TRAS LEER "EL CALLEJÓN SIN
SALIDA"
POR ALFONSO OSHANAHAN
Tenía yo el
compromiso de poner la introducción a una de las recopilaciones de artículos de
Víctor Ramírez, querido amigo y compañero en la literatura y el columnismo
periodístico. Y ahora es la oportunidad con esta serie que, bajo el título de "Desde el callejón sin salida", se publicaron no hace mucho tiempo en el Diario
de Las Palmas.
Y
aquí estoy cumpliendo ya este casi viejo compromiso, y me veo recordando
aquellos días en que, compartiendo páginas, muchos lectores nos veían, junto a
otros colaboradores, "coloreando" el periódico con unas tonalidades
que llegaron a ser predominantes -y a la vez preocupantes para los no
acostumbrados a esas clases de colores, inusitados en la prensa que por estos
lares se estila... Mas todo pasa y fenece; y por ello recuerdo esa etapa como
acaso la más vibrante e ilustrativa, por lo ejemplar, del Diario...
Por supuesto que marcaron una etapa,
digo, de manera muy clara: en Canarias existe, más allá de lo que impositivamente
predomina en los medios de difusión -sobre todo en los escritos- un pensamiento
(reflejo de unos sentimientos, no se olvide nunca) distinto al oficial, al
impositivamente predominante.
Sí:
existimos unos cuantos canario guiados por una especie de instinto de
supervivencia, como el de los animales heridos o en mal trance de persecución,
que responden de manera imprevista -¿o inusitada y, sin embargo, previsible?- a
los "estímulos" exteriores.
Porque Víctor
Ramírez, acompañado siempre del enseñante que hay en él, llevó al periodismo
ese instinto de conservación, el más primario de ellos, de la mano de lo
pedagógico, de lo ilustrativo, de lo formativo. De manera que, empeñado en
mostrar la innecesariedad de arrodillarse ante los atropellos del poder
tiranizante y colonizador, ha hecho posible esa suerte de
"neoilustración", si me permiten la palabrita: carne de
liberalización de las mentes y de las sensibilidades.
De ahí que, con sus artículos escritos Desde el callejón
sin salida, ese
callejón en que vive "quietamente" instalada la mayoría de nuestro
pueblo -pueblo envenenado y paralizado dialéctica y culturalmente por el poder
metropolitano o sus delegados coloniales- digo que, por eso, los artículos
periodísticos de Víctor provocan encendidos adeptos o, también, encolerizados
rechazos.
Pero, como en ese "pimpampum"
no se puede vivir eternamente, abandonó el
callejón y pasó a otra
clave de escritura, a la serie que certeramente tituló En la burbuja,
donde introdujo -como suele- personajes de su más entrañada ficción, y con el
mismo afán agitador de conciencias...
Y aquí tiene el
lector, en sus manos, ante sus ojos, esta recopilación de artículos -una más de
su ya nutrida serie de colaboraciones en el referido Diario de Las Palmas- dando testimonio de "distintidad"
(en relación al llamado "pensamiento único", que yo llamaría
"débil" o incluso cobarde, sin comillas) y de rebeldía, lo que no es
poco. Tan distinto era, tan rompedor, que muchos de esos artículos ven aquí la
luz sin haberlas visto en el periódico para los que fueron creados -lo cual
confiere al libro carácter de documento, si no histórico (dejemos las
pomposidades para los "unipensadores"), sí espléndido, bellísimo
diría, por el orgullo emancipador que delatan...
Lo que nos demuestra que no hay
callejones condenados a estar sin salida cuando hay quienes quieren buscar el
resquicio por el que se respire y airee ese espíritu que nos hace, pese a todo,
mantenernos en pie -o incluso atorraditos- pero nunca de rodillas... o
arrastrados ante el poder colonizador.
(3 de diciembre
de 1998)
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