LA BANQUERA QUE ORGANIZA
FUGAS DE CAPITALES
JUAN CARLOS ESCUDIER
Hay cosas que no
tienen nombre y otras que sí. Que una banquera promueva la fuga de capitales
entre sus clientes y ofrezca su entidad para llevarla a cabo se denomina
desvergüenza o patriotismo, términos que suelen ser sinónimos. Esto es lo que
hizo este jueves la consejera delegada de Bankinter, María Dolores Dancausa, en
la presentación de resultados de la entidad que, por cierto, han sido de cine,
con unos beneficios récord de 551 millones, una facturación a tutiplén, mucho
margen de intereses y más ingresos por comisiones.
A Dancausa no le
gusta nada del nuevo Gobierno, especialmente los ministros de Unidas Podemos,
de los que piensa que son una escoria intervencionista poco preparada, ni la
subida del salario mínimo ni, por supuesto, la de los impuestos, que asegura
que no llevan a nada sobre todo si es ella la que tiene que pagar más. De su
solidaridad con los más ricos y esas sociedades suyas de inversión de capital
variable para retratarse a Hacienda sólo con la punta de oreja -que constituyen además una parte importante del
negocio de Bankinter-, surge su propuesta de trasladar estas sicavs a
Luxemburgo, donde el banco tiene una filial y allí sí que saben tratar a los
plutócratas. Según explicó Dancausa, se ha reunido con todos sus clientes para
explicarles el plan y está a la espera de lo que dispongan.
Las sicavs son el
instrumento financiero favorito de las grandes fortunas para eludir su factura
fiscal. Se les exige un capital mínimo de, al menos, 2,4 millones de euros y
100 accionistas, aunque en la práctica están controladas por un solo inversor o
una familia pudiente y 99 mariachis u hombres de paja con aportaciones
simbólicas. A diferencia del resto de empresas, que tributan teóricamente sus
beneficios al 25 o al 30%, estas sociedades lo hacen al 1% hasta el rescate de
la inversión, momento en el que las plusvalías deben incluirse en el IRPF y
pagar entre el 21 y el 27%. Eso, claro, fue a partir de 2010 porque con
anterioridad se permitían las llamadas operación acordeón para reducir el capital,
de manera que este se repartía sin pagar un maravedí. Por lo que se opta ahora
es por no distribuir dividendos y reinvertirlos, de manera que el patrimonio de
la sicav siga creciendo sin pasar por caja.
El pacto entre el
PSOE y Unidas Podemos incluye cambios normativos para las sicavs, que volverían
a estar bajo el control de los inspectores de la Agencia Tributaria y no de la
CNMV, que no es que hiciera la vista gorda sino que se ponía una venda muy
tupida a la hora de comprobar que
cumplían los requisitos, y sobre las que se establecerá un tope de
concentración del capital para acabar con la trampa mexicana de los mariachis.
En definitiva, que sean sociedades colectivas y no la excepción a la máxima de
que Hacienda somos todos.
Es verdad que la
fuga de capitales que patrocina Dancausa no es nueva y que desde hace varios
años algunas de estas sociedades han puesto rumbo al Gran Ducado con una
variedad de fórmulas que van desde la fusión con sicavs luxemburguesas a su
conversión en sociedades limitadas o anónimas, opción esta última mucho más
costosa. Lo llamativo, por tanto, es la desfachatez con la que se plantea. Le
preguntaron no hace mucho a la banquera cómo había que ejercer el liderazgo:
“Con un alto grado de ejemplaridad”, respondió con un par la de Bankinter.
¿Que qué habría que
hacer para impedir la fuga de capitales que alienta esta buena señora? Pues
poner a trabajar a Hacienda, de manera que cualquier intento de fusión de las
sicavs o de modificar su objeto social tenga una justificación económica y no
fiscal, en cuyo caso deberían ser obligadas a
aflorar las plusvalías en las declaraciones de IRPF de sus socios. Una
vez saldada la cuenta, que se vayan a Luxemburgo o a hacer puñetas, lo que les
quede más cerca.
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