martes, 7 de enero de 2020

LOS DÍAS VIVIDOS (A RAFAEL AMOR ETA PATXI ANDIÓN)



LOS DÍAS VIVIDOS (A RAFAEL AMOR
 ETA PATXI ANDIÓN)
POR MAITÉ CAMPILLO
Ahí el hueso de ciervo, tal vez pudiese reproducir el silbido del viento o el lamento de las plañideras en el momento de la muerte, o imitar el canto de los niños después de nacer. Minerva, dirigió el hueso a sus labios, y al emitir el aire de sus pulmones produjo el primer sonido; decidió agujerearlo en su superficie, fue tapando con sus dedos algunos de los agujeros, y el soplo de la vida, y de la muerte, aparecieron como una alegoría en flor perpetua sempiterna.



Al rescate de la dignidad

No es un viaje a ciegas entre los estratos profundos de la consciencia, tiene que ver con la memoria, y ésa es, la razón que me conmueve al encuentro y por la cual escribo esta nota; llegaré a la difusión de sus ideas, y a la progresiva demanda del manifiesto de sus vidas por ideario. Camino tras sus huellas entre la apariencia clandestina y realidad como trasfondo; compromiso en puño y letra hacia la utopía, que de seguro se encuentra del lado de la guitarra y del fusil de sus voces asomando a la vida, escribiendo historia, izando bandera. El resurgir protagonista en vanguardia de su tiempo irrumpe de nuevo en escena, apenas hace unos días que nos han dejado, Rafael Amor y Paxi Andión, compañeros para muchos para otros camaradas. Músicos comprometidos, compositores de sus obras dando sentido a la palabra profunda que vincula al cantautor, dentro de una geometría que facilita lo dramático atribuido a la anécdota, donde se desarrolla la representación en futuro esplendoroso; explosión de vida, optimismo en persistencia. Dieron rienda suelta a la adrenalina entre alegorías e impresiones, brotando en ambos el eco de su voz, lo mágico de ella como arma de futuro entre ficción y realidad, abriendo paso al misterio en garantía de futuro como mostrando su deseo de emerger de forma definitiva. Acto de comunicación directa en arte único imperecedero contra la industria artística, grandes talentos como revelación en perfección del grito, función social insustituible, literatura en poesía y canto enfrentado a las advertencias cotidianas.

Ambos combatieron la ofensiva con sus propias herramientas al rescate de la dignidad. Dos compañeros, dos guerrilleros de la palabra con profunda visión planetaria, amistad e internacionalismo, donde voz y gesto como ingenieros del verso y obreros del arte, adquirió un valor exclusivo y densidad poco habitual. Utopía en resistencia, sus vidas entre las nuestras y sus circunstancias ilusorias, militantes de la dignidad al rescate de ella. Siguen siendo la oposición de la realidad frente a la farsa. El proceso del sueño sobre cuerdas de guitarra emitiendo las pulsaciones de su corazón, los latidos de la tierra, la obra de su metamorfosis percutiendo sobre nuestras gargantas. Voces compactas sobre hierros retorcidos bajo la sonrisa de los astros como faro de luna. El espíritu dinámico de ambos avivó la esperanza en tiempos sombríos, estableciéndose de forma precisa en muchos de nosotros a través de sus principios, que invadieron en el mejor sentido toda la vida de escena de la canción protesta. Desde entonces los escenarios estuvieron menos solos, y nosotros, menos huérfanos; dieron rienda suelta al sueño colectivo, y el arte popular, quedó impregnado del aroma de su música.

Irrumpió con ellos sobre escena en coordenadas de viento altivo: el yo, el militante, la causa, todo uno; el proletario de todos los países uníos, la gran obra, utopía y revolución, toda en una. Rafael Amor y su Latinoamérica unida para acabar con todas las guerras, abusos y ultrajes, en que ciñe el enemigo de Norteamérica. Patxi Andión fue piedra filosofal contra la dictadura y por la república, de este lado del mundo, contra la imposición monárquica y el despotismo llamado Europa fomentando imperio. Encarnaron el observar más preciso en compromiso arrasando fronteras; sus vidas, actos de fe y conciencia, nos previene de generalidades que por ser tales pueden resultar encubridoras. Así le vimos, así irrumpió Rafael Amor, entre Las venas abiertas de América latina y Cien años de soledad; representó el susurro, su estela bajo la sombra milenaria autóctona de las selvas entre los bosques de América y, de como Aureliano Buendía, como una gran cascada en potencia (Che como réplica en metáfora a su paso por Bolivia) se dedica a luchar contra el gobierno, librando treinta y dos guerras civiles -ninguna de las cuales es capaz de ganar- una tras otra persiguiendo la utopía sobrevive a las más terribles situaciones; escapa de la muerte -es famoso el momento de su fusilamiento- hasta de la suya propia ya que intenta suicidarse.

Que este reconocimiento nos encuentre empuñando el grito de sus guitarras como trovadores de futuro, como rayos que no cesan, como el combatiente que no se rinde. Agua, fuego, sol contra un cielo repleto de lluvia de misiles; junto a ellos, en combate contra la muerte, floreciendo contra las fuerzas del atraso de la intolerancia rancia y su estrategia de violencia, marginación y focos de la miseria, economía de acoso en fondos monetarios buitre a la carga que no son mástil ni bandera ni hogar ni patria ni hoguera ni siquiera fueguitos sino gas mostaza, plaga en impotencia sobre un “orden” en desorden calcinando, aplastando en poder absoluto toda esperanza del pobre desde la muerte nunca desde la vida. El tiempo implacable, pasa irremediablemente sobrevolando los minutos a cualquier hora en cualquier espacio de vida, dejándonos cada vez más diezmados en arte y cultura propia, en decremento del arte enjaulado en salones y galerías del apátrida lujo siglo veintiuno. Dos músicos comprometidos en desafío, vasco uno y argentino otro, unidos sobre la creatividad y entrega en metas propias resumen sus obras, sus días vividos vibrantes de pasión que no de mediocridad, con los que ninguna cadena de televisión pierde su tiempo. Es a los suyos, nosotros entre los que me incluyo por su calidad humana y lucha, el deber de difundir su siempre viva, saboreando el ejemplar recuerdo de la obra escrita en momentos de sus vidas como parajes de nuestra historia. Como combatientes antifascistas les recordaremos, porque fueron y seguirán siendo calle internacional, ventana y puerta abierta al mundo. Caminemos pues junto a ellos, entre ellos, maestros de vida en evolución permanente aleteando sobre los dispersos colores de nuestros sueños, gente digna, gente humilde, nuestra gente.

Esperanza en tiempos sombríos en recuerdo de ambos artistas…

Patxi Andión <>. Era de familia humilde que tuvo que salir de su pueblo, trabajadores, combatientes republicanos que se buscaban la vida como podían en años de fascismo agobiante; es en este contexto familiar y social que fue creciendo, sumando experiencia y conciencia de clase. Autor de canciones prohibidas. Empieza a cantar a finales de los años sesenta -crea sus propias obras- “Retratos” “Palabra por palabra” “Posiblemente” “A donde el agua” “Cancionero prohibido” (…). Fue dejando un reguero de grandes canciones que seguramente muchos han olvidado y otros muchos ni han oído hablar de ellas, ahí están ‘El rastro’ ‘El maestro’ (dedicada a los maestros de la República) ‘Rogelio’ ‘Despierta niño’ ‘Padre’ ‘Compañera’ ‘Si yo fuera mujer’ ‘Manuela’ ‘Con toda la mar atrás’ (…). Destacó talento y compromiso, se popularizó, e hizo querer; se enfrentó a la dictadura y marcó su carrera artística ajena al desaborido marketing comercial dentro de un mundo complejo pero vibrante.

Empieza a trabajar como actor de cine sin dejar la música en películas como “El libro de buen amor”. Destacan en su haber hasta la década de los noventa “La otra alcoba” (de Eloy de la Iglesia) “Caperucita y Roja” “Acto de posesión” y su papel en “Libertad provisional” de Roberto Bodegas -obra que gana el premio a mejor película hispanoamericana en el Festival de San Sebastián. A finales de 1980 estrena en Madrid junto con Paloma San Basilio, la ópera-rock ‘Evita’, donde interpreta el papel de ‘Che’. Crea la banda sonora de la película “La estanquera de Vallecas”, y trabaja en la adaptación de Manuel Vázquez Montalbán que filma Vicente Aranda titulada “Asesinato en el Comité Central (1981)” -donde se investigaba el asesinato del secretario general del Partido Comunista de España- el propio Patxi fue el protagonista absoluto de la cinta en la que interpreta al investigador Pepe Carvalho. Tras esta última película “la estrenada democracia” fuerza su maquinaria ralentizando su carrera, impone la defenestración como “transición” (sumisión) contra la vía de lucha. Firma otro trabajo más en 1982 “Corazón de papel” bajo la dirección de Roberto Bodegas, comparte cartelera junto Antonio Ferrandis, Ana Obregón, Héctor Alterio… El circulo se va cerrando, la mafia empresarial se impone al compás de la “transición”. Monarquía y democracia triunfa junto a la mafia económica. En pocas más películas logra trabajar aunque hay una aparición de él en Brigada Central -la serie de TV de 1989- (Series en continuo retroceso, una de las tantas mamarrachadas en declive de actores a favor de la mediocridad que reina en pantalla). Y tras “La sal de la vida” llega la gran olvidada; pierde el camino de los talentos su vía hacia el futuro entre arte y ciencia, en declive de pantomimas de la cinematografía, y el buen hacer del creador en música como trovador de vida, alza en puño sobre la espina de la rosa al viento y la danza. Compuso cientos de temas, publicó libros de poemas, y la novela ‘La virtud del asesino’ en 1998. Padre de tres hijos, siempre se reafirmó de izquierdas, y como Rafael Amor, nunca se “cansó o pesó” serlo, compaginando vida musical y escritura con la docencia como profesor en la universidad de Cuenca: La hora lobicán fue publicada como presente en su cincuenta cumpleaños de carrera.

Patxi Andión -como Rafael Amor- serán siempre recordados por los que les hemos conocido; en el caso de Patxi, también por su faceta militante del FRAP, dentro de la UPA (Unión Popular de Artistas). Sus canciones de protesta encuadradas dentro de una generación combativa antifranquista, altivo contra la dictadura siempre arriesgando, destacando por la libertad de expresión lo que no hay que callar en desafío contra el silencio amordazado y presión sexual oscurantista, por lo que dentro del cine será recordado como el primer desnudo masculino: un vasco activista de izquierdas contra el velo eclesiástico asfixiando la enseñanza en las aulas, protagonizado como hito de historia e icono de la canción protesta con todos los riesgos que suponía. Patxi se ve rodeado de un clima que favorece sus inquietudes eran los años 70, años de lucha, saltos en las calles, piquetes antifascistas, pintadas y pancartas sorpresivas marcando el auge contra la dictadura donde la Unión Popular de Artistas, estudiantiles, y otras más adheridas al que fuera a sorprender años después, con las siglas FRAP (organización a la que pertenecían tres de los últimos fusilados del franquismo) juegan un papel decisivo. Encuadra su militancia activa lo que finalmente le obliga a exiliarse -e instala en París- en unos momentos por igual favorables a la organización que milita, entra en contacto con destacados músicos de la escena parisina ,que simpatizaban y colaboraban contra la dictadura de Franco. Patxi además de entrañable era muy honesto, lógicamente hacía grandes amigos, su bronca voz no fue frontera sino guía en acción; era alegre, empático, creador perseverante, un buen camarada que arrancaba la risa al público por su ironía, estilo claro y tajante de decir las cosas.

Rafael Amor -creo que además de ser como Patxi Andión: todo amor- tenía la misma claridad y estilo de expresar lo que sentía, o veía incorrecto como ponerse hablar alto y reír impidiendo el brote mágico de su hermosa voz al oído de quienes le profesábamos devoción artística. Le conocí en unos momentos que tenía que acudir a menudo a Madrid. Actuaba todas las noches en un local que estaba debajo del Puente de Segovia, por la Cava baja. Siempre recordaré su voz recitando, su camisa abombada blanca, e ironía, en eso ambos músicos se parecían mucho; también recordaré la dura vida para salir adelante con una gran familia numerosa, no fue tarea fácil; la lucha por la que se pasaba en su querida Argentina, hablaba de su compañera, de sus hijos queridos -al pequeño lo he visto actuar en alguna ocasión en Euskadi- también a Rafael en Barakaldo, frecuentó el Café Teatro (Antzerki) que yo regentaba. Además de cantautor, de gran talla artista, fue un emigrante político como reflejó siempre que pudo sus canciones -‘No me llames extranjero’ pienso que fue un manifiesto de vida francamente fabuloso- que salió de la Argentina fascista en 1974 igual que los cantantes uruguayos Olga Manzano y Manuel Picón. ‘Elegía a un tirano’ se convirtió en un himno revolucionario de la canción popular, donde la vida en aquellos años, no era nada fácil para militantes y artistas de izquierdas de esa talla. Los dos cantautores se semejaban muchísimo, por igual Rafael era inquieto, persistente, sabía lo que quería, continuó toda su vida con las ideas muy claras haciendo música y componiendo canciones que cantaron otros famosos como Alberto Cortez, Mercedes Sosa, Facundo Cabral… *Dos trovadores del pueblo, dos luchadores, a uno le separaba un gran océano de su tierra a otro el mar siempre en sus recuerdos.

Maité Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)

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