LA GIRA DE GUAIDÓ POR EUROPA TERMINÓ SIENDO UN FIASCO
POR MISIÓN VERDAD
SIN
CONSEGUIR LOS RESULTADOS ESPERADOS
«Pero cuando Guaidó
hizo la ronda en la reunión de figuras políticas y comerciales de este año,
después de haber venido a Europa desafiando la prohibición de viajar en su
país, parecía un hombre cuyo momento había pasado»: así retrató el columnista
del New York Times, Mark Landler, el paseo de Juan Guaidó por el Foro Económico
Mundial de Davos días atrás.
«El venezolano (…)
pasó la mayor parte de su tiempo respondiendo preguntas sobre por qué no había
logrado derrocar al señor Maduro», se afinca Landler a contracorriente de una
narrativa que, desde los medios venezolanos, buscó proyectar la participación
de Guaidó en Davos como un «hecho histórico».
La irrelevancia de
Guaidó en el foro más representativo del capitalismo mundial ilustró, a nivel
geopolítico, las divergencias existentes entre Estados Unidos y la Unión
Europea con respecto a la cuestión venezolana, pero a nivel de imagen, mostró a
un Guaidó sin tracción y capacidad de convencer.
En el marco del
Foro, Guaidó se reunió con decenas de líderes europeos sin alcanzar objetivos
diplomáticos o políticos concretos, toda vez que su falsa figura como
«presidente encargado» desaparecía del discurso público y del paisaje de los
medios de comunicación.
Así lo asentó el
presidente francés, Emmanuel Macron, quien lo recibió como presidente de la
Asamblea Nacional mas no de Venezuela, en el marco de lo que pareciera una
corrección táctica en el enfoque europeo que capitanea el alto representante
Josep Borrell: no hacerle el feo al muchacho de Mike Pompeo, evitando, al mismo
tiempo, la fatiga diplomática de trabar hasta el infinito la negociación
interna en Venezuela de cara a las elecciones parlamentarias.
Los encuentros de
Guaidó trascurrieron entre lo difuso y lo anecdótico, a un punto en que era
difícil discernir bajo cuál condición era recibido y cuáles eran los objetivos
de cada reunión. Sin lugar a dudas, el hecho de que perdió la presidencia de la
Asamblea Nacional frente al diputado Luis Parra ha generado un efecto a veces
subestimado.
Desde la óptica de
Washington, los propósitos fundamentales de la gira europea de Guaidó
consistían en alinear al bloque europeo a la campaña de «máxima presión» de los
halcones, impulsar la imagen «presidencial» del diputado y lograr, aprovechando
el moméntum, un efecto cascada de expulsión de embajadores venezolanos,
sanciones financieras paralizantes, rupturas de relaciones comerciales y el
envío de fondos económicos para mantener a la capa directiva del golpe en
Venezuela.
La escalada
diplomática y económica que esperaba Washington desde Europa no se cumplió,
dejando como balance inmediato a un Guaidó con una posición de fuerza reducida
en lo internacional, y a la Casa Blanca, nuevamente, como la única instancia en
la que recae la conducción del golpe.
Pero este balance
negativo, a su vez, aumenta la zona de peligro: los delirantes halcones se ven
tentados a apelar a una acción de fuerza para cambiar violentamente una
correlación de fuerzas que favorece al chavismo y al ala moderada de la
oposición sentada en la Mesa de Diálogo Nacional.
JUGÁRSELO TODO EN
ESPAÑA
Desde hace días se
había anunciado que el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, no
recibiría a Juan Guaidó en la Moncloa cuando hiciera su paso por el país
ibérico.
El anuncio fue
rechazado al instante por el bloque de la derecha, pues encontró en el viaje
del diputado una oportunidad dorada para cambiar el foco de una agenda política
y económica determinada en esos días por el aumento del salario mínimo
decretado por el nuevo gobierno de coalición del PSOE con Unidas Podemos.
La derecha repitió
un guión ya harto conocido: si te va mal en política doméstica, reflota el tema
Venezuela para ganar tiempo.
Este cuadro de
intoxicación en los medios se reforzó tras conocerse que el ministro de
Transportes, José Luis Ábalos, sostuvo un encuentro con la vicepresidenta de la
República Bolivariana, Delcy Rodríguez, quien hizo estancia en el aeropuerto de
Madrid-Barajas para cambiar de avión rumbo a Turquía.
Producto de esta
noticia, la narrativa escaló de acusar a Sánchez de «defender» a Maduro al no
recibir a Guaidó, a cuestionar que el gobierno de España no había apresado a la
funcionaria del Estado venezolano por estar sancionada por la Unión Europea.
El líder del
Partido Popular (PP), Pablo Casado, exigió la dimisión de Ábalos y a Sánchez
que diera explicaciones debido a la reunión.
Todo el performance
mediático y la grandilocuencia discursiva estuvo dirigida a colocar el foco en
la Puerta del Sol, lugar donde se había convocado una manifestación en apoyo a
Guaidó, luego de que la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento, ambas instancias
gobernadas por figuras del PP, recibieran con honores al diputado para salvar
su imagen luego del fiasco en Davos.
Por más
mediatización que hubo de la imagen de la concentración, la Policía Nacional
afirma que 5 mil 500 personas ocuparon la mitad de la plaza para escuchar a
Guaidó. Una cifra reducida en comparación al total de migrantes en el país
ibérico. «Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de
Estadística, 24 mil 238 venezolanos llegaron a España en el primer semestre de
2019 y se sumaban a los 158 mil 218 que ya residían», refleja Constanza
Lambertucci para eldiario.es.
Con anterioridad el
vicepresidente de derechos sociales Pablo Iglesias y el expresidente José Luis
Rodríguez Zapatero habían marcado una línea contraria a la visita de Guaidó,
relegándolo a líder de la oposición y acompañando la decisión de Sánchez.
Jugando al bonapartista frente al asedio de la derecha y posiciones
recalcitrantes del ala derechista del PSOE, representada por Felipe González,
Sánchez sostuvo su posición inicial, pero a través de su canciller, Arancha González
Laya, le dio un empujón en último momento a Guaidó reconociéndolo ilegalmente
como «presidente encargado».
La visita del
autoproclamado fue útil a la derecha para plantearle el primer pulso político
de calle al gobierno de coalición de España, a falta de conseguir una
movilización de masas contra el aumento del salario mínimo, a la cual habrían
asistido los 30 ó 40 ejecutivos del Ibex 35 que están en contra de la medida.
La diáspora
venezolana reunida en la Puerta del Sol sirvió para que los dirigentes de Vox,
el PP y Ciudadanos se bañaran de «pueblo» y no de empresarios, como es usual.
CONCLUSIONES
Aunque Guaidó, con
la ayuda de los medios dominantes, obtuvo su foto de «baño de masas» antes de
salir de Europa en la Puerta del Sol, su gira ha sido infructuosa en función de
los objetivos políticos planteados: conseguir una ofensiva diplomática
definitiva que obligara a una rendición forzada de Maduro. La diplomacia
estadounidense, aunque sabemos que ese concepto no existe para el gobierno de
Trump, ha respondido acusando al gobierno de Sánchez de dañar su estrategia
contra Venezuela.
Pero lo que mejor
confirma el poco arrastre de la gira es cómo Guaidó celebra su alianza con el
partido monárquico español Vox, distanciándolo aún más de quienes manejan el
poder en la Moncloa y que seguirán siendo actores de influencia en la
conducción del bloque europeo con respecto a Venezuela.
En el frente local,
la aguda situación económica y los daños ocasionados por el bloqueo de
Washington colocan a la Asamblea Nacional como el principal foco de la disputa
política, debido a que de su destrabamiento institucional depende, en gran
medida, que el país consiga los mecanismos de fuerza para recuperarse de las
lesiones económicas que ha dejado la delirante política exterior de los
halcones.
Y ahí, el tiempo
juega en contra de Guaidó.
misionverdad.com/TRAMA-GLOBAL/la-gira-europea-de-guaido
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