MIENTEN: EL SISTEMA BANCARIO NO ES SÓLIDO. LOS BANCOS ESTÁN
QUEBRADOS Y BAJO UNA REGULACIÓN DEFECTUOSA
POR JUAN TORRES LÓPEZ
Las autoridades de Estados Unidos y Europa no paran de repetir en los últimos días que el sistema bancario es sólido y que no hay que preocuparse porque están preparadas para evitar que pueda tener problemas.
Es mentira.
Los bancos de todo el mundo están quebrados por definición. Es materialmente imposible que puedan devolver a sus clientes el dinero que estos tienen depositado en sus cuentas por la sencilla razón de que no lo tienen. Si los bancos no caen es porque consiguen hacer creer a sus clientes que pueden tener confianza en ellos y no ir rápidamente a retirar su dinero. Cuando la pierden, como ha pasado últimamente con varios bancos de Estados Unidos o con el Credit Suisse, enseguida se vienen abajo.
Pero ni siquiera
eso es lo peor.
Como añadidura, las
inversiones que los bancos llevan a cabo con el dinero de sus clientes son cada
día más arriesgadas. Lo colocan (sin informarles, en la inmensa mayoría de las
ocasiones) en negocios puramente especulativos y, una buena parte de ellos,
incluso en la sombra; es decir, al margen de todo tipo de control. Tanto, que
ni siquiera los incluyen en sus balances, tal y como reconoció el Banco
Internacional de Pagos en un informe reciente en el que señalaba que los bancos
tienen deuda oculta por valor diez veces mayor que el de su capital.
En concreto, la
banca internacional realiza la mayor parte de su inversión en los llamados
derivados. Dicho de la manera más sencilla y clara, estos son simplemente unos
productos financieros concebidos para apostar tomando préstamos porque,
efectivamente, el sistema financiero se ha convertido en un inmenso casino, tal
y como lo definió el premio de Economía del Banco de Suecia Maurice Allais.
Aunque es muy
difícil saber exactamente la cifra de ese negocio, pues la mayoría de los
intercambios se realiza de forma privada, las estimaciones van desde los 600
billones (millones de millones) de dólares del Banco Internacional de Pagos,
hasta los 1.000 billones. Esta es la auténtica bomba de relojería sobre la que
está sentada la banca internacional. La que aún no ha explotado pero que
explotará irremisiblemente y con consecuencias difíciles de imaginar si los
gobiernos y bancos centrales siguen permitiendo ese negocio, como hasta ahora.
Supuestamente,
quienes operan con derivados lo hacen para defenderse ante el cambio en algún
tipo de circunstancia (tipo de interés, prima de riesgo, quiebra,
incumplimiento de pago…). La realidad, sin embargo, es que se utilizan para
especular, aprovechando los cambios en esas mismas circunstancias que los
grandes operadores pueden provocar a su conveniencia. Y eso es lo que puede dar
lugar a gravísimos problemas si el riesgo inherente a esas operaciones se
desajusta en algún momento y perjudica al mismo tiempo a varios operadores.
Algo que ocurrirá antes o después necesariamente, por ley de los grandes
números y por la naturaleza intrínseca del negocio: si alguien pide prestado
para comprar un seguro (un derivado) por el cual cobrará si arde la casa de su
vecino y, puesto que la casa no es suya, le interesa que arda cuanto antes para
cobrarlo. Y de ahí a que sea él mismo quien la incendie puede haber muy poca
distancia.
Todos los bancos
del mundo están involucrados en este tipo de operaciones (por no hablar del
tráfico de armas o de personas o del lavado de dinero que para ellos es peccata
minuta o calderilla) y eso quiere decir que unos alimentan constantemente el
riesgo que afecta a los demás. Antes o después, cuando se vea afectado uno de
los grandes bancos, el sistema comenzará a arder en mucha mayor medida en que
ya lo hizo en 2007-2008. Créanme, lo que han visto hasta ahora no es nada en
relación con lo que, antes o después, va a producirse.
El riesgo diario de
crisis bancaria tiene también que ver con la naturaleza del negocio bancario.
La gente cree que
los bancos ganan dinero aceptando depósitos de sus clientes, pero eso no es
así. El negocio de la banca es dar préstamos y la clave está en que eso puede
hacerlo sin disponer de recursos previos: el dinero que prestan a sus clientes
lo crean de la nada, mediante simples anotaciones contables.
Es verdad que los
bancos centrales les obligan a mantener en sus cajas una parte de los depósitos
o del capital, pero es un porcentaje no mayor del 1% en Europa, es decir,
insignificante. Y, además, pueden disponer de él una vez que ya han dado los
préstamos, simplemente pidiendo prestado a los bancos centrales.
Ese privilegio es el
que hace que la economía mundial descanse (si es que se puede utilizar esta
palabra en este caso) sobre otra bomba: la de la deuda.
¿Qué banco va a
renunciar a hacer negocio haciendo crecer la deuda si puede obtener el dinero
para ganar dinero con ella sin coste alguno?
La consecuencia es
doble. Una, que los bancos influyen para que las políticas económicas frenen la
generación de ingreso y obliguen a gobiernos, empresas y hogares a endeudarse
sin parar, lo cual frena la economía y hace que siempre vaya a trompicones.
Otra, que la deuda, gracias al tipo de interés compuesto, crece
exponencialmente (una deuda al 4% se duplica en 18 años y al 7% en 10),
mientras que la economía normal, la productiva, no puede crecer así, sino más
lentamente y con altos y bajos. Eso produce algo que sabemos desde los códigos
babilónicos: periódicamente las deudas estallan, es imposible pagarlas y todo
se viene abajo, salvo que se anulen por completo.
Y, para terminar,
hay un último problema. Funcionando sobre estas bases que acabo de señalar, los
bancos se han convertido en el principal factor de perturbación y crisis de las
economías modernas. Las autoridades lo saben perfectamente y tratan de
establecer controles y normas que impidan que se salgan de madre cada dos por tres
a base de inversiones arriesgadas, deuda incontrolable o sencillamente de
estafas, como las que provocaron la crisis de 2007. Pero los bancos son las
instituciones más poderosas del planeta y no se dejan atar fácilmente.
En Estados Unidos
son copropietarios de la Reserva Federal, es decir, participan en la toma de
las decisiones, de modo que pueden evitar fácilmente que se adopten las que no
les conviene o reducen sus beneficios. En Europa, el Banco Central Europeo está
dirigido por exdirectivos de los grandes bancos y quienes no lo han sido saben
que pueden terminar en ellos una vez que concluyan allí su actividad (véanse
los consejos de administración privados en donde han acabado los antiguos
gobernadores del Banco de España, sin ir más lejos).
Sirva un solo
ejemplo de lo que digo: para evitar que la quiebra de hecho de los bancos se
refleje claramente, se les permite que valoren sus activos, en sus balances o a
la hora de pedir préstamos o ayudas, a los precios que más les convengan y no a
los actuales, los de mercado. Una práctica fraudulenta que obviamente no se
permitiría a ninguna empresa o persona individual.
Gracias al poder
que tiene, la banca actúa sabiendo que cualquiera que sea su mala práctica
recibirá la ayuda necesaria cuando, por su causa, se encuentre en dificultades.
Ayuda que, naturalmente, se le da siempre a cuenta del resto de contribuyentes.
Y el poder absoluto
del que goza le permite, además, poner a su disposición a las auditoras, medios
de comunicación, políticos y académicos en todo el mundo con el único fin de
tapar su praxis peligrosa y fraudulenta y el riesgo que constantemente genera
al resto de la economía.
No exagero: la
auditora KPMG dio su visto bueno a las cuentas de los bancos Silicon Valley
Bank y Signature solo dos semanas antes de su caída; la revista Forbes acababa
de incluir a Silicon Valley entre los mejores bancos del planeta, y los más
grandes del mundo (Deutsche Bank, HSBC, Santander, Citibank…) han sido
condenados y multados en numerosas ocasiones (eso sí, con cantidades
irrisorias) por lavado de dinero, fraude fiscal, fraudes bancarios, obstrucción
a la justicia, mal asesoramiento a sus clientes, manipulación de tipos de
interés… o han sido considerados responsables de la crisis de 2007-2008, sin
que nada les haya pasado después.
Las reformas
legales que se debían haber puesto en marcha después de esa última crisis y que
las autoridades anunciaron a bombo y platillo o no se han aplicado o se han
aplicado con alcance muy insuficiente. Los bancos pueden más que los gobiernos
y les obligan a dejarlos actuar bajo una regulación defectuosa, porque les
permite actuar como he explicado. Sabemos que, hasta ahora, los han dejado
actuar prácticamente a sus anchas. La incógnita es si, cuando todo estalle, van
a disponer de agua suficiente para aplacar el incendio. Lagarde dijo ayer que
sí pero sabe perfectamente que si la crisis proviene de los derivados será
materialmente imposible apagar el fuego.
Sólo los ingenuos y
mal informados pueden creerse lo que nos están diciendo los irresponsables
dirigentes de los gobiernos y bancos centrales: el sistema bancario no es
sólido sino una bomba que va a explotar, lo malo de la crisis bancaria está por
llegar, es inevitable si persisten en las medidas que están tomando y, como explico
en mi último libro Más difícil todavía, lo malo es que no solo será bancaria
sino que afectará a todas las empresas y al conjunto de la economía.
Infórmense bien,
lean, descubran las numerosas alternativas que los economistas críticos ofrecen
para que el sistema bancario sea estable, seguro y accesible, y no dejen que
les quiten su dinero delante de sus narices.
Fuente:
https://juantorreslopez.com/mienten-el-sistema-bancario-no-es-solido-los-bancos-estan-quebrados-y-bajo-una-regulacion-defectuosa/
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