BOLIVIA: LOS RECURSOS DE LA DICTADURA
ATILIO BORÓN
La gravísima
situación imperante en Bolivia tiene múltiples manifestaciones, a cuál más
aberrante. Todas tienen un denominador común: la violación sistemática de los
derechos humanos, las libertades públicas y los derechos y garantías
individuales. Estos son los resultados previsibles de todo régimen dictatorial,
y sin duda el gobierno que hoy se ha apoderado de Bolivia lo es. Una dictadura
impuesta por un golpe militar a la antigua usanza y desechando las más sutiles
herramientas del “golpe blando”. Aquí el protagonismo no recayó sobre jueces y
legisladores corruptos sino sobre los policías y militares que desde décadas
son adiestrados y equipados por Estados Unidos.
Fueron ellos los
verdugos del golpe de estado que destruyó no sólo un gobierno sino la democracia
laboriosamente conquistada en Bolivia. Es obvio que este operativo venía
gestándose desde hacía mucho tiempo, como lo demuestra la frustrada tentativa
de golpe y secesión del 2008. Este proyecto nunca fue archivado y se actualizó
en el último año en vísperas de la elección presidencial, con la inestimable
colaboración de los medios –abrumadoramente en manos de la oposición- que
actuaron como punta de lanza del golpismo, creando el “clima de opinión” que
justificaría el asalto al Palacio Quemado por parte de las hordas fascistas.
Pero a diferencia del 2008 esta vez nada quedó librado al azar: Estados Unidos
jugó fuerte y a comienzos de Septiembre envió nada menos que a Ivanka Trump a
la norteña provincia argentina de Jujuy en un avión cargado de armas,
pertrechos para producir disturbios y dinero -mucho dinero- para contratar a
los hampones que bajo el mando de Luis F. “Macho” Camacho asolaron las
principales ciudades y crearon el caos social requerido para justificar el
golpe y su irrupción en el Palacio Quemado portando una Biblia, exorcizar a la
Pachamama y ultrajar a la wiphala. La “donación” de la Casa Blanca fue enviada
a Santa Cruz de la Sierra, centro de operaciones de los supremacistas blancos,
racistas hasta la médula, y de los agentes estadounidenses operando en Bolivia.
Pero lo de Bolivia
va más allá de ser una revancha de la minoría blanca y los mestizos colonizados
en contra de los indígenas soliviantados por Evo. No se puede ignorar que ese
país es una presa muy codiciada por el imperio por varias razones, pero muy
principalmente por ser quien alberga en sus entrañas el más importante depósito
de litio del mundo. Y este recurso ha adquirido una importancia excepcional
debido a su creciente utilización por las nuevas tecnologías militares, cosa
que es plenamente reconocida en informes de diversas agencias del gobierno de
Estados Unidos.
Téngase en cuenta
que si el precio del litio en 2012 era de 4.220 dólares por tonelada (habiendo
llegado a 16.500 en el 2018) el banco HSBC estima que para fines de esta década
oscilará en torno a los 10 o 12.000 dólares. Así como todas, repito: todas, las
intervenciones de Estados Unidos en Oriente Medio tuvieron como propósito
excluyente el pillaje de las inmensas reservas petroleras de los países del
área, su activo involucramiento en el golpe en Bolivia tiene un solo nombre:
litio. Y un recurso que ya es estratégico para la industria militar
estadounidense obliga a abandonar todo escrúpulo legal o ético, como ya
ocurriera en Irak, en Libia, en Siria. Y, por consiguiente masacrar a un pueblo
indefenso, incendiar los hogares de los colaboradores de Evo, extorsionarlos
raptando a sus familiares, secuestrar y desaparecer opositores, perseguirlos
cual si fueran animales feroces y liquidar toda fuente de información
independiente está en el repertorio de políticas que el imperio y sus lacayos:
Áñez, Murillo, Camacho, Mesa aplican y continuarán haciéndolo en el futuro
previsible salvo que una enorme insurrección popular ponga fin a tal nefasto
régimen .
Entre esas políticas
figura la pertinaz persecución de altos funcionarios del gobierno de Evo
asilados en la embajada de México en La Paz y a quienes se les niega la emisión
de un salvoconducto para que puedan abandonar el país sin mengua de su
integridad física. Se trata del Ministro de Gobierno Juan Ramón Quintana; el
intelectual y ex ministro Hugo Moldiz; la ministra de Culturas Wilma Alanoca;
el gobernador de Oruro Víctor Hugo Vázquez; el director de gobierno electrónico
Nicolás Laguna; el ministro de Defensa Javier Zavaleta; el de Justicia Héctor
Arce, el de Minería Félix César Navarro, y el viceministro de Desarrollo rural
y agropecuario Pedro Damián Dorado.
La brutal dictadura
instaurada por la Casa Blanca y sus torvos compinches autóctonos actúa como las
mafias: capturando rehenes para poder así cometer sus fechorías sin impedimento
alguno. Es crucial que la presión internacional obligue a la satrapía instalada
en La Paz a poner fin a esa práctica.
Se impone la
necesidad de que los organismos de derechos humanos de todo el mundo, privados
tanto como oficiales e incluyendo también a los del sistema de Naciones Unidas,
presionen a los golpistas para que cesen las persecuciones políticas y otorguen
los salvoconductos a quienes los requieran. Y también que hagan saber a Áñez y
su pandilla que sus crímenes no quedarán impunes, y que más pronto que tarde
deberán dar cuenta de ellos ante algún tribunal. Y su condena, estamos seguros,
será ejemplar.
Dr. Atilio A.
Boron, director del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (PLED),
Buenos Aires, Argentina. Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2013.
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