CENIZAS
DUNIA SANCHEZ
Ah , amanece y con el ritmo de una nueva
jornada se abren las ventanas de mis pisadas ¿A dónde iré hoy? Es una cuestión
que se mezcla en mi mente para después dejarme ir en un no sé. Llevo estaciones
sin salir de casa, de estas paredes y es como si algo extraño me estuviera
carcomiendo. Es cierto. Es tan cierto como los hielos bajo el efecto
invernadero se derriten, se desploman y mezclan sus aguas con un mar donde las
especies van muriendo, huyendo. El aislamiento me cubre con su densa capa de
añoranza. Viene a mí como compañera lejana que nunca se olvida que aquí estoy.
Sí, aquí. Escucho el viento, aletea una infeliz mañana. Sí, trae nubarrones
donde quizás la lluvia se ancle en las aceras, en el asfalto. Me
asomo al balcón y noto su bruto roce con mi rostro, un frío incoherente se
entrega a mí y me abraza. Las nubes se desvanecen por su acción y el tan alegre
juguetea con mi cuerpo. La casa está vacía. La usencia del calor
humano se nota en cada uno de sus rincones. Mi techo retoza el jadeo de los
desiertos. Solo una gata vieja que ronronea, que me toca en su lenguaje
cariñoso pasea ante mí. Las mesas, las sillas…nada sirve , son objetos en que
me apoyo y solo me hacen pensar y pensar. Una pintura arrimada de un
pasado. Un poema de ese amor perdido entre sombras y nada más. Y es
que la quería tanto ¡tanto¡ que ahora envuelta en brumas, en la nada, en el
vacío me es imposible defenderme para ser luz de un día ¡Mi amor¡ ¡Oh, querido
amor¡ Leo un viejo periódico y solo existe la fuga del equilibrio. Una masa desastrosa
barre esta atmósferas. Guerras , hambre, migración, sed , injusticias,
esclavitud y un mundo que deriva bajo lo irrazonable de su estabilidad. Una
naturaleza muerta, quemada. Respiro y respiro. Y ella viene a mí como fuente de
la vida como querer del ayer, del hoy, del mañana ¿Por qué no puedo enfrentarme
a su muerte? Muerte y vida, vida y muerte se enlazan bajo las inclemencias de
las estaciones.
¡Anda mujer¡ Levanta y da unos pasos
hacia ti misma. Apártate del frío y mirate en uno espejo. Te mirabas tanto
cuando ella estaba….Ahora ¡ por qué no¡ Mírate…mírate y dime los que observas,
descubre esa belleza que aun guarda tu reconditez.
Veo la muerte. Percibo un cierto clamor
de gelidez. Estoy pálida, las ojeras danzan hasta mis pechos, caídos, con una
realidad anormal.
¡Adéntrate¡ ¡Tu realidad¡ tu,
ahora , todo ha de acabar. Tienes que descubrir el despertar dentro de tu
llanto amargo. Deja de mirar la muerta. Esa muerte que corre tras de ti. Ella
se ha ildo, ha muerto. Sus cenizas esparcidas en el mar corretea por otros
lugares, otros mundos a la vez nuestros. Despídete, ya es hora mujer.
¡Cállate¡ corro y cierro ventanas y dejo
que la oscuridad reine en este piso. No, no quiero verme más. Deseo volver al
ayer ¡si¡ al ayer donde las pardelas a primera hora de la mañana nos
acompañaba en nuestro paseo, donde el sonido de las olas fluían en nuestro amor
¡Sus cenizas¡ ¡Cállate¡ Apago luces y así regresará a mí ¡Ven¡ ¡Ven¡ que el
viento se vaya y me deje en paz. No, no vienes, pasan los años y aun estás en
mi. Percibo tu olor aun bajo este techo ¡Qué hacer¡ ¡Que hacer¡
¡Sola¡ Me he quedado sola. Corro abro ventanas, enciendo luces y me miro al
espejo. Palidez, ojerosa y el ronroneo de una gata.
Yo, el viento, te declaro mujer libre
del dolor. Vuela , vuela donde tus piernas te lleven. Sí, mírate en el espejo,
enciende luces y abre ventanas. Ya no más rejas en tus sienes. Sal, traeré la
lluvia, traeré la tormenta y la purificación de tu espíritu se verá sanada,
curada de todo mal.
Corro abriendo ventanas, enciendo luces
y miro esta puerta. Salgo con el temblor reverberante de mis sentidos, de una
verticalidad amortajada. No sé porqué, me induzco bajo la lluvia feroz, bajo la
lluvia de navajas que me llevarán al olvido. Sí, el olvido ¡el olvido¡
Yo , el viento, te declaro mujer
absuelta de llantos vanos. Vuela, vuela donde tus sueños nacidos te esparzan
bajo los rincones de la alegría.
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