A contracorriente
UNA SOCIEDAD CADA VEZ MÁS ENFRENTADA
Enrique
Arias Vega
Los informativos están llenos de
algaradas y de violencia en los cinco continentes. No se trata como antaño, de
conflictos entre unos países y otros, sino en el interior de las mismas
sociedades.
Acabo de leer un artículo del
pensador Moisés Naím, que nos
aproxima al tema. Alianzas repugnantes,
lo titula, y explica que cada vez más “el
odio entre los contrincantes hace imposible acuerdo alguno”. ¿Les suena la
frase en un momento en que aquí no se logra formar Gobierno porque cada uno
echa la culpa a los demás?
Sucede en todas partes. Hace nueve
años. Bélgica estuvo sin Gobierno 541 días. Hoy, por lo mismo, Israel va camino
de sus terceras elecciones en un año.
No se trata de que en la actualidad
se viva peor que hace años. En el Chile de la mortífera violencia de estos
días, las cifras del Banco Mundial dicen que en el año 2000 un tercio de los
chilenos vivía en condiciones de pobreza, mientras que en la actualidad ese
porcentaje ha bajado ya del 7 por ciento. No se trata, por consiguiente de que
crezcan las diferencias entre unos y otros, pero sí, en cambio, de que aumenta
el odio de unos y otros.
Repito que eso ocurre acá y acullá,
en Oriente y en Occidente, tanto en países muy golpeados y fracturados como
Irak, Siria o Libia, como en la expansiva y hoy más próspera América Latina,
donde las ominosas dictaduras de los milicos de hace medio siglo han dado paso
a regímenes democráticos, con periódicas elecciones.
Da igual. Los ciudadanos empiezan a
odiarse entre sí, convencidos de que los valores morales e ideológicos propios
son infinitamente superiores a los de sus rivales. Ya sea en Francia o en Gran
Bretaña, en Sudáfrica o en Bangla Desh, por poner ejemplos bien distintos. Lo
normal hoy día es demonizar al contrario, en vez de tratar de entenderlo.
El ejemplo más paradigmático de la
coexistencia de dos sociedades enfrentadas lo tenemos en los Estados Unidos de Donald Trump. Antes, los electores
castigaban a aquellos políticos abocados al desencuentro con sus rivales y los
obligaban a retractarse: “He recibido el
mensaje de los ciudadanos —les he oído decir tanto a George Bush padre como a Bill
Clinton—; lo que ellos quieren es que
los distintos partidos nos entendamos”.
Ahora, en cambio, ya ven, demócratas
y republicanos andan enfrentados a cara de perro, mientras arden las calles
desde Bogotá a Hong Kong y desde Beirut a Barcelona. Parece que no hay tregua.
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