martes, 24 de diciembre de 2019

MERITOCRACIA Y CHIRINGUITOS


MERITOCRACIA Y CHIRINGUITOS
POR PRUDENCI VIDAL MARCOS
No sé si en los oídos de la mayoría de los miembros de La Marea Pensionista resuenan con fuerza las palabras de nuestros padres, cuando aún éramos adolescentes: “Estudia, prepárate. Tú vales mucho. Llegarás donde tú te lo propongas”. Y proclamas parecidas que vislumbraban, por la experiencia adquirida que existía una diferencia demasiado pronunciada entre la clase obrera y los técnicos, y su aspiración era a que sus hijos hicieran valer sus méritos y su preparación para llevar un casco de obra blanco, vestir con traje y corbata y/o recibir el tratamiento de señor. Y estos postulados valieron durante bastante tiempo, ahora ya no es el caso. Vemos cómo nuestros hijos con licenciaturas, másteres, idiomas y todo lo que haga falta, son precarizados laboralmente; despreciados en sus salarios e incapaces de adquirir una independencia vital que les corresponde por edad y por preparación.



Y, paradojas de la vida, allí donde el racismo anti inmigración se ha hecho más fuerte y el brutal descenso de la natalidad de esos países necesitan de nuestros jóvenes para suplir los vacíos técnicos que su sociedad no puede cubrir. La Alemania de las restricciones, de la estabilidad presupuestaria, de los hombres de negro vigilantes y vigías del poder bancario enseñan el panal de miel de sus carencias a nuestros jóvenes para que cubran sus necesidades industriales y asistenciales; mientras los países mediterráneos “fabricamos” en nuestras universidades y centros de formación profesional especialistas que nuestra estructura industrial y servicial no puede y no quiere cubrir. ¡España está diciendo adiós a la meritocracia!

Pero este proceso no afecta a todos por igual. Faltaría menos. Tanto a nivel administrativo de cualquier orden [ayuntamientos, diputaciones, autonomías, estado, partidos, sindicatos…] se han montado una serie de chiringuitos que ofrecen unas cuantiosas prebendas solamente por ser, por tener el apellido, por la influencia familiar, por la devoción incondicional al líder, por el linaje de apellidos doblados etc. Es la desigualdad medieval en pleno siglo XXI. Destruida la capa social de la mal llamada clase media se pone el ¡ay! en el cielo si quienes ganan más de 90.000€ deben pagar algo más de impuestos, y desvergonzadamente ofrecen resistencia a tal medida, pero recuerda más a una resistencia personal que a un clamor de justicia. Porque la crisis financiera no ha afectado a todos los estamentos sociales de la misma manera. El número de pobres, de familias en situación de exclusión social, de pobreza infantil, de desahuciados habitacionales, de pobreza energética , no para de incrementarse, mientras que, y esto es absolutamente injusto, se ha multiplicado por cinco los millonarios del país durante la crisis.

Y, ¿cuáles son las causas de este proceso? ¿Cuál ha sido el contexto político de nuestro estado del bienestar? ¿Cuál ha sido la evolución de la social democracia y su deriva derechizadora? Los politólogos deberían responder a estas preguntas. Lo que si tenemos claro es que de una protección social insuficiente, de una sociedad del bienestar insuficiente, sin una meritocracia auténtica, nuestra democracia está incompleta. Y lo está por muchos motivos. No atibo a analizarlos todos, pero sí alguno de ellos: la sociedad y sus necesidades están muy por delante de las legislaciones, siendo que los problemas superan a las medidas paliadoras por falta de análisis y previsión. La incapacidad de realizar políticas preventivas, previsoras, que anticipen las necesidades y resuelvan problemas antes e que lleguen a cronificarse nuestra, sin lugar a dudad, la poca capacidad política, la poca preparación administrativa, incluso la poca vergüenza en sus enjuiciamientos de la clase política de nuestras administraciones. No se puede tolerar más la insensibilidad democrática hacia los problemas sociales. No se debe tolerar ya más que las necesidades de la población sirvan para engordar las mamandurrias de la clase política y de los empresarios omnipresentes en todas las administraciones. Son ellos los que determinan  políticas antisociales en su propio beneficio y la clase política se ha plegado a sus intereses. Creo, y no me equivoco, que toda la algarabía mediática en contra de un pacto de izquierdas es por ver peligrar la ubre que tan generosamente les ha proporcionado y durante tanto tiempo el engordamiento de sus negocios a costa de las necesidades sociales.

Y nos han quitado, les han quitado a nuestros hijos las ansias de obtener méritos para posicionarse de forma digna d dentro de una sociedad más justa y siendo más justa será también más democrática. Y nos han quitado a los viejos pensionistas los argumentos para hacer valer en nuestros hijos y nietos los valores del esfuerzo, de la preparación, de sacrificio… y nos contestan: ¿para qué? Y nos quedamos sin argumentos, ni palabras.

Han atacado despiadadamente el depósito social que habíamos creado, y quieren hacernos creer que vivimos en una democracia plena, avanzada y homologable. ¡Mentira! Sin protección social de calidad, suficiente, universal y eficaz no hay democracia. O como ya oímos decir a los más decepcionados: ¡Que se la metan….!  La aplicación de políticas que han dañado intensamente la calidad democrática debe ser restaurada por el próximo gobierno de izquierdas o este país va a involucionar hacia un neoliberalismo de corte chileno y/o boliviano.



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