo de esto. Los
avances de izquierdas de los que ahora se ufanan han salido adelante gracias a
la presión de Unidas Podemos, pero que la rtve sea plural no lo han conseguido,
o no les ha interesado. Todo ha sido un sonoro fracaso que empezó cuando
tumbaron el primer Consejo de Administración, que lo tumbaron los socialistas,
y decidieron optar por una la Administración Única de la pobre incompetente
Rosa María Mateo. Continuó después con una vergüenza de concurso amañado hasta
los tuétanos de donde surgió una presidencia bluff que duró año y medio y ahí
seguimos, con una presidencia ahora interina y un Consejo de Administración
cuyos miembros se dedican a pelearse entre ellos.
La desazón de la
gente de izquierdas con la que intercambio pareceres ya sea en reuniones,
charlas de sobremesa o encuentros fortuitos tiene siempre un denominador común:
manda narices que la televisión pública, hostil con el Gobierno, vaya a ser la
que acabe decantando la balanza a favor de las derechas y propiciando el primer
gobierno con la ultraderecha en tiempos de democracia. Casi todo el mundo lo ve
venir, lo teme, anda asustado, pero nadie hace nada. Y que no me digan que el
papel de la televisión pública del Estado no tiene mayor importancia porque la
tiene, y más de lo que nos pensamos quienes puede que vivamos en otros mundos
más "exquisitos".
La desazón es
general allá por donde vayas, porque estamos viendo llegar los nubarrones que
anuncian una tormenta del carajo y nadie parece interesado en buscar la manera
de evitar la catástrofe. Nos va a caer la del pulpo y ahí andamos de paella en
paella, de cubata en cubata, dándonos la razón mutuamente, desencantados y
desesperanzados, pero sin que nadie ponga en marcha ningún mecanismo para parar
esto y evitar el desastre que parece avecinarse. Ni cuando les llaman
"autocracia absorbente" reaccionan.
Para unos, la clave
podría ser conseguir que la izquierda vaya unida; para otros, que la
presidencia europea otorgue tal relevancia al gobierno y su presidente que eso
permita darle un vuelco a las encuestas... Hay incluso quienes comparan el
asunto con un partido de baloncesto y proclaman optimistas que todavía queda
mucho partido, que lo importante es el último cuarto de hora...
¿De verdad me
queréis decir que el machaque permanente de los medios privados y la
imposibilidad de utilizar con una mínima neutralidad un medio público como
Televisión Española no influye en el ánimo de la mayoría acojonada? Porque esa
es la cuestión, la mayoría acojonada, esa que piensa que por haber ahorrado en
toda su vida cincuenta mil euros o contar con una segunda vivienda en la playa,
esos pringaos que se creen ricos porque tienen resueltos los seis próximos
meses de su vida, esos no acaban de ver que desde la derecha les van a dejar
temblando apenas puedan, sin medios, sin colegios públicos, sin ayudas
sociales, con las pensiones devaluadas...
Cuando ya no haya
remedio y se den cuenta que sus intereses solo los defienden y los defenderán
las izquierdas, por mucho que las teles les digan lo contrario, cuando se vean
estafados y empiecen a llorar por las esquinas, los más inclementes les
contestarán que disfruten lo votado y los más malvados, que serán además los
beneficiados, les dirán directamente: "El PP y Vox no tenemos la culpa de
que hayáis caído en la trampa, so pardillos".
Desde luego, el
juego que se trae el inquilino de la Moncloa con los medios públicos, a menos
que su intención sea irse a hacer gárgaras en las próximas elecciones, resulta
difícil de adivinar. A ver mañana qué tal, a ver a qué tipo de "expertos"
recurre este martes tve para comentar las sesiones de la moción de censura. Me
temo lo peor.
J.T.
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