MERITOCRACIA Y CHIRINGUITOS
POR PRUDENCI VIDAL MARCOS
No sé si en los
oídos de la mayoría de los miembros de La Marea Pensionista resuenan con fuerza
las palabras de nuestros padres, cuando aún éramos adolescentes: “Estudia,
prepárate. Tú vales mucho. Llegarás donde tú te lo propongas”. Y proclamas
parecidas que vislumbraban, por la experiencia adquirida que existía una
diferencia demasiado pronunciada entre la clase obrera y los técnicos, y su
aspiración era a que sus hijos hicieran valer sus méritos y su preparación para
llevar un casco de obra blanco, vestir con traje y corbata y/o recibir el
tratamiento de señor. Y estos postulados valieron durante bastante tiempo,
ahora ya no es el caso. Vemos cómo nuestros hijos con licenciaturas, másteres,
idiomas y todo lo que haga falta, son precarizados laboralmente; despreciados
en sus salarios e incapaces de adquirir una independencia vital que les
corresponde por edad y por preparación.
Y, paradojas de la
vida, allí donde el racismo anti inmigración se ha hecho más fuerte y el brutal
descenso de la natalidad de esos países necesitan de nuestros jóvenes para
suplir los vacíos técnicos que su sociedad no puede cubrir. La Alemania de las
restricciones, de la estabilidad presupuestaria, de los hombres de negro vigilantes
y vigías del poder bancario enseñan el panal de miel de sus carencias a
nuestros jóvenes para que cubran sus necesidades industriales y asistenciales;
mientras los países mediterráneos “fabricamos” en nuestras universidades y
centros de formación profesional especialistas que nuestra estructura
industrial y servicial no puede y no quiere cubrir. ¡España está diciendo adiós
a la meritocracia!
Pero este proceso
no afecta a todos por igual. Faltaría menos. Tanto a nivel administrativo de
cualquier orden [ayuntamientos, diputaciones, autonomías, estado, partidos,
sindicatos…] se han montado una serie de chiringuitos que ofrecen unas
cuantiosas prebendas solamente por ser, por tener el apellido, por la
influencia familiar, por la devoción incondicional al líder, por el linaje de
apellidos doblados etc. Es la desigualdad medieval en pleno siglo XXI.
Destruida la capa social de la mal llamada clase media se pone el ¡ay! en el
cielo si quienes ganan más de 90.000€ deben pagar algo más de impuestos, y desvergonzadamente
ofrecen resistencia a tal medida, pero recuerda más a una resistencia personal
que a un clamor de justicia. Porque la crisis financiera no ha afectado a todos
los estamentos sociales de la misma manera. El número de pobres, de familias en
situación de exclusión social, de pobreza infantil, de desahuciados
habitacionales, de pobreza energética , no para de incrementarse, mientras que,
y esto es absolutamente injusto, se ha multiplicado por cinco los millonarios
del país durante la crisis.
Y, ¿cuáles son las
causas de este proceso? ¿Cuál ha sido el contexto político de nuestro estado
del bienestar? ¿Cuál ha sido la evolución de la social democracia y su deriva
derechizadora? Los politólogos deberían responder a estas preguntas. Lo que si
tenemos claro es que de una protección social insuficiente, de una sociedad del
bienestar insuficiente, sin una meritocracia auténtica, nuestra democracia está
incompleta. Y lo está por muchos motivos. No atibo a analizarlos todos, pero sí
alguno de ellos: la sociedad y sus necesidades están muy por delante de las
legislaciones, siendo que los problemas superan a las medidas paliadoras por
falta de análisis y previsión. La incapacidad de realizar políticas
preventivas, previsoras, que anticipen las necesidades y resuelvan problemas
antes e que lleguen a cronificarse nuestra, sin lugar a dudad, la poca
capacidad política, la poca preparación administrativa, incluso la poca
vergüenza en sus enjuiciamientos de la clase política de nuestras
administraciones. No se puede tolerar más la insensibilidad democrática hacia
los problemas sociales. No se debe tolerar ya más que las necesidades de la
población sirvan para engordar las mamandurrias de la clase política y de los
empresarios omnipresentes en todas las administraciones. Son ellos los que
determinan políticas antisociales en su
propio beneficio y la clase política se ha plegado a sus intereses. Creo, y no
me equivoco, que toda la algarabía mediática en contra de un pacto de izquierdas
es por ver peligrar la ubre que tan generosamente les ha proporcionado y
durante tanto tiempo el engordamiento de sus negocios a costa de las
necesidades sociales.
Y nos han quitado,
les han quitado a nuestros hijos las ansias de obtener méritos para
posicionarse de forma digna d dentro de una sociedad más justa y siendo más
justa será también más democrática. Y nos han quitado a los viejos pensionistas
los argumentos para hacer valer en nuestros hijos y nietos los valores del
esfuerzo, de la preparación, de sacrificio… y nos contestan: ¿para qué? Y nos
quedamos sin argumentos, ni palabras.
Han atacado
despiadadamente el depósito social que habíamos creado, y quieren hacernos
creer que vivimos en una democracia plena, avanzada y homologable. ¡Mentira!
Sin protección social de calidad, suficiente, universal y eficaz no hay
democracia. O como ya oímos decir a los más decepcionados: ¡Que se la
metan….! La aplicación de políticas que
han dañado intensamente la calidad democrática debe ser restaurada por el
próximo gobierno de izquierdas o este país va a involucionar hacia un
neoliberalismo de corte chileno y/o boliviano.
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