CRISIS FINANCIERA Y CRASH BURSÁTIL
El ‘efecto mariposa’ trasladado a sistemas complejos como la Bolsa de
Valores tendría como efecto colateral la imposibilidad de detectar con
antelación un futuro mediato pues los modelos cuánticos que utilizan serían tan
sólo simulaciones basadas en modelos precedentes (Teoría de la Inestabilidad
financiera de Minsky).
Así, la inclusión de tan solo una variable incorrecta o la repentina aparición de una variable imprevista ( intervención del Silicon Valley Bank) provoca que el margen de error de dichos modelos se amplifique en cada unidad de tiempo simulada hasta exceder incluso el límite estratosférico del cien por cien, de lo que sería paradigma el próximo estallido de la actual burbuja bursátil, cumpliéndose una vez más la máxima de Keynes: «Los mercados pueden permanecer irracionales más tiempo del que tú puedes permanecer solvente».
Génesis de la actual burbuja bursátil
La burbuja actual sería hija de la euforia de Wall Strett (y por
extrapolación del resto de bolsas mundiales) tras las políticas monetarias de
los grandes bancos centrales mundiales que inundaron los mercados con
centenares de miles de millones de dólares y euros con la esperanza de relanzar
la economía, más aún cuando las colocaciones sin riesgo (deuda de EEUU o de
Alemania) no retribuían nada a los inversionistas y estaría alimentada por los
siguientes factores:
Racionalidad limitada
La desconexión con la realidad por parte de los inversores les llevaría a
justificar la exuberancia irracional de los mercados, creándose un mundo
virtual de especulación financiera que nada tendría que ver con la economía
real (windhandel o negocio del aire) y que les lleva a extrapolar las
rentabilidades actuales como un derecho vitalicio.
Ello unido a la pérdida de credibilidad de las agencias de calificación
como Moody's, al no haber predicho la crisis del 2002, y a la ausencia de
control por parte de los reguladores, habría coadyuvado a que el mercado
permaneciera insensible al recorte de rating de las compañías que cotizan en la
bolsa y a los avisos de la Fed que por boca de su presidenta Yanet Ellen habría
advertido que “las valoraciones de las bolsas y los mercados de bonos son muy
altas y que existen riesgos potenciales en ambos mercados”.
Así, las sucesivas subidas de tipos de interés del dólar debería haber
provocado que los inversionistas se fueran distanciando progresivamente de los
activos de renta variable y que los bajistas se alzaran con el timón de la nave
bursátil mundial.
Euforia especulativa
Sin embargo, el proceso especulativo impulsa a comprar con la esperanza de
sustanciosas ganancias en el futuro, lo que provoca una espiral alcista alejada
de toda base factual y el precio del activo llega a alcanzar niveles estratosféricos
hasta que la burbuja acaba estallando (crash) debido a la venta masiva de
activos y la ausencia de compradores. Ello provoca una caída repentina y brusca
de los precios (hasta límites inferiores a su nivel natural), de lo que sería
paradigma la reciente intervención por la Fed del Silicon Valley Bank (SBV) y
el contagio mimético en el resto de Bancos mundiales simbolizado en el Credit
Suisse y el Deutsche Bank.
Incertidumbre sobre nivel suelo de los
mercados bursátiles
Un inversor está dispuesto a pagar un precio por una acción si le reporta
dinero en el futuro, por lo que el valor de dicha acción es el total de flujos
esperados pero el nivel suelo de las Bolsas mundiales, (nivel en el que
confluyen beneficios y multiplicadores mínimos), se situaría en la horquilla de
los 19.000-20.000 puntos en Mercados Bursátiles como el Dow Jones, debido al
riesgo de estancamiento económico secular que presentan las principales
economías mundiales y muy lejos de los estratosféricos valores actuales
(superando los 31.000 puntos y rememorando valores de 1997).
Efecto contagio y psicosis vendedora
Los grandes inversores habrían ya sentido el vértigo de la altura y
empezado a reducir su exposición al riesgo con el consecuente efecto bajista en
las cotizaciones de las acciones, derivando en una psicosis vendedora que
provocará que el Dow Jones de Industriales salte por los aires y que por
mimetismo termine por desencadenar el anunciado crash bursátil que conllevará
la ruina de millones de pequeños y medianos inversores todavía deslumbrados por
las luces de la estratosfera (Teoría del más tonto).
Dicho estallido debería tener como efectos benéficos el obligar a las
compañías a redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas
y restablecer su crédito ante el mercado y como daños colaterales la inanición
financiera de las empresas y el consecuente efecto dominó en la declaración de
quiebras e incremento de las tasas de desempleo mundiales.
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